Despilfarro, mala gestión y total ausencia de transparencia son las palabras que describen las finanzas del Vaticano tras la filtración de documentos de la Comisión Investigadora de los Organismos Económicos y Administrativos de la Santa Sede (COSEA). La Comisión fue creada por el papa Bergoglio para investigar el estado de las finanzas del Vaticano. Los medios internacionales han dado a conocer el Vatileaks2 con la publicación el jueves pasado de los documentos filtrados en los libros “Via Crucis” de Gianluigi Nuzzi y “Avarizia” de Emiliano Fittipaldi. 

La reacción del papa Bergoglio fue inmediata. “Quiero decir, antes que nada, que robar estos documentos es un delito. Es un acto deplorable y que no ayuda”, dijo Francisco desde la ventana del Palacio, mientras el Vaticano anunciaba que sus autoridades detuvieron al español Monseñor Lucio Vallejo Balda, y la italiana Francesca Chaouqui, acusándolos de sustracción y divulgación de material reservado, delito que puede alcanzar hasta ocho años de cárcel.

Francisco además afirma que el robo de documentos reservados de la Santa Sede no le apartará de las reformas que quiere realizar. Este razonamiento contradice los resultados que el papa pretende lograr. Precisamente, si la Iglesia quiere reformas, lo primero que tiene que asumir es transparentar sus finanzas, no ocultarlas; llevar a la justicia a los transgresores, no a los informantes que la denuncian; y seguir el consejo de uno de los evangelios, dejar que la luz brille, no puede hacerlo si se oculta. Precisamente, el problema del Vaticano es vivir bajo secretos, mientras demanda de otros confesar la verdad. 

Desde inicios del siglo XX el sociólogo Georg Simmel propuso que todas las relaciones sociales "pueden caracterizarse por la cantidad y el tipo de secreto entre ellas y alrededor de ellas” (American Journal of Sociology, No. 4, 1906, 441-498). El análisis del secreto y sociedades secretas explica como el status y el secreto afecta las relaciones al interior de la Iglesia Católica y de esta con la sociedad donde funciona. Es conveniente que alguien le regale al papa Bergoglio el capítulo sobre el secreto de la voluminosa Soziologie de Georg Simmel. (Este autor judío, fundó junto con Max Weber y Ferdinand Tönnies, la Asociación Alemana de Sociología, de la que por muchos años fue su director).

Los escándalos de protección a curas pederastas, no son casuales y producidos por una “mala manzana” como han pretendido presentar las Jerarquías de las iglesias locales y la Curia Vaticana. La protección de curas pederastas surge del secreto y de la confianza de los creyentes en sus ministros, que les permite tener una fe ciega o confianza debido al secreto que rodea sus comportamientos. Pero al igual que demandamos transparencia de los personajes públicos que administran el estado, es necesario demandar transparencia de los que administran los bienes de otros mundos considerados “sagrados”. (Cada religión ofrece menús diferentes del más allá). 

Es necesario aprender la lección de la reforma de las iglesias en países desarrollados, algo que no se refleja en la Republica Dominicana ni países bananeros poco institucionalizados. La reforma de la iglesia para castigar a curas pedófilos, como traté en mi artículo anterior, no surgió de la Iglesia, sino de las investigaciones del Boston Globe y el destape del gran secreto de una institución milenaria encubridora de los abusos sexuales de menores de sus ministros religiosos. Fue precisamente cuando estos abusos se hicieron públicos y las leyes de las repúblicas se les aplicaron a los “hombres de Dios” que países de Europa, Australia y Norteamérica lograron someter a los responsables (pederastas y sus encubridores) a la justicia. Pagaron con encarcelamientos e indemnizaciones por sus delitos.

De igual manera, la “reforma” que busca Francisco es sencilla. No necesita inventar nada. Solo debe implementar en el Banco del Vaticano los mismos controles reguladores que la Unión Europea impone a sus bancos, nada más y nada menos. Por esa vía, el papa argentino obtendrá los mismos resultados que obtuvo el papa Ratzinger cuando enfrentó a los delatores del primer Vatileak, a saber, más de lo mismo. (Aunque es necesario reconocer y aprender de la reciente crisis bancaria, que surgió precisamente de la venta de “derivadas” cuyo contenido era secreto debido a la desregularización bancaria iniciada con el gobierno de Bill Clinton y multiplicada durante la dinastía de los Bush en una economía globalizada). 

En los países bananeros de América Latina y en Republica Dominicana en particular, la Iglesia instrumentaliza los poderes del Estado e impone el ocultamiento de su financiamiento en el presupuesto nacional. De esta manera, el Episcopado Dominicano y el Vaticano que lo respalda, contribuyen a la corrupción de los poderes del Estado y a que no se trasparenten las transacciones contrarias a la Constitución y las leyes.

La Republica Dominicana, como he repetido frecuentemente, es un típico ejemplo de encubrimiento estatal y eclesial. Sostiene una Iglesia oficial bajo un Concordato anacrónico que oculta y ni siquiera menciona en la Ley de Educación 66-97 que lo aplica religiosamente. Ambos, el Estado y la Iglesia, se han convertido en maestros del engaño, gobernando en secreto como estado confesional, y sustituyendo la información, los debates y discusión de ideas con prebendas, promoción de fanatismos, e ignorancia. De aquí que la Republica alcance los primeros puestos entre los países más corruptos del mundo y entre los más conservadores del continente americano.

El funcionamiento de las democracias modernas exige transparencia y rendición de cuentas. Cada parte, debe de estar informada de las relaciones y los hechos que les afectan. Por eso, la Iglesia Romana en el Siglo XXI, tiene la obligación de rendir cuentas hacia los fieles que la subsidian y en el caso de estados confesionales, (como de facto es el Estado Dominicano), hacia el pueblo que la financia con sus impuestos y en contra de la voluntad de los no-católicos y de muchos católicos y sacerdotes de la base. Debemos tener presente que cuando la verdad se oculta, se miente. Los actos inmorales, siempre buscan esconderse, aunque no sean penados por la Ley.

El Vaticano funciona como una corporación, en que una élite de la curia romana tiene acceso a la información. Su principal preocupación es ocultar la verdad y desviar los fines explícitos de la institución: en vez de buscar el bien común en la sociedad, busca los intereses particulares de su institución. Lamentablemente, el argentino Bergoglio está siguiendo los mismos pasos del alemán Ratzinger que condenó a su mayordomo Paolo Gabiele por filtrar documentos reservados. 

Con esta acción, el Vaticano camina en dirección opuesta a la Unión Europea. Su Parlamento acaba de adoptar una contundente resolución el pasado 29 de octubre de 2015 solicitando a las 28 naciones de la Unión que reconozcan a Edward Snowden  como “un informante y defensor internacional de los derechos humanos” para que sea protegido de la persecución que es objeto. La resolución llama a los países de la UE a derogar cualquier sentencia de criminalidad contra Edward Snowden, a protegerlo, y en consecuencia prevenir una extradición por vía de terceros.

Además, al Vaticano no le interesa que se conozca el origen de riqueza ni su volumen. Se estima que además de sus propiedades alrededor del mundo y los tesoros del Vaticano, posee el 20% de las propiedades inmobiliarias de Italia. Su riqueza se remonta al Tratado de Letrán del 11 de febrero de 1929, entre Benito Mussolini, primer ministro italiano, fascista y con poderes dictatoriales, y la Santa Sede. En su libro Money, Murder and the Mafia. The Vatican Exposed (2003), Paul L. Williams, aprovechó sus años como consultor del FBI para investigar el origen de su riqueza y exponer los negocios “moralmente cuestionables” del Vaticano con “organizaciones siniestras”.

Con el Tratado de Letrán, Williams documenta como Mussolini recibió el apoyo del pueblo italiano, eminentemente católico, y la Santa Sede recibió cuantiosos beneficios. Entre ellos, el Vaticano recuperó su territorio, parte del patrimonio de San Pedro, liberación de impuestos de sus bienes inmobiliarios, y personalidad jurídica internacional (status de Estado). Además recibió el pago de $90 millones de dólares, sueldos garantizados para sus sacerdotes y obispos por el gobierno italiano en el territorio italiano, y la formación católica de las futuras generaciones financiada por el Estado en las escuelas públicas. 

"No es de extrañarnos, que en agradecimiento a Mussolini, el papa Eugenio Pacelli (Pío XII) intercediera para evitar que los criminales de guerra italianos fuesen condenados". La fuente se encuentra en la Biblioteca y Museo Harry S. Truman de los Estados Unidos, The War Crimes Trials at Nuremberg. Nota de la Prensa Judía Independiente del 28 de agosto de 1944.  La nota documenta la audiencia de 45 minutos sostenida por el Papa Pio XII con el Primer Ministro Winston Churchill y el reporte de la fuente del Vaticano, según el cual el papa expresó la esperanza de que los castigos a criminales de guerra no se extendieran a la gente de Italia, sugiriendo que debían ser considerarse aliados con el resto de las Naciones Unidas. Recuperado de: http://www.trumanlibrary.org/whistlestop/study_collections/nuremberg/documents/index.php?documentdate=1944-08-29&documentid=C107-10-54&studycollectionid=&pagenumber=1)