-Tu debieras estar en la cárcel y no te voy a permitir que hagas conmigo lo mismo que hiciste con Bernie Sanders, víctima de tu sucia campaña de descrédito. Estas elecciones están amañadas.
-Mentiroso. Para ti, todo lo que no te conviene está siempre amañado.
“Estos debates parecen un cuento de brujas”, nos dice Paul D., quien ha prometido abstenerse, dejando su voto en blanco en noviembre. “Ninguno de los dos candidatos me convence”-dice.
-Trick or treat! (me das un regalito o te hago una trampita) es el saludo típico de la noche de Halloween todos los 31 de octubre, cuando los niños tocan las puertas en busca de golosinas. Este año, sin embargo, será: “O Hilaria Clinton o Donaldito el travieso”.
La palabra Halloween (hallow’s evening, noche de los espíritus) proviene del inglés antiguo, una práctica pre-cristiana de origen céltico, la cual fue remplazada por la Iglesia Católica Romana con la conmemoración de “Todos los Santos” (1 de noviembre), para contrarrestar así su carácter pagano, seguido inmediatamente por el “Día de todos los Difuntos” (2 de noviembre) la mañana siguiente, cuando los cementerios se llenan de cirios y de lágrimas recordando a los seres queridos que ya han partido. Una práctica totalmente anti-bíblica, porque “santos” son todos los que consagran su vida a Cristo (Filipenses 1:1) y los difuntos no necesitan misas ni oraciones ni cirios para “salvarse” (Apocalipsis 14:13).
Recuerdo mis años de monaguillo cuando el sacerdote se acercaba a las tumbas repletas de dolientes: “¿Desea un responso rezado o cantado?”- era la pregunta. Al “rezado” no se le echaba ni agua bendita (valía cincuenta cheles); el “cantado”, además del agua bendita, iba acompañado de latinazgos y de incienso y valía un peso con veinticinco. Nunca pude entender aquel mercadeo a mis diez años aunque, como monaguillo, a mí era al que le tocaba sostener el receptáculo con el agua bendita y el incensario. Aquello era de película.
No es coincidencia que este mes de noviembre sea también el mes de las ánimas y de las elecciones estadounidenses. Desde hace décadas éstas se han convertido en un verdadero “día de brujas”, en días de Halloween políticos, sobre todo las de este año del 2016.
-Si ganas, serás la copia exacta del gobierno de Barack Soetoro Obama. Ustedes dos son los verdaderos creadores del Estado Islámico y de la tragedia que está viviendo hoy el pueblo sirio. Ustedes dos son los verdaderos causantes de la hemorragia de refugiados desde el Medio Oriente. Debiera de darte vergüenza. Esto te descalifica para ser considerada como candidata a la presidencia.
-¿Está usted dispuesto a aceptar el resultado de estas elecciones?- le pregunta el moderador a Donaldo, como si estuviera tratando con un muchachito en una escuelita de barrio.
-Eso lo contestaré en su momento. Voy a mantener el suspenso porque no confío en la prensa.
Nunca se habían visto debates más hostiles en toda la historia política estadounidense, repletos de animosidad mutua y de falta de respeto. En ningún momento se saludaron como lo requiere el protocolo en estas comparecencias ritualistas de cada cuatro años.
“Esto es una vergüenza. He salido más confundida que antes después de presenciar este último debate”- nos dice Mary Stuart, una ama de casa. “En vez de habernos ilustrado sobre las verdaderas diferencias entre los candidatos estos debates solo han servido para confundirnos aún más. No me siento preparada para ejercer mi sufragio este año”.
Solamente faltaron tres o cuatro brujas detrás de cada candidato (¡a lo mejor las había!) para convertir estos debates entre Hilaria y Donaldo (sobre todo el último) en una verdadera noche de Halloween interminable.
¡Que Dios ayude a los Estados Unidos de América!