Este artículo es una colaboración con Ysidro García, crítico de cine. Contiene spoilers.

Hace unos días, la comediante estadounidense de ascendencia mexicana Melissa Villaseñor, se mofó de las películas El Guasón, El Irlandés, 1917, Érase una vez en Hollywood y hasta de Toy Story 4. En su número humorístico resumió que, básicamente, todas trataban acerca de la ira del hombre blanco (white male rage). (Melissa Villaseñor – SNL). Érase una vez … de Quentin Tarantino, se encuentra merecidamente en la lista de Villaseñor. El director, en una licencia creativa, impidió que al menos en su historia de ficción el anglosajón e iracundo Charles Mason perpetrara su crimen horrendo. A cambio, el genial cineasta, presenta como cierre, la ira absoluta de los personajes interpretados por Brad Pitt y Leonardo DiCaprio, que oscuritos no son.

La comediante pone la mano sobre la herida. En el debate político de su país, ese tema es en la actualidad bastante delicado. Hace un año, no faltaron expresiones de rechazo al personaje central de Roma, Cleo, una indígena mixteca. Sin embargo, la ganadora a mejor película en los Óscar del presente año, destruye una de las dos premisas cómicas de Villaseñor. Parásitos (2019), primera película de habla no inglesa en ser reconocida por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de los Estados Unidos, recuerda que la humanidad es una sola y que la violencia, no es solo una sombra al acecho de los bajos instintos del hombre blanco americano.  La película coreana transita la interacción por medio de la fuerza hasta un desenlace violento.

No creo que su director, el cuatro veces galardonado por la Academia, Bong Joon-Ho, intente darnos una lección de moral. No obstante, son dos hombres orientales, no blancos, que imparten ambos cruda violencia y pagan caro su conducta. El director y guionista no parece dejar moralejas. Más bien recuerda el orden darwiniano que rige a la vida animal, cuando el ser humano se entrega a sus impulsos primitivos. Parásitos maneja un planteamiento con fundamentos similares a los de Guillermo Arriaga en su novela El Salvaje, comentada anteriormente en esta columna («El Salvaje» Guillermo Arriaga y su lenguaje vertebrado). La clave detonadora de la violencia en la película coreana es instintiva y animal: el olfato.

Alison Bechdel

La otra premisa del chiste de Villaseñor es la brecha de género en el cine elogiado por la Academia el presente año. El tema ha interesado a otras voces. Un magnífico artículo publicado por la BBC Mundo, de la autoría de Emma Jones, aborda el tema: Oscar 2020 | ¿Por qué las historias sobre hombres son las que suelen ganar los premios del cine?. Agradezco, mediante el presente, a la escritora dominicana Aurora Arias, por dármelo a conocer. Jones observa que, en los últimos diez años, el Óscar a mejor película fue a historias de figuras masculinas como personajes centrales, con una sola excepción: La forma del agua, de Guillermo del Toro.

Natalie Portman, la oscarizada actriz y directora de cine, concurre con la periodista de la BBC al entender que el problema radica en que solo han sido nominadas cinco mujeres como directoras, en 92 años de premios Óscar. El día de la ceremonia de premiación, Portman llevó a cabo una elegante protesta pasiva: llevaba bordado en su traje el nombre de las cineastas no consideradas por la Academia. Le han criticado, sin embargo, que su productora fílmica no ha contratado a mujeres directoras. La ratio hombre/mujer en la dirección cinematográfica refleja un sesgo cultural, ya no solo de la Academia, sino de la industria. Esta responde a los patrones de consumo de la audiencia estadounidense e internacional. No creo que el cine, ni ninguna otra manifestación del arte deba organizarse por prelación por género. Una película sobre un corredor y un vendedor de autos como Ford v. Ferrari, puede ser tan interesante como Mujercitas, clásico familiar del siglo XIX americano. Debe importar un cine, y el arte en general, con expresión humanística.

En estudios recientes en la Universidad del Claustro, aprendí un método que desconocía llamado el Test de Bechdel. Seguro que para autoras como la amiga Aurora Arias, esto es viejo y conocido. El test lleva el nombre de la autora y artista gráfica Alison Bechdel, para definir si una película, serie, comic u obra literaria tienen balance de género. Sus reglas son tan sencillas como efectivas. Para determinar si una historia no tiene brecha de género, debe superar estos tres pasos o peldaños: Prueba uno: La historia tiene al menos dos mujeres nombradas por nombre propio. Prueba dos: Las mujeres hablan entre sí. Pruebas tres: Las mujeres hablan de otras cosas distinta a los hombres.  Compartí este hallazgo con mi amigo y crítico de cine Ysidro García. Para ser la prueba objetiva, le pedí a él, pasar la prueba a las películas nominadas y la ganadora este año. A continuación, su acucioso análisis:

[Ysidro García] Si nos llevamos al pie de la letra de los parámetros del Test, 4 de las 9 películas nominadas reprueban. Estas son 1917 (Sam Mendes), Ford contra Ferrari (James Mangold), El Guasón (Todd Phillips) y El Irlandés (Martin Scorsese). A modo general, el Test de Bechdel es una prueba compuesta por tres premisas puntuales (1) que busca “discernir si la película [en cuestión] promueve desigualdades de género” (2). Es un instrumento de apreciación a la historia que tiende a identificar paridad y la visibilidad de género en cualquier obra artística, como bien expresa Noboa.

Sin embargo, hago la distinción de la importancia de los roles femeninos en el desarrollo de la historia en El Irlandés. Es cierto: al inicio de la trama los dos personajes femeninos relevantes son las esposas de Sheeran (De Niro) y Bufalino (Pesci) en papeles de acompañantes: fuman y parecen fastidiar a sus esposos. Sin embargo, mientras avanza este cuento de hombres crepusculares, las hijas de Sheeran (Anna Paquin y Marin Ireland, respectivamente) asumen roles aleccionadores para los personajes masculinos. No son personajes tomados a la ligera, éstas tienen un impacto determinante en el castigo moral a los actos reprochables de los hombres. Es una connotación temática crucial para el triste desenlace de los protagonistas, que los cuestiona y los enjuicia. Pero, llevándonos estrictamente del Test de Bechdel, El Irlandés no responde a las tres premisas fundamentales. Igualmente, estos matices ocurren en Érase una vez en Hollywood (Tarantino).

El caso más representativo entre las nominadas del domingo pasado es Mujercitas, de la indie darling Greta Gerwig. Esta nueva adaptación de la obra seminal de la novelista estadounidense Louisa May Alcott funciona como una alegoría contemporánea a la destrucción de los estereotipos femeninos. A simple vista, las hermanas March (personificadas por Saoirse Ronan, Florence Pugh, Emma Watson y Eliza Scanlen, respectivamente) suponen los típicos roles de futuras mujeres casadas y destinadas a labores maternas y domésticas. El contexto es más que obvio: las postrimerías de la Guerra Civil de los Estados Unidos. Sin embargo, presumen de entereza e imperfecciones, pero están imbuidas de deseos de realización personal. Las interacciones entre las protagonistas son de los momentos más genuinos, tiernos y conflictivos de la fragmentada historia. Luego de las vicisitudes temáticas (la piedra angular de la trama), las hermanas alcanzarán lo que desean que, a la larga, es el amor y el logro de sus resoluciones. Así, en base al Test, esta es la película de mayor calificación.

Por otro lado, Historia de un Matrimonio (Noah Baumbach) y Jojo Rabbit (Taika Waititi) manifiestan características parecidas en cuanto al tratamiento de los personajes femeninos. En ambas películas, hay momentos bien puntuales de interacción entre mujeres. En la primera de las películas, Nicole (Scarlett Johansson) y su abogada, Nora (Laura Dern) discuten sobre la perspectiva de una maternidad frágil. Esta secuencia se desarrolla en una ostentosa oficina. En la segunda, la madre de Johannes, Rosie (también personificada por Johansson) y la niña judía escondida en su casa, Elsa (Thomasin McKenzie) reflexionan sobre los tiempos convulsos. Esta secuencia, en cambio, se escenifica en un escondite. En puridad, creo que el valor esencial que subyace en estas dos escenas es la fortaleza ante las adversidades de las mujeres. Ambas se desarrollan en contextos diferentes –un proceso de divorcio y la Segunda Guerra Mundial–, pero apelan tanto a la fuerza que poseen sus personajes, como también a la sororidad. Eso es también parte del empoderamiento. Las premisas del Test de Bechdel, definitivamente, son cumplidas de manera afirmativa.

Finalmente, Parásitos (Bong Joon-Ho) si cumple con estos parámetros de la prueba. No sólo porque alardea de personajes femeninos interesantes, sino porque sus mujeres delinean en momentos bien definidos la diferencia de clases sociales, la farsa de identidad a la cual recurren los protagonistas y revelan el injusto modelo socioeconómico en que se sustenta la familia rica de la historia. [Fin de la cita a Ysidro García].

Concurro en García en su aplicación del método y en su magnífico examen de contenido de las películas sobre los personajes femeninos y sus roles, más allá del Test de Bechdel. Al igual que mi amigo, creo que Parásitos, Mujercitas, Jojo Rabbit pasan las tres pruebas del Test de Bechdel. Historia de un Matrimonio pasa las tres pruebas solo porque las mujeres, además de hablar mucho de hombres, hablan también de la maternidad, de su autonomía y carreras profesionales. Pero en honor a la verdad, las conversaciones sobre los tres temas están reunidos en el propósito de la protagonista de salir de un matrimonio en que no es feliz. Alguien podría interpretar, en puridad, que Noah Baumbach no pasa la prueba.

El Guasón, no pasa la segunda prueba, como ha establecido Ysidro García. La madre y la vecina del personaje masculino central, se reúnen en un breve momento, pero no hablan entre sí. El Irlandés y Érase una vez en Hollywood, tienen a más de una mujer reunidas en una misma escena como antes detalló García. En la de Scorsese, no hablan gran cosa entre sí, y si la memoria no me es masculina (para invertir el chiste del bien recordado Luis Víctor García de Peña, que tenía una mente privilegiada y como insistía, fiel y masculina) solo de una de ellas escuchamos el nombre. En la Tarantino, habla Sharon (Margot Robbie) con unas amigas de bailar, pero no oímos los nombres de las jóvenes.  Las chicas de la familia Mason, hablan de matar, pero me recordaba García que se oyen sus apodos. Es válido, los apodos las nombran. Parece que Tarantino se pasó a sí mismo la prueba. En Ford contra Ferrari, las mujeres no comparten escena, prácticamente solo hay una. Reprobó James Mangold, como ya explicó nuestro amigo crítico de cine. Finalmente, en 1917 no hay mujeres. La película no pasa la prueba. Sam Mendes no supera el Test de Bechdel.

Ahora bien, las películas que no pasan el test, por ese solo hecho son ¿sesgadas o machistas? Por supuesto que no. Son películas que tratan sobre otros aspectos de la vida o historia social de las personas. Sin embargo, en el análisis de contenido, la de Tarantino, a mi modo de ver, tiene un problema serio de brecha de género. El cineasta deja en el sub-texto la posibilidad de que el simpático personaje interpretado por Brad Pitt, ganador del Óscar por el papel masculino secundario, asesinó a su pareja. En ese caso, Tarantino supera el Test de Bechdel, pero la propia sustancia de su escritura para cine es contradictoria.

¿Sería justo criticar a Tarantino porque su personaje es un feminicida y festejar el desenlace de Bong Joon-Ho en Parásitos? Ambos directores exponen una dimensión humana real y existente. Cierto que nos ponen a simpatizar con sus matadores. Queda a la audiencia entender la expresión del arte comunicada por ellos. Goya, Picasso y un sinnúmero de artistas personifican a los asesinos. Sobre la brecha de género coincido con Jones y Portman; inicia desde el menor reconocimiento al trabajo de dirección. El Test de Bechdel demuestra que, sin menoscabo de su posible calidad, hay una dimensión de la humanidad menos explorada y rica, que está quedando fuera del foco cinematográfico. La narrativa del iter criminis de un asesino y sus enigmas interesan al espectador. Meterse en la piel del asesino, es menester de artista. Así lo canta The Police Murder by numbers.

Notas:

1. RACIC, Monica. Do this year´s Best Picture Oscar Nominees pass the Bechdel Test? Revista cultural “The New Yorker” (versión digital). Publicado el 3 de marzo de 2018. Disponible en el siguiente enlace: https://www.newyorker.com/culture/culture-desk/do-this-years-best-picture-oscar-nominees-pass-the-bechdel-test

2. MARCOS, Natalia. Las grandes películas de Hollywood, suspendidas en el test de sexismo. Periódico español “El País” (versión digital). Publicado el 22 de noviembre de 2013. Disponible en el siguiente enlace: https://elpais.com/elpais/2013/11/22/mujeres/1385096400_138509.html