En el presente debate sobre la despenalización del aborto, se pretende convencer a la población de que se debe apoyar que una mujer embarazada como consecuencia de una violación sexual pueda disponer de la criatura que se gesta en su vientre.
Incluso, en las redes sociales se nos llama “retrógrados, intolerantes y fanáticos religiosos” a los que nos oponemos a la aprobación de una aberrante excepción al derecho fundamental a la vida que tiene todo ser humano, incluyendo los concebidos, de conformidad al Artículo 37 de la Constitución.
Sin embargo, la mayor prueba de retroceso, intolerancia y fanatismo a una concepción o ideología determinada la han presentado en este debate los promotores de la idea de despenalizar el aborto cuando el embarazo sea el fruto de una violación sexual.
¿Por qué? Porque han pretendido dirigir el debate, sin colocar todas las cartas sobre la mesa, actuando con una falta de transparencia tal que sorprende, ya que muchos “defensores” de los derechos de las mujeres son los más ardientes propulsores de la transparencia en otras áreas de la vida nacional, como lo es la administración pública y de justicia, sólo por poner dos ejemplos.
En la presente discusión, se pretende pasar por alto la realidad científica de que los casos de embarazos como resultado de una violación sexual son sumamente raros. El tema fue investigado por el Dr. Brian Clowes, poseedor de un PHD en Ingeniería Civil y Ciencia de Sistemas. El doctor Clowes es director de educación e investigación de Vida Humana Internacional, una de las principales organizaciones pro-vida a nivel mundial. Él dirigió un equipo de investigadores que publicó en 1993 que apenas un 0.49% de las mujeres violadas ese año en los Estados Unidos de Norteamérica habían resultado embarazadas. En México, el Centro de Ayuda a la Mujer reportó el año pasado que sólo en el 2.2 por ciento de los casos donde se configuró violación hubo un embarazo posterior.
Es una ironía cruel que mientras un violador no pueda recibir en nuestro país la pena de muerte por su crimen, su hijo concebido en dicho acto sea ejecutado sin derecho a juicio. Asimismo, no se le hace justicia a la madre enviándola a una clínica abortiva.
Las necesidades reales de una madre deben ser atendidas mediante la provisión de cuidado médico, financiero y emocional. La creación por ley de centros de ayuda a mujeres embarazadas en crisis puede resolver el problema de una mujer embarazada como consecuencia emocional y la sociedad debe actuar sancionando drásticamente a los culpables del crimen.
Una situación conexa a las violaciones generadoras de embarazos y que se pretenden obviar en el debate es el hecho de que, cuando aprobamos que una mujer violada aborte su criatura, estamos re victimizando a esa mujer al agregarle al trauma de la violación, el trauma del aborto.
Y que no me vengan ahora con la historia de que el aborto no es un hecho traumático. Las estadísticas no mienten. El síndrome post-aborto es real.
La doctora Priscilla Coleman, Profesora Asociada de Estudios de Desarrollo Humano y Familia en la Universidad de Bowling Green, Estado de Ohio, explica que la literatura relativa a los efectos psicológicos del aborto conducida durante las últimas décadas indica que un mínimo de 10 a 20% de las mujeres experimentan reacciones adversas prolongadas, luego de haber abortado. Esto se traduce en al menos 130,000 a 260,000 casos nuevos anuales de problemas serios de salud mental en Estados Unidos.
De acuerdo a la doctora Coleman, las mujeres que abortan están en riesgo significativamente mayor de sufrir serios perjuicios a su salud mental. Los problemas que puede enfrentar una mujer que ha abortado en cuanto a su salud mental son los siguientes: desórdenes de ajuste, desorden bipolar, psicosis depresiva, depresión neurótica y esquizofrenia; abuso de sustancias y niveles clínicos significativos de depresión, ansiedad y dificultades parentales.
En 1989, se llevó a cabo un estudio en el Estado de California, que involucró a 54.000 mujeres de ingresos economicos bajos. Los estudios fueron conducidos en mujeres que acudieron a los centros módicos estatales. Del total de mujeres estudiadas, el 63% había abortado y sufría de mayores desórdenes mentales que aquellas que no habian abortado.
Los efectos negativos a la salud mental de la mujer que aborta son los siguientes:
- Culpa: El porcentaje de mujeres que reporta sentimientos de culpa asociados con un aborto se ubica entre un 29.7% y un 75%.
- Ira post-aborto y resentimiento: Un 14% de las mujeres que abortan sufren de ira y resentimiento luego de haber abortado.
- Ansiedad: Las mujeres que abortan, luego del procedimiento, experimentan ansiedad en varias formas, incluyendo sentimientos de tensión, jaquecas, dolores de estomago, preocupación excesiva por el futuro, dificultad para concentrarse e insomnio. La Dra. Coleman citó un estudio realizado en 2003 por los doctoresBradshaw y Slade, el cual afirmó que el 30% de las mujeres que abortaron experimentaron niveles clínicos de ansiedad y niveles altos de estrés general. Un estudio de los doctores Cougle, Reardon y Coleman en 2005 concluyó que las mujeres que abortan tienen un 34% mayor de posibilidades de sufrir de Desorden de Ansiedad Generalizado que las mujeres que dan a luz a sus hijos.
- Desorden de Estrés Post-Traumatico: El 14.3% de las mujeres que abortan sufren esta enfermedad, la cual consiste en actitudes escapistas, pensamientos no deseados, pesadillas, imsomnio e irritabilidad.
- Depresión: Muchas mujeres con historias de aborto experimentaron síntomas de depresión, los cuales son: actitudes tristes, episodios de llanto súbito y descontrolado, auto-estima baja, dificultades sexuales, motivación reducida y conflictos en sus relaciones interpersonales. De acuerdo a un estudio realizado por el doctor Reardon en 2003, las mujeres que abortan tienen un 65% mayor de posibilidades de sufrir de depresión que aquellas que paren sus criaturas.
- Ideas suicidas.
- Abuso de sustancias. Los doctores Reardon y Ney (2000) determinaron que las mujeres que abortan reportan un abuso de sustancias 5 veces mayor que las mujeres que no lo hacen. Coleman y sus colegas (2002) publicaron un estudio en el Boletin Americano de Obstetricia y Ginecologia, el cual indica que la mujer embarazada con un historial previo de aborto, comparada con la mujer embarazada sin historia de aborto, es 10 veces más propensa al consumo de marihuana, 5 veces más propensa al consumo de otras drogas y dos veces más propensa al consumo de alcohol.
- Problemas de relaciones: El estrés asociado con un aborto puede causar perjuicios a las relaciones íntimas. Los estudios han demostrado que el aborto está vinculado a un incremento de la disfunción sexual, problemas de comunicación y otras dificultades en las relaciones, incluyendo separación o divorcio. Por ejemplo, Rue (2004) demostró que el 24% de las mujeres estudiadas reportaron problemas sexuales, directamente vinculados a un aborto previo.
¿Y en este tremendo lío es que quieren meter los “progresistas” a las mujeres embarazadas como consecuencia de una violación? ¿No se dan cuenta que, si logran la aprobación de la despenalización del aborto, estarían creando miles de nuevos casos problemáticos de salud mental? ¿Saben los promotores de la despenalización que el presupuesto anual del Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública no alcanzaría para atender esos nuevos casos?
A aquellos que defienden el aborto en casos de violación, les pregunto: por un momento, piensen en su círculo de amistades. ¿Saben ustedes, por el solo hecho de mirarlas al rostro, de qué forma fueron concebidas? ¿Si alguna de sus amistades hubiese sido concebida mediante una violación, la tratarían diferente? Por supuesto que no. Sin importar como una vida comienza, cada persona es valiosa. Cada persona es valiosa porque es un ser humano.