La República Dominicana posee una Constitución de avanzada, con una base dogmática, estructural y material, principios y valores en los que creemos, una casi impecable Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030, que contiene un proyecto concertado de nación orientador las políticas públicas que deben implementarse en ese período y leyes que constituyen nuestra visión normativa, objetivos, metas y aspiraciones como país.
Un líder agudo y consciente de que no es ni debe ser eterno, sabe que su liderazgo es relativamente corto, por razones institucionales, partidarias y personales, además existen circunstancias sociales, económicas y políticas cambiantes que impactan en la visión que tenga la gente de sus dirigentes. Es por esto que la única manera de conseguir estabilidad y desarrollo a largo plazo es mediante la voluntad, el compromiso y la determinación de hacer cumplir lo mejor de nuestros propósitos como colectivo.
Una visión es lo que nos da las ganas de ser mejores, seguir creciendo en todos los ámbitos de la sociedad que hemos forjado y encarna nuestras esperanzas e ideales. Más bien nos da ese sentido de propósito dándonos destellos de lo que es realmente posible o, lo que es aun mejor, convertir lo imposible en probable. Para Albert Camus las vicisitudes que pasa el hombre para alcanzar sus mas grandes propósitos son las que le llenan el corazón. Solo un plan común, trabajo colectivo y compromiso general, sin desmedro de los propósitos individuales garantizados por la Constitución y las leyes, nos pueden mantener creciendo y desarrollándonos como país.
A nivel de las instituciones sociales esta visión se materializa en los arquitectos que imaginan grandes monumentos y edificaciones, los empresarios que sueñan con hacer crecer grandes negocios, los abogados que buscan reducir la conflictividad social y fortalecer la justicia, el médico que imagina una sociedad más sana con fuerzas para seguir luchando. De una manera o de otra, todos contribuimos a la llamada visión de país. Al final nuestros propósitos son esa guía interna que nos permite soportar tiempos complejos como en el que vivimos y nos da la confianza de seguir trabajando por una nación más cohesionada, desarrollada, pacífica e institucionalmente mejor.