Escribir es envolver a las personas

y a los lugares en un celofán de belleza ilusoria,

situarlos enaltecidos en una geografía fantástica.

                                         Antonio Muñoz Molina

                 

– I –

Como es de público dominio el pasado viernes 25 octubre 2019 y en atención a una propuesta del rector de la Universidad ISA- Instituto Superior de Agricultura- su Consejo de Directores resolutó otorgar el título Doctor Honoris Causa al Ministro de Agricultura Ing. Osmar Benítez en un acto solemne celebrado en su atractivo y siempre espectacular campus en la Ciudad de Santiago.

Formando parte de los funcionarios y autoridades – Viceministros, Directores, Asesores- del Ministerio que en autobús nos desplazamos a la capital cibaeña para asistir a este académico reconocimiento, ignoraba que en dicho viaje y posterior ceremonia experimentaría placenteras y desapacibles impresiones  que me permitiré reseñar en este artículo a servirse a los lectores en dos entregas.

Al momento de partir el conductor del enorme autocar tuvo problemas en abandonar la sede de la institución en Santo Domingo, porque a pesar de estar aparcado fuera de la misma, la estrechez de las vías y la gran cantidad de vehículos estacionados – era en horario de trabajo-, sólo pudimos salir hacia nuestro septentrional destino luego de arriesgados rodeos y malabares. 

Las temerarias maniobras efectuadas por el chófer para salir de su aparcamiento en la capital fue un juego de niños en comparación con lo que nos esperaba en Santiago, en razón de que al parecer el conductor no conocía la forma más expedita para llegar al ISA, ni tampoco tenía a su lado alguien que lo guiara adecuadamente para evitar el contratiempo que vivimos.

Primero se internó por el hotel “Matum” para tomar “Las Carreras” siendo advertido que no era lo correcto. Giró en redondo bordeando entonces el Teatro y al observar que no podía bajar por “El Sol” tuvo la ocurrencia de doblar a la izquierda tomando para desgracia de todos la “16 de Agosto”, que al estrecharse después de la “Sánchez”, le obligaba a tomar grandes precauciones para proseguir.   

Nos conducía con la cautela que se debe tener si nos dejamos acompañar por un elefante al interior de una fina joyería, pero al llegar al ángulo formado con la “30 de Marzo”, tanto su angostura, los tarantines y los carros estacionados imposibilitaron cualquier tentativa de virar hacia la izquierda, y como se dice desde tiempos inmemoriales, aquí fue la de Troya.

No podíamos avanzar ni retroceder y para quienes tiene mucha imaginación el aspecto que ofrecíamos era como la de un “Titanic” varado en el canal Marcos A. Cabral, o el de un Airbus o Jumbo de los Emiratos Árabes Unidos posado en una pista de aterrizaje para avionetas de fumigación en Ranchito, la Vega. Se originó un tapón monumental en el centro histórico por ser casi las cinco de la tarde.

Todos los parroquianos del parque Duarte abandonaron sus asientos para ver aquel disparatado y gratuito espectáculo al igual que empleados, clientes de tiendas y negocios varios de los alrededores, quienes comentaban y opinaban sobre el desatino que miraban.  No pocos veían a los pasajeros del autobús como a incautos e imprudentes turistas que pretendían conocer los “encantos” de la ciudad corazón desde sus butacas pullman con aire acondicionado.

Haciendo múltiples travesuras y guiados por benévolos compueblanos que con pena nos asistieron, pudimos al fin superar el impasse arribando por suerte antes del inicio del evento académico. Por lo antes descrito los lectores comprenderán que la primera impresión que experimenté en este viaje fue la de irritación o enojo por el despropósito de un chófer, que al no estar debidamente informado hizo como Cristóbal Colón: quiso llegar al Este levando anclas por el Oeste.   

Como por arte de magia este enfado desapareció cuando hicimos entrada en el campus del ISA cuya accidentada topografía y diversidad vegetal tienen desde siempre la peculiaridad de influir positivamente sobre mi estado de ánimo. El claroscuro predominante, la limpieza reinante, la domesticación de las especies con primor atendidas y el trinar de las aves canoras allí existentes, me predisponen favorablemente.

Luego de saludar amigos y conocidos y tomar asiento en la última fila del modesto auditorio, como inicio del programa hubo una intervención que de haberlo sabido con anticipación me hubiera desplazado a Santiago desde el día anterior, la cual provocó que la añoranza y nostalgia se apoderaran por completo de mi voluntad al reproducirse en mi mente gozosos momentos que creía ya sepultados.

Me refiero a la artística actuación de la contralto santiaguera Gertrudis Ely- hermana del tenor Henry-que interpretó los himnos Nacional y el del ISA. En los años finales de la década del 50 del siglo pasado esta ejecutante actuaba cantando y tocando el piano en la mayoría de las veladas culturales que se realizaban, tanto en la Escuela Intermedia México como en el Liceo Secundario Ulises Francisco Espaillat – UFE- de muy grata recordación para mí.

En los años terminales de la dictadura la Escuela Normal de Santiago estaba bajo la autoridad eclesiástica- un cura era su Director- celebrándose con frecuencia sesiones musicales, juegos florales y certámenes literarios muchos de los cuales eran líricamente amenizados por esta privilegiada vocalista, que luego de graduarme de bachiller y ausentarme de Santiago jamás la había vuelto a ver ni a escuchar.  El paso de los años ha respetado mucho tanto su físico como su voz.

Viví con intensidad sus apariciones al comienzo y al final de la ceremonia en el ISA, y al conversar con ella al término de la misma rememoramos la estelaridad del cuerpo docente del UFE de aquel entonces, mencionando entre otros a Milagros Hernández, Federico Izquierdo, July Estrella Sadhala, Julio C. Curiel, Dilia Tolentino y al Negrito Abinader. No exagero al expresar que ninguno, nadie de los asistentes se regocijó tanto como yo durante la presentación de Gertrudis, viviendo en consecuencia una melancólica e inolvidable impresión.

A continuación intentaré abreviar las experiencias reales y emocionales tenidas en el transcurso de la investidura y posterior exposición oral del ahora colega- tengo un doctorado en Fisiología Vegetal de la Universidad de Paris- y ministro de Agricultura Osmar Benítez, debiendo señalar que nunca antes había asistido a una ceremonia de este tipo, confesando que su ritual pomposidad tiene algo de carnavalesco, de anacrónico.