Si Roberto Rosario busca seguir integrando la Junta Central Electoral (JCE) aunque sabe que once partidos de la oposición –y medio pueblo- están resueltamente en contra de que cualquiera de los actuales titulares de ese tribunal continúe en el cargo, no habrá dudas de que él no respeta a este país y mucho menos se respeta él mismo.

Pretender ser un árbitro aunque esté abiertamente cuestionado por una parte significativa de los que compiten en unas elecciones, es una muestra muy palpable de arrogancia que no debe ser refrendada por Danilo Medina, líder del mayoritario en el Senado Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que escoge a los miembros de la JCE.

Y Medina no debe refrendarlo porque su agenda para el 17 de mayo de 2020 está muy clara a la vista de todos los que tienen ojos para ver.

Lo menos que necesita Medina para su nuevo enfrentamiento con Leonel Fernández a lo interno del PLD y con la oposición ahora coordinada pero nunca unida, es un tribunal abiertamente cuestionado desde la cuna tanto por gran parte del país como por el poder fáctico de Estados Unidos y con el lastre de las elecciones del 15 de mayo de 2016.

Si Rosario no se considera el cuarto padre de la patria, debía retirarse tranquilo a leer los viejos folletos de Voz Proletaria (Paz a los restos del venerable Juan B. Mejía) en la confortabilidad de su nueva vida devorando su sobrasada, aunque no lo podrá hacer en Miami, USA, porque los antiguos yanquis ya le retiraron la visa y no hay forma de que legalmente pueda entrar al territorio de esa potencia salvo que dedique 10,000 dólares para un viaje ilegal que no creo que se atreva a emprender porque una cosa es imponerse a la voluntad de medio pueblo dominicano y otra muy diferente es exponerse a un policía fronterizo y a un juez estadounidense como lo hacen los “tígueres” comunes –no los relevantes- del país.

Lo que más le conviene a Rosario –aunque él no lo sepa- es disfrutar su riqueza en una de las “reservaciones apache” del país, muy, pero muy apartado de las exposiciones públicas, porque si bien hoy no tiene visa-USA, lo peor sería terminar pro-ce-sa-do… algo que me extrañaría que no ocurriera si sigue apretando la tuerca.

¿Cómo reaccionaría la oposición si la mayoría senatorial del PLD le impone a Rosario como presidente vitalicio de la JCE?

No lo se porque esos dirigentes políticos son tan bobos que pese a mi humilde advertencia http://acento.com.do/2016/opinion/8362991-las-tareas-clave-la-oposicion-hoy/ cayeron en la trampa de ir solos –sin el pueblo movilizado- a discutir “el perfil” de los nuevos integrantes de la JCE convocados por el experimentado “mediador” Agripino Núñez Collado, que el Papa Francisco dejó sin relevancia dentro del ámbito de la Iglesia católica dominicana, y sus razones tendrá.

La oposición no parece entender definitivamente que el Comité Político del PLD es más independiente como mediador que Agripino y mucho más imparcial como tribunal electoral que Roberto Rosario. No comprender cuáles batallas deciden el fin de la contienda es la peor fatalidad de un guerrero.

¿Cómo reaccionará Estados Unidos ante una designación de Rosario como eterno heredero de la JCE?

Esa es la pregunta que debe descifrar Danilo Medina –no el senador Adriano Sánchez Roa- de cara a su objetivo del año 2020, que para mí –reitero- está súper claro.

Las elecciones de 2020 se estabilizan o desestabilizan definitivamente con la selección de los jueces de la JCE y del Tribunal Superior Electoral, que están previstos para los próximos días, luego de que termine la farsa del diálogo inter partidario con la participación de la “sociedad civil”.

Este viernes 16 de septiembre de 2016 es Luna Llena y es muy buen tiempo para razonar comedidamente. Los que tienen qué perder no deben exponerse ante los que no tienen nada que perder, porque eso puede resultar muy peligroso. ¡Perdonen la franqueza!