La violencia hacia la mujer es un problema social que tiende a tener una lectura parcial y muchas veces desconectada de raíces culturales que le dan soporte y la refuerzan. Son muchos los factores y los escenarios desde donde se construye y se legitima culturalmente la violencia de género.

El aula que debe ser un espacio de ruptura con los cimientos de la violencia de género y con las desigualdades existentes no cumple ese rol, por el contrario refuerza la desigualdad y la violencia.

Así encontramos en estudios realizados en centros educativos (Vargas 2010) una serie de manifestaciones en las relaciones docentes—niñas en las que se refuerza la violencia de género y se le otorga al varón el permiso para agredir y sobre todo para ejercer su poder en forma atropellante. Estas son las siguientes:

  • Vestimenta y control del cuerpo. Las niñas y adolescentes en los centros educativos sufren violencia verbal y psicológica por docentes y directivos (as) con relación a su vestimenta y manejo de su cuerpo. Las humillaciones y bullying se combinan con la legitimación del acoso sexual. “Por eso es que los muchachos se sobrepasan con ellas porque se lo buscan”.
  • Normalización de la agresividad de los niños en sus juegos. Se observa a los niños jugar con mucha agresividad en los recreos, entradas y salidas de la escuela. Estos juegos pasan desapercibido y solo se interviene cuando se presentan casos de heridas o moratones. La pelea de los niños no se convierte en las escuelas en un elemento problematizador y reflexivo sobre sus implicaciones en la formación de una masculinidad violenta.

Las actitudes agresivas de los niños tienden a verse como algo “normal” en el sexo masculino y se refuerza porque son más “machos”. Esta pauta cultural es una de las patas que sostienen la violencia de género y se refuerza en todos los espacios en que los niños se socializan, vecindario, hogar, escuela.

  • Prohibiciones de juegos entre niños y niñas justificadas en la legitimación de la violencia varonil. En los recreos se les prohibe a los niños jugar con las niñas con un discurso de tolerancia hacia la violencia de género porque las “niñas se lo buscan” si son agredidas por los niños o provocan violaciones con el juego con los niños.

Encontramos a maestros y maestras que alertan a las niñas de que no deben jugar con los niños porque con ello provocan que después “la violen” o la agredan. Este discurso reiterativo en las escuelas está sostenido en la visión de que la mujer provoca la violencia y la violación sexual y por tanto no se entiende que la mujer tiene derecho sobre su cuerpo.

Comprender los derechos sexuales y reproductivos de la niña supone respetar el ejercicio de su libertad en el manejo de su cuerpo y en el juego en condiciones de igualdad con el niño.

La escuela debe fomentar la igualdad en las relaciones de género entre niños y niñas y romper con las raíces de la violencia de género que están presentes en nuestra cultura social y cotidiana.

La violencia de género está sostenida en pautas culturales que se reproducen en la cotidianidad donde al niño se le permite ser agresivo desde el juego y a la niña se le educa para que “no busque” la violencia. No se establecen pautas culturales que eduquen el control y el autocontrol en los niños con juegos compartidos niños y niñas desde espacios de creatividad y sin violencia.

Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY