Que venga el Reino de Dios es uno de los anhelos fundamentales de todo cristiano, también una esperanza imperecedera dada por el Señor Jesucristo cuando enseñó el modelo ideal para la oración a sus discípulos en el Padre Nuestro.

Las palabras Venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo, tienen un significado profundo y de gran impacto social. El Reino de Dios implica dos aspectos principales: justicia y paz, imprescindibles para una buena sociedad humana.

Jesucristo sabía la importancia de traer el Reino a la tierra, tema que los discípulos en ese tiempo no entendían a cabalidad. Sólo a través de esa esperanza, los hombres y mujeres pueden entender los propósitos divinos.

Hablaremos primero de la paz, que podemos definirla como el estado de armonía disponible para los hombres y mujeres que se puede conseguir sólo a través de una correcta relación con Dios primeramente, después con uno mismo y en tercer lugar con los demás.

Sin estas tres vertientes es imposible que podamos tener la paz del Reino. En el libro de los Salmos, capítulo 4 versículo 8, el salmista dice lo siguiente: En paz me acuesto y me duermo porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado.

La Biblia menciona muchas razones del por qué carecemos de paz. Algunas de ellas son el sufrimiento, el temor a la muerte, la opresión, la envidia, la discordia, la maldad, pero también nos dice como alcanzarla: mediante la obediencia a la Palabra de Dios, Los que aman tu ley disfrutan de gran bienestar, y nada los hace tropezar (Salmos 119:165); mediante el esfuerzo humano, Por lo tanto esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación (Romanos 14:19), mediante la confianza en Dios y Jesucristo y llevando una vida piadosa.

Otro de los atributos de Dios es la justicia, uno de los reclamos más recurrentes de nuestra sociedad. La justicia social Jesucristo la definió como dar a cada cual lo que se merece y que dejen de existir las estructuras sociales de opresión.

Hay muchas causas y consecuencias de la injusticia y la Biblia es clara cuando dice que Dios no apoya la injusticia. En su contenido identifica las fuentes principales de la injusticia: los gobernantes, las estructuras sociales, el pecado, algunos líderes religiosos.

También indica los entornos habituales de la injusticia y donde se manifiesta el maltrato habitual principalmente a los pobres: los tribunales, el gobierno, en los negocios, en la comunidad y en la vida familiar.

En el libro de Eclesiastés capítulo 5 versículo 8 se dice lo siguiente: Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto y uno más alto está sobre ellos. Esto indica que Dios permanece vigilante en contra de los entornos sociales de injusticia.

Una interrogante fundamental sobre la injustica de los gobernantes se encuentra en el libro de los Salmos capítulo 58 versículos 1 y 2 que dicen lo siguiente: ¿Acaso ustedes gobernantes, actúan con justicia y juzgan con rectitud a los seres humanos? Al contrario, con la mente traman injusticia, y la violencia de sus manos se desata en el país.

El Reino de Dios plantea la vocación social de contar con jueces y fiscales idóneos, estructuras sociales que favorezcan que todos tengan lo que merecen, sistema económico que no esquilme a los más vulnerables y gobernantes que tengan la voluntad de ayudar a los necesitados.

La petición “Venga tu Reino” es nuestro anhelo perenne, y más en los tiempos tan difíciles en el mundo de hoy. La aspiración a una sociedad justa tal como la establece el diseño divino.