Ante el dicho frecuente de que ‘República Dominicana no puede cargar con Haití’, es importante considerar los beneficios reales que describo a continuación.
En primer lugar, Haití es nuestro segundo socio comercial, después de los Estados Unidos, de modo que, representa un gran soporte para nuestro balance comercial.
En segundo lugar, Haití es el país que más estudiantes universitarios nos envía, lo cual representa unos 12,000 estudiantes pagando matricula, pensión, y consumiendo productos locales.
En tercer lugar, nuestro país también se beneficia de la llegada de turistas haitianos, a quienes les resulta más fácil cruzar de este lado a vacacionar que irse a sitios más costosos.
En cuarto lugar, República Dominicana se benéfica de las inversiones de la clase adinerada haitiana, comprando bienes inmuebles e invirtiendo en negocios.
Los economistas deben explicar lo que pasaría si un día Haití encontrara la forma de buscarse otro socio comercial, y se llevara estos siete renglones para otra parte, pues nuestra opinión es que sufriríamos una crisis económica sin precedentes, con caída brusca del PIB, y la consiguiente crisis social y política.
En quinto lugar, nuestro país se beneficia de los cuadros y el arte que produce la diáspora haitiana, y que es muy cotizado por los turistas que nos visitan.
En sexto lugar, los haitianos nos proveen de mano de obra barata, tal como se necesita en el mundo capitalista, pues el extranjero realiza tareas que nosotros no queremos hacer, especialmente en agricultura, construcción, y servicios.
En séptimo lugar, los haitianos residentes, tanto legales como indocumentados, incrementan el consumo de bienes y servicios, en beneficio de nuestro comercio.
Los economistas deben explicar lo que pasaría si un día Haití encontrara la forma de buscarse otro socio comercial, y se llevara estos siete renglones para otra parte, pues nuestra opinión es que sufriríamos una crisis económica sin precedentes, con caída brusca del PIB, y la consiguiente crisis social y política.
De modo que, no se trata de ‘cargar con los problemas de Haití’, sino de poner algunas reglas de juego para sacar ventaja de la situación.
En primer lugar, hay que acabar con el ‘macuteo’ de la frontera, y establecer de este modo un ‘muro legal’, pues, sin controles estrictos incluso el muro físico podría ser burlado.
En segundo lugar, después de construir el ‘muro legal’, podríamos entregar -a los indocumentados que tengan trabajo fijo- un documento de identidad provisional, hasta tanto puedan regularizar su situación.
En tercer lugar, debemos expulsar del país, sin contemplaciones, a todo extranjero vago o delincuente.
En cuarto lugar, hay que aplicar de forma irrestricta la ley que fija un tope de 20% para extranjeros en una empresa.
En quinto lugar, a todo extranjero con documento provisional y que labore en alguna empresa, hay que ponerlo en la seguridad social, de modo que compense de esa manera los servicios sanitarios que reciba.
Con estas medidas el ‘problema haitiano’deviene en ¡oportunidad!, y en actitud consecuente con nuestros vecinos.