Arrancó de golpe en su coche saliendo de su hogar para comprar unos menesteres faltantes a horas de salir el vuelo de regreso a Santo Domingo, luego de nuestra estadía en Florida, Fort Lauderlaudel. Frena de golpe y da reversa en calles solitarias de Tamarac. Para mi sorpresa, Salvador alcanza a ver una pequeña escalera botada como objeto inservible en el frontal de una casa cualquiera y la recoge como presa dorada y la coloca con toda delicadeza en su vehículo nuevo. Antes me pide guardar silencio al volver a la casa por cierto recato a su compañera. Pero al llegar allí nos esperaban en las afueras las dos compañeros siendo el cauto cuñado sorprendido en su buena fe: y comenta que compró de oportunidad una nueva escalera para sustituir la suya por haberle provocado un " matazo".

Clavada en mi mente todavía están aquellas callecitas limpias, solitarias y hermosas de Tamarac en Florida, donde los residentes, posibidad sólo en un País desarrollado como Usa, dejan todo tipo de mueblería y mercaderías no degradables y en ocasiones en muy buen estado, abandonadas en las aceras en todo orden, que recogen otros que los utilizan, aunque no por necesidad: costumbre inveterada en una sociedad desarrollada. A ese propósito me apenas en saber que en estos países de economía empobrecida y carentes de empleos, amén de institucionalidad, no existe la posibilidad de esas facilidades en favor de los menos poseídos. En todas las calles semi-solitarias abundan los "corotos" aprovechables por transeúntes que los cazan por su utilidad en el hogar. En Santo Domingo, al contrario, depende de una mano bondadosa o del clientelismo, la última basura de la democracia no entendible y prisionera de una elite depredadora que se vende integra y trabajadora honesta.

Visitando a varias ciudades de Florida, Orlando, Kissimmee, Palm Beach, Merbourne y Fort Lauderlaude, pude apreciar en cuanto a los negocios una oportunidad para que los ciudadanos e inmigrantes adquieran mercancías a precios rebajados

El otro aspecto que me llamo la atención, como a todo viajero a tierra americana, y ni hablar de Europa, es la limpieza, orden e higiene de las avenidas, calles y espacios públicos por doquier; de la misma forma que el servicio de transportes y uso correcto de los carriles y señales. Tan semejante a un juego de ajedrez, bajo la persecución de una meta, de un triunfo, donde cada pieza representa los pasos hacia el establecimiento de un orden: la convivencia humana, la institucionalidad y la equidad social. Por eso, muchos alegan que el " verdadero socialismo" lo representa y aplica los Estados Unidos de Norteamérica. Todos tienen su oportunidad, pero todos han de respetar las leyes y el orden como una costumbre inviolable, incluso los propios dominicanos al llegar a suelo americano o se adaptan o sufren las consecuencias de sanciones, como aquella que al no amarrarse el cinturón entrando al coche se hace pasible de una multa de ciento cincuenta dólares y si repite, prohibido de licencia al conductor por cómplice.

Visitando a varias ciudades de Florida, Orlando, Kissimmee, Palm Beach, Merbourne y Fort Lauderlaude, pude apreciar en cuanto a los negocios una oportunidad para que los ciudadanos e inmigrantes adquieran mercancías a precios rebajados inusuales, "clearence" con el cambio de estación climática de un 25 a 70 por ciento según artículo;  ahora mismo previo a la entrada del invierno se deshacen de toda vestimenta propia del verano y otoño, para surtirse con nuevas mercancías de la época entrante. Es el tiempo que la familia aprivecha y sale de compras en forma aparatosa y los mall se llenan de multitudes con ansias de ahorrar platas y rendir los dólares. Entonces, en tanto alimentos y estos menesteres de oportunidad, suelen vivir como la clase media de estos países con pocas oportunidades: pivote que mueve la masa de inmigrantes que hoy sacude al globo en búsqueda de un destino prometedor, provocando una oleada de cruce fronterizo interminable: optimismo de esperanza que abriga todo sujeto como última razón de su sobrevivencia.