El presidente Medina, en su discurso del 27 de febrero, mostró cierta pérdida de memoria al olvidar las cosas fundamentales que tienen a este país envuelto en el caos institucional, la fragilidad económica y el descontento social.

Tocó marginalmente lo sucedido 15 días atrás, que ha puesto la gobernabilidad en peligro y se mostró firme al reclamar que el fracaso de las elecciones municipales tiene que aclararse, lo cual es positivo si ciertamente encontraran a los responsables.

Y frente a un congreso copado por sus adeptos, habló 2 horas y media mientras miles de personas de todas las edades protestaban en la Plaza de la Bandera exigiendo democracia y respeto a la Constitución.

Entre sus aciertos, destacó el 911, el rol de la banca solidaria y las Mypimes, la atención a la primera infancia, el plan de alfabetización, la reciente ley sobre la alianza público-privada, la reducción de la pobreza y el desempleo y el 4% del PIB a educación. 

Y no podía faltar su sazonado crecimiento con baja inflación, que promedia en sus 7 año de gestión un 6% del PIB. 

¿Pero qué verdades, olvidos y errores hay en su extenso discurso?

Por ejemplo, hablar de la deuda pública era mancillar su discurso.

¿Por qué ese olvido? Simplemente porque a pesar de sus mágicas conquistas y cifras muy bien maquilladas, no soportaría poner en evidencia que su gobierno ha aumentado la deuda pública consolidada durante sus 7 años de gestión en la astronómica suma de US$22 mil millones. O sea, más de US$3 mil millones por año.

Hoy debemos US$45 mil millones, una carga que ni nuestros biznietos podrán pagar.

Pero también borró de su memoria los problemas fiscales. La calidad del gasto se ha deteriorado a tal punto que la inversión pública se redujo en 7 años de un 23% del gasto total a un 14% y las nóminas aumentaron en el mismo período en un 60%. Increíble pero cierto.

Además, el dispendio, los altos salarios, el nepotismo, el proselitismo y el asistencialismo han convertido el presupuesto nacional en un patrimonio del partido gobernante para mantenerse en el poder.

Y la corrupción ¿desapareció del vocabulario presidencial?

La corrupción ha permeado a todos los niveles del quehacer institucional y representa hoy más del 1% del PIB (RD$45 mil millones) al año. Los sobornos son una práctica generalizada y muchos inversionistas se ahuyentan mientras los lobos los persiguen.

Las famosas visitas sorpresas, donde el presidente es el protagonista, el actor secundario, escribe el guion, dirige la película, la produce y la distribuye, crearon, según sus palabras, la mitad de los empleos en sus 7 años de gobierno. Wao. 

El problema con ese sueño presidencial llamado “visitas sorpresas” es la transparencia. El pueblo quisiera saber cuánto de ese dinero llegó a las manos de los beneficiarios y cuanto se quedó en el redil burocrático, y más aun cual fue el impacto real (no imaginario) de esa inversión y su retorno. Lamentablemente, esa información no existe. 

Pero hay otro error de interpretación del presidente. La creación de empleo en sus 7 años de gobierno ha sido mayormente en el sector informal de la economía y en la burocracia gubernamental porque el crecimiento del empleo formal es una quimera por el bajo nivel de competitividad de nuestra economía.

Sobre la salud y el sector eléctrico, aunque no olvidó tratarlo, debió obviarlo y usar su falta de memoria para dejarlo fuera del discurso.

Con el 1.9% del PIB a la salud jamás podrían mostrarse logros importantes en este sector. Todo lo contrario. Y lo de Punta Catalina, hay que abrir muchos expedientes judiciales para saber cómo llegó a costar casi US$3,000 millones y no los US$1,900 millones que originalmente costaría. Ni hablar de los apagones y de las altas tarifas, promesas que jamás se cumplieron.

Pero el anhelado 4% del PIB a educación desinfló las expectativas del mandatario ya que construyeron muchas escuelas, inflaron la burocracia e invirtieron mucho dinero en la tanda extendida. Sin embargo, se olvidaron de las ciencias y las matemáticas y la evaluación PISA nos restregó en la cara ese fracaso educativo después de invertir más de RD$900 mil millones en 7 años. 

Finalmente, ¿y las reformas institucionales dónde están? Mencionó dos o tres de poca relevancia, pero nada dijo de las reformas al sector eléctrico, el Código Laboral, la reforma fiscal, la recapitalización del BCRD, la implementación de la atención primaria en todo el país, le reforma en salud y educación, la reforma de la administración pública y la reforma judicial, entre otras.

Hay material para escribir 5 artículos más sobre las verdades, mentiras y olvidos del presidente, pero lo dejamos aquí.