A no ser por un hecho con una causal dictada por el coronavirus SARS-CoV-2 un ser minúsculo que provoca la enfermedad COVID-19 que ha trastornado la salud y la cotidianidad en todos los continentes; pocas veces los connacionales dominicanos habían reclamado tanta presencia sus diplomáticos radicado en el exterior; incluso desde países con relaciones apacibles y sin sobresaltos se ha demandado alguna acción, con relación a los deberes de sus representantes. 

En todos los países han quedado varados ciudadanos que requieren y demanda regresar a sus patrias y a sus familias. Varado hace referencia a inmovilidad, “quien no puede desplazarse independientemente de su voluntad” y en medio de la parálisis provocada por la pandemia es más que un concepto de moda, se estrella como una realidad cebada en las estrecheces y penurias de aquellos que se encuentran transitoriamente fuera de sus países.  Los varados no son la diáspora convencional (no son residentes permanentes), han quedado imposibilitados de retornar al país por sus propios medios.

En los últimos días 60 días han sido recurrentes las noticias de los varados, el gobierno dominicano y su cuerpo diplomático en diferentes ocasiones ha anunciado a través la prensa nacional el retorno de nacionales dominicanos desde diferentes lugares.  Cada semana se ha anunciado el arribo de grupos de dominicanos por diferentes vías, en ocasiones numerosos otras muy pequeños.

Tan recientemente como en esta misma semana el gobierno dominicano anunció el retorno de grupos dominicanos desde Guatemala, Brasil, Colombia, Estados Unidos y Panamá. Y pregunto ¿Qué pasará con quienes estamos transitoriamente en Honduras? ¿hemos sido abandonados a nuestra suerte?

Cuando Honduras decretó la cuarentena, la embajada (legalmente territorio extranjero), también “cerró”.  Los contactos, de los dominicanos con su embajada, se imposibilitaron. Con aeropuertos y aerolínea cerradas, solo quedaba que la embajada nos localizara, diez días después se pusieron en contacto, supongo que también con otros, una secretaria de acento hondureño y muy amable, nos confirmó lo que ya temíamos, no había ni siquiera fecha aproximada de retorno.

Luego de 45 días de esperar sin ningún resultado y con escasa información, nos comunicaron el 5 de mayo sobre un vuelo. Al grupo contactado nos conminaron a hacernos exámenes, gestionar certificados médicos de buena salud y depositar el monto del pasaje aéreo; luego de tres posposiciones (8 de mayo, 11 de mayo, 17 de mayo) de manera abrupta el viaje fue cancelado “las aerolíneas abrirán pronto” nos dijeron, luego añadieron “no hay espacio en los lugares de cuarentena”.

Solo en esta semana del 8 al 17 de mayo se ha anunciado el ingreso al país de varios vuelos con centenares de dominicanos de lugares donde la Pandemia ha producido estragos mayores que en Honduras,

Tras más de 60 días intentando retornar, gastando hasta el último centavo, en un país ajeno, solo disponemos de la solidaridad local, los dominicanos varados en Honduras no tienen representación diplomática que vele por ellos. ¿negligencia? ¿falta de gestión? ¿poca voluntad? ¿incompetencia? ¿Ineptitud? Solo una empleada ha dado la cara, y no la acreditación diplomática, el personal acreditado de la embajada ¿a qué se dedica?

El cuerpo diplomático dominicano en Hondura ha fallado estrepitosamente, por apatía, por dejadez, por desidia, por ineptitud, por incapacidad, o por las razones que fueran, tampoco pagará las deudas que en la estancia involuntaria dejamos aquí, si logramos irnos.

¿Hay alguien en el Ministerio de Relaciones Exteriores de nuestra media isla alguien capaz o con interés de hacer algo por los varados en Honduras?