Esta situación ya la había escuchado centenares de veces. Una persona joven con grandes anhelos de un mejor porvenir fuera de la República Dominicana. Él no cesaba de reiterar las razones por las cuales se quería marchar de nuevo. Muy frustradamente me repetía sobre la falta de oportunidades para los jóvenes, la necesidad de estar “enllavao” para poder conseguir un trabajo, y la intranquilidad que se vive por los altos niveles de inseguridad ciudadana. Aquel joven había tenido acceso a muy buena educación, primero en la República Dominicana y luego en el exterior. Estaba empleado, con vehículo propio, techo con buena comida, familia y una pareja. Estaba en su “zona de comfort”, con una comodidad que probablemente no tendría en el exterior. Entonces, por qué él se veía mejor forjando su futuro fuera del país que lo formó? Pensé.
Al igual que él, más de un millón de dominicanos que han emigrado del país (OBMICA, 2015), se han enfrentado al dilema de dejar sus hogares, sus “zonas de comfort”, en búsqueda de su desarrollo en una tierra ajena a la que los procreó, muchas veces tras muchas batallas fallidas por forjar un futuro en su propio país. Según el informe “Cultura Política de la democracia en la República Dominicana y en las Américas 2016/17”, un 42.1% de jóvenes entrevistados reportaron intención de vivir o trabajar fuera del país, siendo este el mayor porcentaje en los últimos diez años.
Dichas cifras ubican al país en el cuarto lugar (de veintisiete) con una población joven que tiene intención de emigrar, solo superado por Dominica, Jamaica y Haití. Estamos perdiendo una masa crítica hacia otros países que es momento de aprovechar en tierra dominicana. Para esto, se hace necesario desarrollar políticas públicas transversales que motiven e inspiren a los jóvenes a aportar a su país no solo desde el sector privado, si no también desde el Estado. Pues es desde este último que se forja bienestar social para los ciudadanos y las ciudadanas. Sólo así atraeremos a aquellos que estamos perdiendo por tierras extranjeras, y transformaremos el discurso de buscar visa para un sueño, por buscar visa para construir un sueño dominicano.