Uno despierta un día de un sueño olvidado. Abre los ojos lentamente hasta alcanzar una conciencia extraña. No sabe si es o si fue o si esta…

 

Entonces comienza a dudar si en verdad despertó o si aún está soñando. Se lanza a caminar por ahí y en el camino se va construyendo historias.

 

Va dejando amigos, ciudades, montañas y hasta nada en un mar inmenso sin arriesgarse lejos de la orilla.

 

No se da cuenta que el riesgo mayor está en su cabeza.

 

Desconcertado se hace una pregunta que luego olvida. ¿qué significa todo esto? Y sigue caminando, despojando puentes, asesinando corazones, abriendo y cerrando puertas…

 

Por un momento se olvida de todo y sonríe. Agradece por los que nacieron en su sueño y los ve caminar y perderse también entre nubes y edificios.

 

La vida se pierde en cualquier esquina, piensa. Mira hacia atrás y “prisnado” ve diluirse su memoria en su pasado.

 

Ya no hay dolores ajados, solo una luz al frente que se difusa en neblina.

 

Se amaña al olvido y se hace fuerte. Tal vez el tiempo lo ha debilitado y en su desvaír el afán por soñar soñando.

Percibe que hay un sueño detrás de este sueño que viene de un sueño. Y así se va inventando lágrimas, pasiones, dolores, amores y todas las imaginadas posesiones que no se transfieren a otros sueños.

 

Aprende a jugar y se mira. Se da cuenta que hay un peso encerrado en un cuerpo que lo ata. Que le impide volar y entonces, por primera vez se observa.

 

Y ve unos ojos que lo miran y una boca que le habla y un oído que lo escucha y unas manos que lo agarran.

 

Siente latidos en su pecho reconociendo un corazón que late indiferente, insistente.

 

Y es cuando vuelve a recordar ¿y esto? ¿qué cosa es?

 

El viaje se interrumpe cotidianamente cuando la oscuridad seduce a las sombras. Se apaga el momento y se despierta en otro. Uno se olvida otra vez de preguntar.

 

Y vuelve a vivir lo que le toca sin saber que le tocaba…

 

Hay momentos que se cruzan los sueños y uno se ve de repente en dos, tres y hasta cuatro. Los deja vu se convierten en paramnesia y el delirio nos aturde fugazmente.

 

El cuerpo se queda inmóvil y ajeno. La energía flota sobre la cabeza y se baila en un tornado sin ritmo marcado.

 

Una infinita célula del universo que guarda en sí todos los secretos.

 

Y allí uno se reconoce Dios, padre, madre, conciencia, luz…sentido.

 

Despierta uno despertado en otro sueño que se despierta en una sucesión de abismos que se caen dentro de sí uno tras otro.

 

Y ve surgir entre la bruma y la luz la pregunta; ¿y esto para qué?

 

Infinita ecuación que nunca termina de dar un resultado final y que no da sentido a un principio.

 

Un surgir y resurgir sin espontaneidad. Un cálculo detallado que estalla en un desorden ordenado.

 

Demasiados sueños para una mente gastada que se encariña con la nada. Que se empeña en detener el viaje en un sueño cualquiera. Donde el “amor” toco un corazón sordo en su latir e indiferente a la melodía del alma.

 

El viaje es infinito y sin sentido humano. Lo humano es un sueño que solo ven tus ojos. Que solo besa tu boca, que solo escuchan tus oídos y que nunca… tocaran tus manos.

 

En esté viaje no hay paradas. !solo caminos! ¡Salud! mínimo caminero