La pandemia no se cansa de darnos golpes y acorralarnos. Cada día leemos comentarios negativos de su impacto, poca alegría nos dan sus resultados, aquí y fuera. Artistas, destacadas figuras de la política, el deporte, y otras personalidades, pero miles de muertos se lleva la pandemia a nivel mundial cada día (en el mundo 598,098 fallecidos y 971 en nuestro país a la fecha).
Entre quienes nos arrancó la pandemia está el artista popular y hombres de causas sociales, Víctor Victor-Vitico. Nadie lo creyó, o no quisimos aceptarlo, nos resistimos a pesar de que la realidad se impuso, y vemos en foto anunciando su partida y nos imaginamos que es para anunciar una presentación y deleite de su voz, su ingenio con la guitarra y sus melódicas canciones.
Víctor Victor es la historia personalizada de la llamada Nueva Canción Dominicana, junto a Expresión Joven, y a través de su grupo Nueva Forma, junto a Sonia Silvestre y otros. De clase media, santiaguero, joven inquieto y bohemio, con natural vocación al canto, con voz melodiosa que se hizo acompañar de una guitarra, caminó campos y ciudades en momentos históricos en que la juventud tenía responsabilidad social ante los hechos acaecidos luego de la postguerra de abril de 1965.
Comprendiendo la agitación social de la década del 1970 del siglo XX, Víctor Victor tomó la más sublime arma para cuestionar el ordenamiento social dominado por el autoritarismo del régimen de Joaquín Balaguer y hacer de la canción su campo de batalla militando del lado de las causas nacionales que su generación entendió éticamente defendible.
Orlando Martínez y otros intelectuales de la época y los revolucionarios jovencitos que se la jugaron en las calles del país, llegaron lejos en su compromiso social, pero una guitarra era vista como un fusil en esos momentos por los organismos de represión del país, pues ya Victor Jara había combatido y divulgado sus canciones en las fábricas, los barrios, universidades, campos y plazas del Chile de Allende, teniendo su guitarra como arma.
Ese es el momento que llena de gloria a Víctor Victor, esa es la circunstancia en que decide casarse con su pueblo y usar la música como canal de comunicación y posteriormente integrar a su dimensión sonora, la identidad musical dominicana y abre el sendero que redefine algunos de sus ritmos en sectores sociales distanciados, a través de la bachata y el son, coronándose junto a Luis Días, entre los primeros atrevidamente grandes desde el canto y la música contestaría.
Este movimiento de jóvenes y artistas deciden romper los prejuicios y exclusiones sociales que acompañaron al género de los grupos subalternos, llevarlos a las universidades, salones, la radio y los espectáculos que permitieron su aceptación social y luego los bachateros y soneros se encargaron del resto para instituir hoy como Lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad a la bachata, a Víctor Víctor hay que sacarle un capítulo en ese reconocimiento internacional.
En los años ‘70 del siglo XX, conocí a Víctor Victor, yo muy joven, en Casa de Teatro junto a Tommy García, Cuchi Elías, Sonia Silvestre, José Enrique Trinidad, Luis Gallardo que éramos miembros de un grupo de investigación musical llamado Audio y nos frecuentaban regularmente. Nueva Forma, Expresión Joven y Convite, grupo liderado por el sociólogo Dagoberto Tejada, y otros grupos, hacían una gran labor en la difusión de la música tradicional y al que le añadieron un mensaje de conciencia y contestatario frente al orden establecido.
Víctor Victor nunca tuvo ínfula de estrella de arte, su humildad pueblerina, su jocosidad en el trato, su informalidad coloquial, lo hacían preso de la gente, por eso creó muchos amigos más allá de las fronteras del arte, y su salud convencional, ¡hola pana!…. Su compromiso con los cambios exigidos por la sociedad, lo llevó a militar en los Corecatos, facción de izquierda y empuña la guitarra para denunciar la desigualdad social y los males que aquejaban al país como todo joven comprometido con su tiempo.
Con sus canciones caminó muchos lugares aquí y del mundo, y su voz quejosa, lo hizo preso del son y la bachata convirtiéndose, entre las nuevas generaciones de clase media, en el portaestandarte de estos ritmos, que con éxito siguiera Juan Luis Guerra hijo de esas aventuras del momento. Mesita de noche no solo fue un gran éxito entre decenas de otros, sino que su vídeo clip y la radio la hicieron muy popular. Tradición sonera que le viene del barrio Los Pepines de Santiago, de arraigo musical sonero, salsero y del bolero, muy presente en la sonoridad musical de Vitico.
Su capacidad de gestión estaba presente en los proyectos en que incursionaba como organizador, motivador y entusiasta participante y siempre estuvo interesado en los gestores culturales y pienso que fue el último de los proyectos grandes de que me hiciera mención del lado de Tommy García su pana full.
Perdimos un gran ser humano, un gran artista, un hombre comprometido con las mejores causas y un gran amigo y eso no tiene manera de repararse que no sea siguiendo las causas por las cuales luchó, lo hicieron grande; nos apenamos y lo recordaremos siempre. La eternidad está en tu obra social comprometida y tus canciones que nunca saldrán del corazón de quienes te apreciamos y recordaremos en todo momento. Descansa en Paz amigo.