Desde 1930 a 1961 en el país se vivió una férrea y sangrienta dictadura dirigida por Rafael Leonidas Trujillo y su familia. En esos 30 años de dictadura fueron cientos de miles de mujeres, niñas y adolescentes las que fueron violadas sexualmente por el tirano, su familia y secuaces.
La legitimación de las acciones cometidas por la férrea tiranía contra las niñas, adolescentes y mujeres que eran violadas por el dictador, sus secuaces y su familia se legitimaba desde distintas dimensiones incluyendo los merengues de la época.
El merengue “Jarro Pichao” solo cuenta lo que ocurrió en Bonao, donde el hermano del dictador, José ArismendyTrujllo Molina (“Petán”) abusó sexualmente de muchas niñas, adolescentes y mujeres.
Esto se extendía a muchasprovincias, municipios y campos del país. Existía una red de “maipiolos” y “maipiolas” que implementaban estrategias de coerción, represión y chantaje a las familias para que entregaran a susniñas, adolescentes y jóvenes al dictador y su círculo de poder.
Celebraciones de concursos de belleza, fiestas y otras actividades acompañaban este sistema de cooptación y secuestro para ejecución de los abusos sexuales.
Seculpabilizaba a las víctimasy sus familias del hecho o se les “halagaba” por ser “elegidas” del “jefe”, ocultándose así el sistema violento y de perversión que sustentaba estas prácticas.Muchas familias cobraron con su vida o el exilio la resistencia a las mismas.
Las violaciones sexuales hacia niñas, adolescentes y mujeres normalizadas históricamente desde el Estado y la cúpula de podermarcaron profundamente esta sociedad. Su presencia en distintos estamentos políticos y de poder local continua. Varios legisladores, ex legisladores,síndicos, regidores, dirigentes políticos, funcionarios y ex funcionariosreproducen este ejercicio criminal contra población infantil y adolescente en muchas comunidades.
Los agresores sexuales no se reducen a este grupo, se le agregan sus padres, padrastros,tíos, hermanos, familiares, vecinos, religiosos, sacerdotes protegidos por la corrupción e impunidad.
Varios factores influyen en el ocultamiento e invisibilidad del abuso sexual como son:
- Poca conciencia de derechos en niños, niñas y adolescentes
- Ausencia de orientación y educación en prevención del acoso y la violación sexual desde el sistema educativo y las familias
- Aprendizaje del miedo hacia figuras de autoridad y poder
- Establecimiento de relaciones de confianza mediadas por permisividad en el manejo del cuerpo por familiares y personas adultas hacia niños, niñas y adolescentes
- Ausencia de educación sexual en los centros educativos y el contexto social
La erradicación del abuso sexual debe convertirse en una prioridad en las políticas sociales dirigidas a la infancia, adolescencia, juventud y de género. Se necesita empoderar a la niñez, adolescencia y mujeres sobre sus derechos sexuales y reproductivos y sobre su cuerpo. Romper el silencio y la impunidad debe ser el primer paso.
Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY