El pasado 4 de febrero fue conmemorado el día internacional del cáncer. Con 8.2 millones de personas muriendo cada año de cáncer, esta enfermedad se constituye en una de las principales causas de muerte en todo el mundo.
Enormes sumas de dinero que se invierten en investigación y en los diversos medios diagnósticos y de tratamientos que se aplican, parecen no tener efecto en detener lo que muchas personas han señalado como una plaga apocalíptica. Quien acaso no tiene un familiar o conocido al que le han diagnosticado cáncer?
Recuerdo en épocas pasadas cuando el perfil epidemiológico de nuestra población se acercaba más a la prevalencia de enfermedades virales, bacterianas o parasitarias, con unas manifestaciones agudas, contagiosas y de origen conocido que se acompañaban de fiebres o síntomas broncopulmonares y gastrointestinales.
A grandes males grandes remedios. Aun no podemos hablar de la cura definitiva, pero si existen valiosos medios con los cuales podemos contener la enfermedad, mejorar nuestra calidad de vida y lo más importante: podemos prevenirla
Sin embargo, esta realidad parece estar cambiando y hoy nuestro país presenta más un perfil de una mayor cantidad de enfermedades crónicas, autoinmunes y degenerativas, lo que nos acerca a una transición hacia las afecciones que son más frecuente en países desarrollados por lo que ha de esperarse un incremento de esta enfermedad en la próxima década.
32 millones de personas viven actualmente en el mundo con cáncer y cada año se añaden 14 millones más, lo que supone un incremento de un 70% en los próximos 20 años, según cifras de la OMS. Todo parece indicar que las cifras en nuestro país también seguirán aumentando.
Mientras los científicos estudian la forma de abordar y medir el impacto que tienen los más de 200 tipos diferentes de cáncer que azotan la humanidad, es cuando recibimos esta nefasta noticia de su diagnóstico o cuando afecta a algún familiar que nos preguntamos por qué yo…por qué a mí….que cosa incorrecta ha sucedido para que llegue esta tragedia…
Aunque se desconocen sus orígenes, la aparición del cáncer se asocia a cuatro grandes factores de riesgo: tabaquismo, mala alimentación con obesidad, consumo de alcohol e inactividad física. A estos factores se les considera desencadenantes de un tercio de las muertes por cáncer (Cáncer Research UK). Sin embargo se ha podido comprobar que el cáncer solo se desarrolla si existen las condiciones propicias y adecuadas para ello, lo cual incluye la existencia de un medio interno acido, poca presencia de oxígeno en células y tejidos del cuerpo, alta concentración de azucares con elevados niveles de desechos tóxicos, químicos o metales pesados.
De ahí que han surgido numerosas alternativas que incluyen terapias que generan elevados niveles de oxígeno como la ozonoterapia, equilibran el PH del cuerpo lo cual se consigue con una dieta alcalina y desintoxicante y se complementan con la eliminación de los metales pesados y tóxicos del cuerpo. También el uso eficaz de las células mesénquimas progenitoras adultas derivadas de grasa y medula ósea han dado excelente resultado en ciertos tipos de cáncer de medula, leucemia y linfomas.
A grandes males grandes remedios. Aun no podemos hablar de la cura definitiva, pero si existen valiosos medios con los cuales podemos contener la enfermedad, mejorar nuestra calidad de vida y lo más importante: podemos prevenirla.
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