Mi madre  y  mi padre  fueron  boschistas rayanos en la religiosidad hasta 1970,  y luego  peñagomistas hasta el tuétano;  y  dos o tres días antes de las elecciones  acostumbraban  sacar cuentas de los posibles votos que obtendría su partido.  Desde el nuestro, recorrían mentalmente hogar por hogar y señalaban con rayitas en un cuaderno  los  votos que entendían había en cada uno de estos.   Los recuerdo en ese ejercicio ya en 1962,  y  casi siempre sus cuentas quedaban muy próximas a los resultados finales de las elecciones. Porque  Los  Charamicos de Sosua de  aquel entonces era un vecindario grande  y se sabía cuántas personas había en cada hogar y  cuáles sus  simpatías políticas.

Tenían el buen juicio de asignarle a Balaguer los votos de aquellas personas que decían no simpatizar por nadie ni gustarle participar en “revistas”, como se le decía a los mítines desde la era de Trujillo.

Hoy es  impensable hacer ese tipo de conteo.  Porque  Los  Charamicos de Sosua  dejaron de ser un vecindario, y más, porque buena parte de los votantes actuales  no son como aquellos y aquellas,  fieles a su bandera y simbología políticas.  Todavía las elecciones no eran abordadas con las reglas del  mercado.  Y, aunque hay un porcentaje importante de fieles a la historia, simbología y líderes de sus agrupaciones políticas,  los votantes que deciden son con mucho influidos por la publicidad, los deseos de trascender en una carrera, política o profesional en otros campos;   y otra gran masa se rige  por sus posibilidades de dar solución a las  premuras materiales inmediatas.

Pero se puede hacer una especie de pase de cuentas; con los recursos de varias ciencias y técnicas enfocar realidades que están fuera de nuestros deseos, y hacer valoraciones; o mejor, formularnos preguntas desafiantes para definir líneas y prácticas electorales.

En el discurso ante la Asamblea Nacional del pasado  27 de febrero, el presidente de la República dijo que “la Vicepresidenta ya incorporó 110 mil 273  nuevas  familias al Programa Solidaridad y dio apoyo a 710 mil hogares mediante el Programa Progresando con Solidaridad…”

Las estadísticas de los programas de asistencia social directa por parte del gobierno dicen que había 700 mil hogares beneficiados con el programa  “Comer es Primero”.  Con las 110 mil 273 adicionadas,  serían 810 mil 273.  Hay 800 mil hogares beneficiados con  el  “Bono Gas”; 500 mil reciben el “Bono Luz”  y 300 mil se benefician con el programa de incentivo para que envíen  los hijos a las escuelas.  Las que reciben el primero son beneficiarias además con un incentivo de Mil pesos por cada curso técnico en que participe uno de los suyos.

Habría que tener el cuidado de hacer las ponderaciones para no abultar las cuentas.   En cualquier caso, la suma sobrepasaría el millón de hogares.  Súmese como beneficiarios  los hogares de  los dueños de negocios de  los bienes y servicios que se adquieren con esos bonos.

En el discurso el presidente dijo también que en el año pasado  150 mil pequeñas y medianas empresas  fueron beneficiadas por vez primera con créditos fáciles de Banca Solidaria y  la  Fundación Banreservas.  Son más hogares.

Habría  otras cuentas que añadir, resultantes del  “boroneo”  neodesarrollista.

La cantidad de personas relacionadas de manera directa e indirecta con estos beneficios  podría ser parte del  “Haber” del  PLD- gobierno,  y suman más de   2016. 

Es mucho. Pero como me muevo por doquier en el país, ando en las calles, observo y escucho lo que ocurre y se dice, no tengo ninguna duda de que si hacemos las cuentas para hacer el lado del “Deber”, estas sumarían  más que aquellas; incluso haciendo  lo que en aquellos tiempos hacían mis progenitores, que   de entrada  le  daban a Balaguer los que aparecían como estar en el medio.

El problema que seguimos teniendo para hacer estas cuentas del “Deber” es que están dispersas. Mientras que el oficialismo, con múltiples recursos materiales, institucionales y políticos a manos, imperceptibles a veces,  hala para su causa a sectores que deberían ser parte de un polo opositor,  y  logra mantener la dispersión,  que  igual conviene a  su “Haber”.

Ya lo han dicho  opiniones  que escriben con mucho acento  aquí en Acento: el deber  reclama unidad amplia, y oposición al PLD-gobierno.  Vayamos haciendo las cuentas.