-Das ist verruckt! ¡Esto es de locos!- dijo

Gunter Zimmermann cuando lo pasé por la “Nuñez de Cáceres”, a la altura de la Olef Palmer, en el Millón.

A Gunter le había tocado parapatearme por la ciudad de Dusseldorf, cuando yo visité su ciudad natal, donde él era decano de la facultad de medicina aplicada. Ahora me tocaba a mí hacer lo mismo por él en Santo Domingo.

-Weisst du, wer Olef Palmer war? (¿Sabes quién fue Olef Palmer?)- me preguntó.

-Er war Premier von Schweden (Fue el primer ministro de Suecia)-le contesté.

-Ein Verrückter kaltblütig getötet (un loco lo asesinó a mansalva).

-Dies ist ein sehr seltenes Land (este es un pais muy raro)-ripostó el psiquiatra.

-Warum? (¿Por qué?)- le pregunté.

-Wiel In Stockholm gibt es nicht eine Strasse mit diesem Namen. Warum hier? (porque ni siquiera en Estocolmo hay una calle con ese nombre… ¿por qué aquí?).

-¡Willkommen in Dominikanisch Republik! ¡Bienvenido a República Dominicana!

En otras palabras, que mi amigo, el Doctor Gunter Zimmerman, casi se paniquió cuando lo paseé por todas esas calles con nombres de extranjeros, como la George Washington, la Winston Churchill, la Summer Wells, la Abraham Lincoln, etc. etc. etc

-Das ist seltsam und sehr lächerlich (esto es algo extraño y muy ridículo)-dijo.

El tumultuoso tráfico, entre motores, bicicletas y transeúntes, aterrorizó a Gunter.

-Warum diese Störung im öffentlichen Verkehr? (¿por qué este desorden en el trafico público?)- Is das nicht eine Insel ohne ausweg? (¿no es ésta una isla sin salida?)- Warum sind die Autos so eilig? (por qué los carros tienen tanta prisa?).

Cuando se me ocurrió parapatearlo por el corredor de las universidades dominicanas (University Row): la UASD, Utesa, Eugenio María de Hostos, Instituto Dominico-americano, Unibe, Intec, Alfa y Omega, Apec, Unphu, Universidad Católica, Ucamaima (Madre y Madrasta), Universidad del Caribe, Cedepec, Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino, Universidad de la Tercera Edad, Dr. Felix Adams) etc. etc. etc., el hombre, del susto, empezó a hablarme en castellano.

-¿No es éste un país de analfabetos?-preguntó, abriendo las pupilas como dos tizones encendidos en medio de la madrugada.

De repente, su mente teutona comenzó a funcionar como una computadora ambulante y volvió al alemán:

-Scheisse! (¡mierda!). Nur in einem Umkreis von funf Quadrat-Meilen…zwanzig Universitaten, in dissen Kleinen Analphabeten Land! (¡En este paisito de analfabetos hay veinte universidades  en un perímetro de cinco millas cuadradas!).

-Hier, Sie sind alle verrückt! (aquí están todos locos)- decretó Gunter.

-Dieses kleine Land sollte die klügste Land der Welt sein. (este paisito debiera de ser el país más inteligente del mundo).

-Wessen ist das Sie zu betrügen wollen? (¿De quién es que se quieren burlar?).

Ist es nicht selbst? (¿No será de ustedes mismos?).

Cuando invité a Gunter a cenar en el hotel Lina, no quiso ni abrir el menú. Lo acababa de parapatear por las barriadas aledañas al hotel, después de haberlo paseado por Guachupita, por los alrededores del Faro de Colón, y por el Barrio Chino. Aquello fue demasiado para él y no pudo digerirlo.

-Ich habe keinen Appetit (no tengo apetito). ¡Ihr Land ist ein unglaubliches Land! (¡Tu paisito es increíble!).

-Dies ist ein sehr widersprüchlicher Land (Este es un país muy contradictorio).

-¡Gott helfen ihrem kleinen Land! (¡Dios se apiade de tu paisito!).

Naturalmente, Gunter dijo todo eso desde la perspectiva de su mente sajona.

Ahí todo es simétrico y cuadrado. Dos y dos son siempre cuatro. 

En esta media islita de Macondo, dos y dos pueden ser doscientos, dependiendo de las comisiones corruptas que uno reciba. Por la mañana puede ser de noche y en la noche puede amanecerle a uno en el infierno pero, como el infierno puede también ser el cielo y el cielo puede ser el infierno cualquier día de la semana, Dios puede resultar de repente el Diablo… y viceversa. Así siempre ha sido y así siempre será.

De lo contrario, preguntémoselo a los que se eligen y se re-eligen, ganando siempre todas las elecciones “democráticamente” y como el Diablo manda.

Por eso el merengue ha convivido siempre con la bachata y el son montuno con el perico ripiáo y con la mangulina, como perros por su casa, como si fuera la cosa más natural del mundo

Como bien diría Gunter Zimmermann: “Das ist die Land der Verrückt sanftmütig“(esta es la tierra de los locos mansos), aunque de mansos no tengamos nada. Más bien somos unos sinverguenzones natos e incurables y por eso nunca nos morimos del espanto, aunque literalmente y en todos los sentidos, el pais ha andado siempre más jodío que el diantre.

Das verrückt Land! Das verrückt Land! ¡El país de los locos!

Entschuldigen Sie mich, liebe Leser (excúsane, querido lector).