El hombre prevalece por el  valor:

Su belleza es la honra, su

Poder… ¡la inteligencia!

J. Montalvo.-

Como si la fiebre estuviera en la sabana, así tratamos la gran mayoría de nuestros problemas. Y las declaraciones y soluciones que promueven algunos representantes para resolver estas enfermedades sociales que hemos acarreado por tanto tiempo, más bien  parecen dirigidas al figureo mediático y más aún, cuando estamos en plena campaña electoral.

Pesadillas e insomnios, bajo ellas vivimos el día a día. El tratar de dilatar hasta el infinito nuestra agonía, parece ser la meta de los que de una u otra manera se turnan -si es que lo hacen- para gobernarnos, sin que aparezcan las reales soluciones, donde en muchos de ellos, solo hace falta la buena voluntad para resolverlos.

Atrapados en medio de su aberrante clientelismo creado por ellos mismos, más bien parecen trogloditas listos para devorarnos, sin que si vislumbre la manera de desenredarnos del marasmo que nos ahoga, que va más allá que una simple enredadera, inclusive de un simple estado caquéctico. Es un estado del cual nos han hecho sus esclavos, donde solo servimos para limpiar su tártaro cada vez que por medio de su boca indelicada, nos clavan las dentelladas abusivas con sus vacuos discursos.

Nadie con más moral y mejores palabras, para describir el gran problema del cual son endémicos los espíritus de la mayoría de nuestros “Honorables”, que el Papa Francisco, al expresar que uno de los desafíos más urgente es el de afrontar la globalización de la indiferencia, la actitud egoísta e indiferente ante el sufrimiento de los demás. Al parecer, algún Santo le susurro algo sobre nuestros políticos al Papa. “Cuando se sienten bien y a gusto, se olvidan de los demás y no se interesan de sus problemas, ni de sus sufrimientos, ni de las injusticias que padecen”.

Más claro ni el agua. Así como la línea está compuesta por miles de puntos, como si fuese una línea infinita, por igual son infinitas las indelicadezas y desparpajo de estos clanes políticos. Solo sus intereses importan. Parecen sapos, saltando de entelequias en entelequias políticas en busca de prebendas y reclamando liderazgos como si este pudiera ser heredado. Mientras tanto, las miajas para la plebe, que solo sirve para miccional encima de ella cuando no se está en campaña y cuando si, para engatusarla con la obtención engañosa y burlona de su voto.

LA vergüenza de estos “lideres” de pacotilla o “líderes de los menesterosos”, a quienes le han comprado hasta la conciencia y la capacidad para “algo” pensar, al parecer era verde y se la comieron los burros. Y quizás, esa falta de vergüenza es la explicación de su accionar descarado y prepotente, haciendo gala de un blindaje humillante y abusivo.

En ocasiones me cuestiono que significa ser dominicano y siempre llego a la misma conclusión, de que ser dominicano, es ser pendejo. Quizás hasta ingenuos, esperando un milagro que haga cambiar el pensar de nuestros políticos. Y no dijo que sean mejor o peor que los  de otros países pero, eso sí, más cojonudos para hacer indelicadezas que todos juntos. Creo que por nuestras venas, corre sangre con rasgos oscuros que albergan los genes originales de sumisión, superstición y de un loco fanatismo.

En resumen, considero firmemente que nuestro gran problema es la falta de responsabilidad de aquellos llamados a ejercer la autoridad que le confieren las leyes para aplicar las mismas sin importar partido, religión o clase social y más ahora, que las aspiraciones afloran; la desesperación crece; la ambición se desborda; mueren un par de tontos útiles y fin de la historia… ¡O quizás continúe! ¡Si señor!