Conforme los pronósticos, la electa rectora en primera vuelta en las elecciones del 20 de junio en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Emma Polanco, ha completado sin tropiezos en la segunda votación de este 4 junio su objetivo de lograr su cuadro de vicerrectores: Pablo Valdez, Administrativo, 1,808 votos (81%); Mauro Canario, Investigación y Posgrado, 1,493 (57.2%); Alejandro Ozuna, Docente, 1,341 (51%); y Antonio Medina, Extensión, 2,090 votos (84%). La victoria ha sido contundente también en decanatos, vicedecanatos, direcciones y subdirecciones de Recintos, centros y escuelas.

A partir del 16 de julio le toca otra gran batalla: la gobernanza en un sistema complejo, plagado de intereses y de grupos que, en muchas ocasiones, distan de identificarse con la institución.

Ardua sería su misión, pero se espera que vaya en pos de ella con paciencia de cirujano, sin dejarse abrumar por pasiones de terceros que, como ha sucedido en gestiones anteriores, vendrían con el cuchillo del desquite y la burla para luego arrepentirse en el camino. Mucho menos dejarse llevar de la visión  predominante de “ombliguismo autista”, pues la UASD no es el sol. El cambio de cultura es impostergable, aunque concretarlo se lleva tiempo.

Sería el primer revés de su gestión si accediera a propuestas indecentes o iniciara acciones populistas ligeras para saciar el hambre de ciertos amarillistas o el deseo de  la competencia de ver la sepultura de la academia estatal.

Sin presión, con la profesionalidad de un buen gestor, ella debería, en cambio, comenzar por cumplir su inquietud expresada durante un acto en víspera de las segundas elecciones: “A quien le toque barrer, que barra bien, y no tendremos problemas”.

La nómina de empleados administrativos en la sede y los recintos, centros, subcentros, acaba de pasar los 5 mil. Se cae de la mata que procederá a una revisión. Al menos, esa es la versión más repetida. 

Ese número que tanto preocupa a muchos, tal vez no sea, sin embargo, más grave que el escaso empoderamiento de la institución por parte del personal, lo cual se traduce en pobre desempeño, y sin consecuencias. Representa casi un cáncer.

Desde ya una parte de los perdedores en el proceso se consuela con asegurar que Polanco no saldría bien del embrollo en tanto se trata de una enfermedad crónica que poco o nada tiene que ver con la cantidad de empleados, sino en lograr alinearlos para lograr eficiencia y eficacia en los servicios.   

Ella llega con el mérito de haber articulado una alianza poderosa que catalizó casi toda la experiencia en materia electoral. Y los resultados están a la vista: una victoria apabullante. Ahora, sin embargo, los desafíos son otros, comenzando por quitar el argumento a sus adversarios sobre la imposibilidad de salir airosa en la búsqueda de la calidad total. Tarea que habrá de emprender con los aliados que estén decididos y prefieran una UASD libre de grupismos, vagancia, corruptelas y chantajes.

Si actúa con la misma inteligencia política y emocional de la campaña, saldría a buen camino.

¿Y VANGUARDIA, PA CUÁNDO?

El proyecto Vanguardia Académica ha nacido al calor del final de la campaña por la Rectoría a causa de una ruptura con otro sector del oficialista Partido de la Liberación Dominicana que había optado por apoyar al principal adversario de Emma Polanco en la contienda, Editrudis Beltrán.

Tras la victoria, se da por descontado que la acompañaría en la gestión. El poder le ayudará en la sobrevivencia. Entendible. Pero, ¿agotará sus días solo con este rol, o va a acometer el desafío grande, que es crecer y consolidarse en vez de desgastarse?

Al menos en el discurso ha jugado a sobrepasar la coyuntura actual. Sin embargo, no se las vería fácil a partir de ahora. Su reto es tan grande como la complejidad que ha heredado la nueva rectora para el cuatrienio que comienza a mediados de este mes.

Su ruptura no solo se produjo por la diferencia de criterios en cuanto a quién sería más conveniente para la Rectoría, si Editrudis o Emma. Ha habido una fuerte crítica a un sistema de dirección universitaria peledeísta que ha considerado autoritario, unilateral, obsoleto.

Para justificar su permanencia en el escenario universitario, Vanguardia Académica debería representar, entonces,   lo otro, lo nuevo, y no solo airear en el discurso una dirección colegiada, sino actuar como tal en un marco donde la transparencia y la lealtad sean un eje transversal inviolable. Los nuevos tiempos así lo demandan.

Su éxito con sus actividades de apoyo a Emma Polanco denotan que hay muchos peledeístas y simpatizantes del PLD que ansían un nuevo nido, pero donde todos sean constructores y el arribismo propio de la clase media del que escribía Bosch esté reducido al mínimo.

Reproducir, empero, el mismo patrón que se critica, pero con otro vestido, sería el principio del fin de su corta existencia. En el contexto dominicano, y en la misma UASD, hay suficientes antecedentes sobre fracasos estrepitosos de quienes piensan que el mundo gira alrededor de ellos.

Vanguardia Académica tiene una oportunidad de oro, ahora. Su desafío inmediato sería actuar bien para convencer a los incrédulos en el proyecto, crecer y convertirse en una opción de poder de cara a 2022.