En el continente americano, con unos 1,014 millones de habitantes equivalentes al 11.26 por ciento de la población mundial, se produce el 37% de los homicidios de todo el Planeta y la mayoría de estos ocurren en América Latina (INF.-UNODC-2019). Según las estadísticas, Latinoamérica y el Caribe es la región más violenta del Mundo, donde se registran las mayores tasas de homicidios conocidas, según un informe publicado por las Naciones Unidas y el Instituto Igarapé en el mes de abril del año 2019. Pese a lo anterior, América Latina apenas concentra el 8% de la población mundial.

En el período 2000 al 2019, fueron asesinados violentamente más de 2,9 millones de latinoamericanos, según el instituto Igarapé, un centro de análisis criminológico con sede en Brasil. La cifra es comparable a la población de ciudades como Medellín o Guayaquil,  Colombia y Belo Horizonte, Brasil. La Psicología Social tipifica los homicidios en América Latina como una epidemia, aseveración que es respaldada por Ángela Me jefa de investigación de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito conocida como Unodc en sus siglas en inglés. La Unodc es la instancia de la ONU que realiza estudios globales sobre homicidios desde hace varias décadas.

El fenómeno de la violencia suele atribuirse a problemas socioeconómicos, ambientales, la pobreza, la inequidad social y a las conductas aprendidas desde muy temprana edad. No obstante, la data recolectada sobre este fenómeno social por la Unodc y el Instituto Igarapé constataron que, el crimen aumentó durante el boom de materias primas que la región latinoamericana tuvo en la década pasada e incluso cuando se reportó que bajaron los índices de pobreza e inequidad social. Muchos opinadores sin bases técnico-científicas hablan de la escasez de los gastos públicos en seguridad por parte de los Estados y sus Gobernantes, pero este rubro como proporción del gasto público total en muchos países de Latinoamérica y el Caribe, es casi el doble de la media del mundo desarrollado, según el Banco Interamericano de Desarrollo (INF.-BID-2018).

Otros argumentos que suelen esgrimir los opinadores sin bases técnico-científicas es que, falta "mano dura" contra el crimen, pero la población carcelaria en las Américas, sin incluir a los Estados Unidos de Norteamérica, creció 121% desde el año 2000 hasta Noviembre del 2019, según el informe mundial sobre prisiones (World Prison Brief, del ICPR). En tan sentido, los estudios realizados por Psicólogos Sociales en ese mismo período refieren que, no es un solo factor el responsable para que ocurran hechos violentos y criminales en América Latina y el Caribe, sino varios factores, los que requieren ser estudiados rigurosamente por la sociología, la criminología, la epidemiología, la psicología social y la psiquiatría.

Desde el año 2000 hasta el 2019, el crimen organizado causa la misma cantidad de muertes en todo el mundo que los conflictos armados, según el informe de la Unodc-del año 2019. En América Latina y el Caribe resulta ahora que, el crimen organizado y las pandillas son más violentos pese a los “esfuerzos” que han realizados los Estados y sus respectivos Gobernantes (Unodc/2019). En otras partes del mundo también hay crimen organizado y pandillas, pero su letalidad en América Latina y el Caribe está asociada a la disputa entre los grupos ligados al negocio de las drogas, según varios estudios realizados por la Unodc. Como se sabe, América Latina es la única región del mundo donde se produce cocaína y de ahí viene la lucha frontal por la producción, control y distribución de la misma.

Este último dato sobre la producción de cocaína nos hace pensar que, la violencia y el crimen organizado no pararán mientras se produzca cocaína en esta región, cosa que parece imposible en estos tiempos posmodernos donde hacer fortuna fácil sin importar los medios y las consecuencias, es una aspiración que atrae a muchas personas de todos los estratos sociales. En la lucha por una tajada del mercado de la cocaína entran desde los carteles de Colombia y México hasta las maras de Centroamérica y los narcotraficantes caribeños que sirven de canal para movilizar la cocaína hacia Puerto Rico, República Dominicana y Haití y, luego enviarla para su comercialización y consumo en los Estados Unidos de Norteamérica, Europa y Asia, entre otros países.

Según los estudios de la Unodc, los gobiernos latinoamericanos y caribeños han impulsado una "guerra o lucha contra las drogas" con políticas represivas que han incrementado la violencia y la corrupción en sus propias fuerzas de seguridad, casos muy bien conocidos que ocurren en México y en Colombia. A esto se suma un acceso fácil a las armas de fuego por parte de la población civil. Las armas comercializadas en el mercado ilegal, son utilizadas según la Unodc en tres (3) de cada cuatro (4)  homicidios cometidos en América Latina y el Caribe, cifra que está muy por encima del promedio de homicidios a nivel global. Como se puede observar, las cifras de homicidios son alarmantes aterradoras en el contexto latinoamericano.

La amplia disponibilidad de armas de fuego en América Latina y el Caribe, junto con la proliferación de pandillas y grupos del crimen organizado, la pobreza, la corrupción, la exclusión social y la inequidad, ayuda a explicar por qué muchos países de la región experimentan el nivel más alto de homicidios que se comenten en el Planeta. Para colmo, según la Unodc, existe en Latinoamérica una impunidad tan vulgar que reduce el costo de cometer un asesinato, lo cual estimula o incita a las personas a tomar la justicia por sus propias manos. La brecha entre las altas tasas de homicidios y las bajas tasas de condenas en el período 2000-2019, fue de solo 24 condenas por cada 100 víctimas. En algunas partes de América Latina y el Caribe como Venezuela, Haití o Brasil, esa tasa de resolución de asesinatos es aún menor (Inf. Unodc/2019).

Como se sabe, América Latina y el Caribe es la región más desigual del mundo, y esto influye en los problemas de violencia y criminalidad que se están registrando, según los estudios realizados por investigadores sobre seguridad (INF-REF-2018-ONU). En tal sentido, los Psicólogos Sociales sabemos que, los países con mayor desigualdad en los ingresos tienen más probabilidades de tener mayores tasas de homicidios que los países con menos desigualdad. Por su parte, Robert Muggah, cofundador del instituto Igarapé con sede en Brasil, señala que los altos niveles de violencia y criminalidad que ocurren en América Latina y Caribe están asociados a los precarios sistemas educativos, los elevados índices de desempleos de hombres jóvenes, a la rápida urbanización sin planificación y a la corrupción imperante en la región.

Según los estudios realizados por sociólogos, antropólogos, economistas, planificadores y psicólogos sociales latinoamericanos y caribeños en el período 1950 al 2002, en Latinoamérica y el Caribe hubo una de las transiciones más notables de una sociedad rural a un proceso de urbanización, el cual se hizo sin planificación y con la complicidad y/o apatía de la mayoría de los gobernantes y los funcionarios de turnos. Muchas de las ciudades más grandes en América Latina y el Caribe han crecido de manera exponencial y descontroladamente, bajo el concepto “sálvese quien pueda" ante las miradas irresponsables de sus autoridades. La falta de prestación de servicios básicos en cantidad y calidad por parte de los Estados y sus respectivas instituciones, ha permitido se establezcan áreas marginadas densamente pobladas que son prácticamente invivibles y generadoras de violencia, promiscuidad, hurtos, crímenes y asaltos a manos armadas a plena luz del día.

En las ciudades grandes y medias de América Latina y el Caribe, cerca de cuatro de cada cinco asesinatos se podrían prevenir o evitar, según los estudios realizados por la Unodc. En tal sentido, las estadísticas indican que, los homicidios tienden a estar altamente concentrados en áreas marginadas, densamente pobladas y donde residen personas carenciadas y con escasos niveles de educación y oportunidades de empleos dignos. Todo esto plantea enormes retos para los Estados y los Gobiernos latinoamericanos y caribeños en pleno Siglo XXI, refiere el informe de la Unodc. De no resolverse y continuar profundizándose los problemas de violencia y criminalidad, los investigadores de la Unodc coinciden en que, esto podría deteriorar aún más las débiles y cuestionadas democracias latinoamericanas y caribeñas, reducir las inversiones extranjeras, impactar en el turismo de sol y playa y, al mismo tiempo, estancar el “crecimiento económico” de los países que resulten ser más violentos.

Mientras a nivel global la tasa de homicidios es de 6,1 por 100.000 habitantes, en américa Latina y el Caribe esta tasa llega a 25,9 y, en Sudamérica a 24,2, según los datos de que dispone la Unodc. Como se sabe, la Europa Medieval experimentó niveles de homicidios comparables a los datos registrados de homicidios de América Latina y el Caribe de hoy, pero a la fecha el Viejo Continente tiene una de las menores tasas de homicidios del mundo, reportando un (1) homicidio por 100.000 habitantes como promedio. En la Europa moderna ha habido una evolución continua y sistemática de sus instituciones, un estado de derecho ininterrumpido, la inversión en educación básica, técnico-vocacional de calidad y los Estados y sus Gobernantes han invertido para disponer de una justicia penal robusta e independiente en la que la gente confía.

Por lo que hemos visto hasta ahora, es una irresponsabilidad abordar el tema de la violencia y la criminalidad sin ningún tipo de rigor científico. Todos los factores que hemos vistos que inciden para que ocurran hechos violentos y criminales, tienen causas que hay que analizar y extrapolar desde una perspectiva técnico-científica. La mayoría de los opinadores con programas de radio, tv y otros medios de comunicación que se refieren al tema de la violencia y la criminalidad, banalizan y/o puerquerizan un tema altamente complejo que ha sido estudiado por filósofos, economistas, sociólogos, médicos, abogados, psiquiatras, trabajadores sociales, antropólogos, psicólogos, epidemiólogos, sacerdotes, políticos y pastores desde hace más de mil (1000) años. No obstante, en “democracia, sin régimen de consecuencias”, ocurren cosas que, en vez de aclarar un fenómeno socio económico, sociológico, ambiental, cultural o influenciado por el entorno familiar, social y ambiental, lo que hace por un lado es, confundir a la mayoría de los ciudadanos y, por el otro lado, encender el morbo callejero.

Somos de la opinión que, un tema tan complejo como la violencia y la criminalidad, debe ser tratado por los especialistas en investigación criminal, epidemiólogos, sociólogos, antropólogos, trabajadores sociales, psicólogos, abogados y psiquiatras. Lo que estamos planteando es que, por su complejidad, temas como el uso de sustancias prohibidas, la violencia de género, los homicidios, la violencia y la criminalidad, el hurto, la mitomanía, la cleptomanía, el estrés, el trastorno de pánico, el miedo y la angustia, entre otros, deben ser analizados y tratados por personas con formación y especialización sobre una o más áreas del saber profesional y/o científico. Opinar sobre un tema sin tener elementos técnicos y científicos que lo sustenten, es un acto que se castiga con cárcel y sanción social en los países con ciudadanos respetuosos de sus pares, las leyes y la rigurosidad técnica, profesional y científica.

La buena noticia es que, “todavía” los Estados y los Gobiernos latinoamericanos y caribeños están a tiempo para invertir estratégicamente en las áreas socioeconómicas claves para mejorar la educación técnico-vocacional, generar nuevos empleos, penetrar y reorganizar los barrios marginados y, al mismo tiempo, crear las condiciones de convivencia social y comunitaria para prevenir la mayoría de los conflictos y los actos violentos. Un Plan Nacional de Desarme de la población civil, según las características de cada uno de los países latinoamericanos y caribeños, aparece en las recomendaciones del informe de la Unodc de Abril del 2019, cuyas recomendaciones fueron respaldadas por varios psicólogos sociales, psiquiatras, sociólogos y economistas que trabajan en México, Colombia, Haití, Honduras, Nicaragua, Bolivia, El Salvador, Puerto Rico y República Dominicana.

Por su parte, es estratégico que los Estados y los Gobiernos latinoamericanos y caribeños trabajen en la predicción de los posibles hechos violentos o reñidos con las leyes, haciendo uso del talento humano y las tecnologías de punta disponibles. Si las autoridades latinoamericanas y caribeñas utilizan métodos aleatorios y tecnologías de punta, estarían en capacidad de recoger y disponer de los datos predictivos en tiempo real para identificar las "zonas rojas" donde se podrían generar actos violentos y criminales prevenibles. Con datos predictivos confiables y en tiempo real, los Estados, los Gobernantes y sus instituciones de seguridad y protección ciudadana, estarán en capacidad de diseñar e implementar políticas públicas, programas, proyectos e iniciativas creativas e innovadoras para prevenir la violencia y el crimen organizado, preservando la integridad física, psicológica y emocional de las personas con tendencias a cometer actos violentos y criminales.

La violencia y la criminalidad es un tema complejo que todavía la antropología, la sociología, la psicología social, la psiquiatría y la neuro ciencia no han podido descifrar con exactitud. No obstante, como avanzan las cosas en el campo científico, la serialización del Genoma Humano nos dirá muchas cosas sobre el cerebro y el comportamiento humano en los próximos diez (10) años, incluyendo datos e informaciones claves blandas para prevenir la violencia y la ocurrencia de hechos criminales. La serialización es el proceso de convertir un objeto o dato en una secuencia de bytes para almacenarlo o transmitirlo a la memoria, a una base de datos o a un archivo “seguro”. Su propósito principal es guardar el estado de un objeto o dato para poder volver a crearlo o repetirlo idénticamente cuando sea necesario.

En tal sentido, el verbo descifrar se refiere a la acción de descubrir el contenido de aquello que se encuentra escrito en caracteres o códigos desconocidos y el mensaje en cuestión resulta inentendible hasta que alguien logra descifrarlo. El concepto de descifrar se utiliza respecto a aclarar lo que resulta difícil de comprender, como ha resultado hasta ahora, entender el por qué de las conductas violentas y criminales que asumen como propias muchos seres humanos aparentemente cuerdos y/o sanos. Analizar y comprender este tipo de conductas claves blandas se están ocupando los neuro científicos, neuro psicólogos, psicólogos sociales, sociólogos, economistas y psiquiatras caribeños, latinoamericanos, norteamericanos y europeos interesados en estudiar este angustioso y preocupante tema.

“Lo que no se define, no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre”. Lord Kelvin