El Estado sin duda es un agente que actúa a favor o en contra del odio a las personas LGBT. Actúa a favor cuando establece leyes que criminalizan las relaciones sexuales entre adultos del mismo sexo o establecen marcos penales ambiguos que condenan las expresiones que perturben la moral pública o normas que prohíben las manifestaciones públicas y el derecho a la asociación de personas LGBT. Así también lo hace cuando permite la violencia y discriminación a las personas LGBT, al no protegerlas y dejar a sus agresores impunes por violar los derechos humanos. En contraste el Estado actúa en contra del odio cuando protege, promueve y garantiza la ciudadanía y la igualdad jurídica de las personas LGBT. Hoy en día podríamos diferenciar tres tipos de Estados:
- Los del primer tipo son Estados que reconocen la igualdad jurídica de las personas LGBT, o que están en proceso de reconocimiento y que disponen de políticas públicas para disminuir la precariedad de las vidas LGBT.
- Los de segundo tipo son Estados que no tienen leyes en contra de las personas LGBT, pero las personas LGBT son ciudadanos invisibles en dichas sociedades desde su orientación sexual e identidad de género, y no son parte de ninguna agenda política de Estado y esto podría ser resultado de que la ciudadanía está pensada desde el heterosexismo, donde el Estado da por sentado que sus ciudadanos pasibles de derechos son todos heterosexuales. El gobierno de ese país rechazaría cualquier denuncia de que se violan los derechos humanos por orientación sexual e identidad de género, ya que allí se vive una tolerancia liberal moderada, donde se permite a las personas LGTBI expresar afectos y expresar su género de manera no normativa en lo privado pero no en el espacio público. Por lo que cualquier reclamación o propuesta desde los grupos LGBT serán dejadas para después. Así también tenemos Estados que tienen leyes que reprimen a las personas LGBT, sin embargo escasas veces esas leyes son aplicadas.
- Por ultimo tenemos Estados que tienen leyes que reprimen y las aplican, así como mantienen un discurso de odio que justifica sus acciones y utilizan el tema como chivo expiatorio para alejar la atención a otros problemas del gobierno de turno y fortalecer sus gobiernos autoritarios. Un ejemplo es Nigeria quien en 2006 durante una sesión del Consejo de Derechos Humanos considero que mantener la criminalización de la sodomía y la pena de muerte por apedreamiento a quienes fuesen hallados culpables de tal delito es una pena apropiada y justa (VANCE, 2016).
La mayor violencia de odio a las personas LGBT de un Estado que se ha visto aconteció durante la Alemania Nazi. Los Nazis miraban a las personas que sentía atracción sexual por alguien de su mismo sexo como una enfermedad infecciosa que ponía en peligro a la juventud alemana. A la vez sostenían que las personas LGBT se aprovechaban de la vulnerabilidad de los jóvenes para contagiarlos, esta postura de los nazis era también respaldada por el medico Ambroise Tardieu, el cual planteaba a finales del siglo XIX que las personas LGBTI al no poder reproducirse buscaban descomponer a los jóvenes para sumarlos a su condición (SIKORA, 1998). Esta ideología Nazi los llevo a una persecución de las personas LGBT en Alemania. Según datos del United States Holocaust Memorial Museum entre 1933 y 1945 la policía arrestó aproximadamente 100.000 hombres como homosexuales (…) entre 5.000 y 15.000 fueron internados en campos de concentración a los cuales se les colocaba un triángulo rosa como identificación en su uniforme, son desconocidos el número de mujeres lesbianas victimas las cuales eran identificadas como asociales, junto con mujeres trabajadoras sexuales y otras (USHMM, 2016). Con esto podemos ver que los nazis llevaron a cabo una limpieza social y necropolítica basada en el heterosexismo, como la que hoy se lleva a cabo en Chechenia y Dáesh.