Cada inicio de año es común el que todos pasemos revista a lo que hemos recorrido, qué hemos logrado, qué hemos perdido, en qué hemos triunfado y en qué aún tenemos áreas de oportunidad. Igualmente, es época de trazar esos planes para un nuevo plazo que inicia en el calendario, miramos con esperanza el futuro y nos proponemos una lista de cosas, muchas veces sin dimensionar el impacto que tiene en nuestra vida y el qué necesitamos para poder alcanzarlas.

¿De qué depende de que triunfemos o fracasemos en ese plan? Si bien, el calendario es un invento del hombre para medir el tiempo, para establecer plazos y poder marcar acontecimientos, cada nueva fecha es oportuna para organizar nuestra vida y planificar.

Comenzamos generalmente creando una lista de objetivos, en diferentes planos, personales, profesionales, materiales, y con entusiasmo conversamos sobre ello con nuestros cercanos o lo interiorizamos buscando fuerza de voluntad. Y vemos pasar los días y muchos de esos pensamientos se van diluyendo cuando dejamos de insistir y nos envolvemos en la rutina, en la lamentable zona de confort. 

El triunfo es proporcional al esfuerzo, el esfuerzo es proporcional al compromiso, el compromiso va relacionado con la plena consciencia y convicción de que queremos y de que podemos llegar a una meta o propósito positivo. Firmeza.

Mucho depende de cuáles sean nuestras expectativas y de qué visualicemos como recompensa o logro y de cuáles factores cognitivos o emocionales nos impulsen. A una semana de este nuevo año, ¿cómo va tu dedicación, visión y esperanza de cambio? Enfoca tu energía, tus pensamientos positivos y actúa. Ningún plan sin acción funciona, ¿Con qué medios cuentas para conseguir tus objetivos? ¿Cuáles son tus aliados? ¿Cuáles son tus detractores? ¿Tienes claro si tu entorno es un ente propicio para llegar a la meta?

Si tus metas son muy ambiciosas, muy amplias, vale segmentarlas. Si son logrables en corto plazo, enfócate. Si no son tan realistas, aterrízalas. ¿Has pensado en qué puedes aportar a los demás? ¿En volver esos planes menos individualistas? ¿Está atada tu lista a tus valores personales? Que tal hacer una matriz: Pareja, familia y amigos; educación, trabajo, reconocimiento; salud, bienestar, entretenimiento; espiritualidad, religión, humanidad, voluntariado. Recuerda el darte y el dar a los demás.

Todo plan necesita medición, revisión, valoración, esto debemos hacerlo con total honestidad. Nuestro mayor compromiso debe ser con nosotros mismos, debemos hacer de nuestra vida el más importante proyecto, el mejor producto, la mejor empresa.

El tiempo no se detiene, no espera, no perdona. Todo tiene un plazo debajo del cielo. ¿En qué has decidido o vas a decidir invertir tan valioso recurso? Como dice La Biblia en Eclesiastés 11:4: “El que está vigilando el viento no sembrará; y el que está mirando las nubes no segará”, esto se traduce en que si no te mueves, si no actúas, nada pasará.