Hace un tiempo, en ocasión del primer gobierno del PLD, se hizo la comparación de que el PLD iba a superar la marca del PRI (el mexicano original que responde al nombre de Partido Revolucionario Institucional) que gobernó 70 años del siglo XX, hasta que el partido de acción nacional lo sacara del poder. Pensándolo bien, luego de varias décadas, el PRI volvió al poder y luce en la disyuntiva que no sobreviva a su regreso al poder.

Javier LaFuente escribió: “El PRI busca reinventarse ante el creciente  desprestigio social”, disponible en el enlace de El País siguiente: http://internacional.elpais.com/internacional/2017/06/30/mexico/1498845699_562161.html  donde reflexiona que la modernización iniciada por el gobierno de Peña Nieto contrasta con la realidad de que los gobernadores priístas o están presos o están prófugos, produciendo una baja sustancial de votos, superados, por la izquierda por el partido Morena de López Obrador.

No podemos olvidar que la máxima autoridad del PLD pronosticó que en el bicentenario del país en el 2048 sería bajo el mandato de esa organización político-partidaria, por lo que me atrevo a invitarles a verse en el espejo del PRI en el artículo de LaFuente.  ¿Qué es lo que más me llama la atención? Son muchas y varias, pero señalo especialmente la involución de la democracia interna del PRI.

Esa involución ha provocado que el círculo cerrado se reduce a la práctica de “el tapado” cuando el presidente señalaba a quien le sucedería, pero sin la certeza de que tendría la presidencia. La trampa de la modernización de la economía ha zozobrado por la corrupción por el narco o por la colusión de las autoridades locales con las mafias criminales, que ha producido la inseguridad ciudadana  y una “guerra civil” entre mafias que ensombrece al país, cuyo punto culminante ha sido los 43 estudiantes secuestrados en Ayotzinapa.

Como dice LaFuente; “La intranquilidad se ha instalado en la alta dirigencia del PRI en las últimas semanas en la medida en que aumentan las elucubraciones sobre quién será el candidato que concurrirá a las presidenciales de 2018. El próximo agosto, el PRI celebrará una asamblea en la que se sentarán las bases de esa elección, que aún se prolongará unos meses. Pocos discuten que será Peña Nieto quien lo designe, acorde con la tradición histórica del PRI     -lo que el historiador Daniel Cosío Villegas denominó “monarquía absoluta sexenal hereditaria por vía transversal”-, pero comienzan a aparecer grietas que reclaman una mayor cercanía entre el PRI del Gobierno y el partido.”

En el caso dominicano, ¿se ha enquistado el PLD en la división entre el cambio constitucional sobre qué modelo de sucesión presidencial nos acogemos, sumado a que el huracán “Odebrecht” salpica nuestro quehacer político que los asume un aparato judicial “controlado” por el postulado de minimizar los hechos para poder sobrevivir y seguir hasta que la sucesión presidencial alcance el bicentenario de la República?

No cuentan con la dinámica sico-social de que la percepción de los ciudadanos votantes produce cambios de escenarios, como lo que prevé el PRI mejicano que aquí no entran en el cálculo electoral y jugamos sin entender los cambios que afectan la visión ciudadana del cambio de los tiempos. Hay diferencias y similitudes.