La Pastora Eunice Ramírez escribió en su muro de Facebook esta reflexión y por considerarla de interés le pedí me permitiera publicarla en esta columna. Entiendo que, aunque ella lo enfoca desde el mundo evangélico, la inequidad y la violencia en el tema de género se vive en todas las religiones. Le agradezco me permitiera publicarlo y les dejo con su texto.

“Es que no quisiera denunciarlo porque no quiero arruinar su testimonio. La gente lo admira mucho y cree mucho en él. Sus familiares, amigos y la iglesia". “Yo no quiero ser tropiezo a su testimonio, ministerio ni salvación”.

Son muchas las mujeres de iglesia que son oprimidas y violentadas por sus parejas. Muchas de ellas, al igual que otras mujeres, son sometidas a agresiones verbales, sicológicas, físicas, negligencia, infidelidades y privaciones diversas de expresión. Muchas tienen que asumir el rol de proveedora de la casa porque sus parejas también se hacen de la vista gorda con sus obligaciones, tienen que ser testigas de los acosos que sus parejas hacen a otras mujeres y no decir nada.

Otros las someten al silencio utilizando manipulando textos bíblicos; ellas no pueden reclamar, pues si lo hacen se están dejando usar del diablo, son piedra de tropiezo o están locas. Y este último es muy usado, cuando las mujeres deciden conversar de sus crisis. Cuando la mujer se expresa entonces viene la difamación: “no me atiende como debe, se descuida del hogar, me irrespeta, se me niega, se ha descuidado espiritualmente, ella está mal, dice cosas incoherentes ¿cuidado si tiene demonios?”

¿Y quiénes son los esposos de estas mujeres? Laicos, líderes de fe, pastores o varones que sirven en algún tipo de ministerio en el cuerpo de Cristo.

-Son homicidas silenciosos, porque no las matan de 10 puñaladas, pero sí lentamente como cualquier tortura, con formas de violencia que a primera vista no son percibidas por externos.

-Son cínicos: porque en privado las violentan y en público las alaban y hablan de ellas como mujeres virtuosas y espléndidas. Hasta la toman de la mano en público, le envían flores virtuales y poemas en las redes sociales.

-Son pecadores que olvidan que las injusticias y la violencia contra el prójimo es pecado y los convierte en reos de condenación por saltarse mandamientos como no matarás, no cometerás adulterio, no levantarás falso testimonio entre otros.

Los patrones culturales de la violencia y la opresión también arropan a las relaciones de género en el ámbito eclesial y es tiempo de que los agresores entiendan que Dios hace justicia a los oprimidos, que hombres íntegros y temerosos que puedan ser modelos y defensores de las mujeres. Del mismo modo Dios, empoderará a las mujeres para que tomen valor y puedan denunciarlos sin importar su investidura.

Pido a Dios, para que las mujeres en medio de todas sus crisis puedan entender que sus homicidas y abusadores ya perdieron el testimonio frente a Dios, ante ellas y sus familias al violentarlas, por consiguiente no deben proteger su imagen, sino actuar con integridad.

Dios no tolera la injusticia y la violencia de los varones a las mujeres o de las mujeres a los varones y sus hijos tampoco deberíamos. Hay situaciones en que la oración y el esperar a que el otro cambie simplemente aceleran la muerte por violencia.

Ante la violencia de género no se ora, se va a la fiscalía a denunciarlo, y si se ora es para que Dios dé la fuerza para hacer la denuncia, sabiduría y coraje para sostenerla.