“En la cúspide de todos los homenajes rendidos a la democracia destacamos al hombre de a pie, entrando en el cubículo, con un pequeño lápiz, marcando una crucecita en un pequeño pedazo de papel- toda la retórica o debate voluminoso del mundo no logra empequeñecer la abrumadora importancia de esa acción.”—Winston Churchill en la Cámara de los Comunes, 31 de octubre 1944.

No hay democracia efectiva sin la celebración periódica del sufragio, como no hay Santa Misa sin la celebración del sacramento de la Eucaristía. El sufragio es el clímax del proceso democrático; no es solo el evento cumbre para los candidatos y sus partidarios, sino que también lo es para los electores de a pie, los que no militan en los partidos. Si no votamos conscientemente en las elecciones, no participamos mínimamente de la democracia. Nuestra voz se debilita cuando no la respaldamos con nuestro voto.

Vivir la democracia conlleva participar en los procesos de decisión sobre el bien común, no ocuparnos solamente de los asuntos propios. Dejar que los otros tomen las decisiones por nosotros no contribuye a la democracia, es momentáneamente la salida fácil que a la larga suele resultar costosa. Pues, si muchos declinamos participar activamente en los espacios que esta forma de gobierno provee a todos los ciudadanos para la toma de decisiones y expresión de la opinión, de la democracia pasaremos sin advertirlo a la oligocracia o plutocracia, y de ahí a la autocracia de hecho es solo un resbalón más. La vida en democracia requiere de la colaboración de todos los ciudadanos para seleccionar sus representantes legítimos, y además para colectivamente vigilar y exigir que ellos cumplan con sus deberes como gobernantes. No participar activamente es socavar los fundamentos de la democracia, restarle legitimidad al sistema de gobierno.

Podemos apreciar la esencia del papel del sufragio en la democracia en la traducción libre de las palabras de Churchill ante la Cámara de los Comunes en fecha 8 de diciembre de 1944, que siguen a continuación:

¿Cómo debemos interpretar esa palabra, “democracia”? Mi idea es que el llano, humilde hombre común, el ciudadano de a pie que vive en familia y lucha por su patria cuando se necesita, va a la urna en el momento propicio y pone su marca en el papel de la boleta para elegir su candidato de preferencia- ese es el fundamento de la democracia. Y es también esencia de este fundamento que ese hombre o mujer pueda elegir sin temor, y sin ninguna forma de intimidación ni persecución. La persona debe marcar su boleta electoral en absoluto secreto para poder elegir su gobierno, y, en tiempos de crisis, hasta decidir qué tipo de gobierno se quiere tener en su nación. Si esa es la democracia le rindo homenaje, la abrazo. Trabajaría por ella.

En los próximos meses los dominicanos tendremos dos, posiblemente tres ocasiones para ejercer nuestro derecho y cumplir con el deber de votar. Un evento “fortuito” ha convocado a los dominicanos como quizás nunca a participar en los próximos comicios. La suspensión o negación momentánea del sufragio el 16 de febrero ha provocado un interés especial por los comicios municipales del 15 de marzo, anticipándose una participación masiva de la población joven. De su apatía crónica por la participación política, la juventud ha despertado y se manifiesta dispuesta a no dejar la política a los políticos, reclamando el derecho a que su voto cuente y que se cuente su voto, y convocando a los demás segmentos de la población a votar también. Vale notar que el electorado en el rango de edad de 18 a 35 años representa más del 40% del padrón electoral, y con casi tres millones de votos potenciales resulta ser el “partido” mayoritario. Además, a través de su fuerte actividad en las redes sociales, los jóvenes influencian a muchas personas fuera de su círculo con sus bríos juveniles, desplegando su energía y creatividad para entusiasmar a los demás a votar. En dos semanas conoceremos el resultado de ese despertar de la juventud dominicana y su contagioso entusiasmo por hacer valer el derecho al voto después del 16F.

En respaldo a esa juventud despierta que promete vigilar y defender el derecho al voto y a la rendición de cuentas de los gobernantes, trabajemos como Churchill con ahínco por propiciar la participación masiva del electorado en las elecciones del 15 de marzo, eligiendo sin temor los candidatos que creemos mejor impulsarán el bien colectivo en nuestros municipios.