La República Dominicana está viviendo uno de sus peores momentos, por la falta de políticas claras de nuestras autoridades, los cuales  permiten que el narcotráfico, la violencia y la criminalidad nos arropen y  el país se llene de delincuentes quienes ejercen la violencia contra los ciudadanos honesto.  Estos hechos constituyen verdaderas desgracias humanas, pero además son señales de lo menguado que esta nuestro funcionamiento como sociedad.

El diario Puertorriqueño El Nuevo Día en un trabajo de investigación destaca las debilidades institucionales y las facilidades locales que permiten que nuestro país sea visto como "la tierra prometida" para los narcotraficantes boricuas.   ¿Sera que nos están enrumbando hacia "el camino" de la Colombia en la década de los 80?; obviamente reconociendo las circunstancias excepcionales que sirvieron de causa legítima y sus efectos.

Nuestro País ha experimentado en los últimos años un vertiginoso deterioro en caída libre, convirtiéndose en uno de los principales puentes para el tráfico de drogas hacia los Estados Unidos y Europa, operando en nuestro territorio carteles colombianos y mejicanos, los cuales han sido denunciados por las mismas autoridades, por tanto ha provocado un aumento inconmensurable  en el consumo interno de sustancias controladas, instaurando a la vez una gran población de adictos.

La falta de credibilidad en el Estado, el fiasco de las Instituciones Públicas (educación, salud, justicia), y la progresiva desmotivación por las escasas perspectivas laborales han situado a nuestros jóvenes en el pesimismo y por vía de consecuencia acrecienta múltiples problemas sociales y más violencia en pueblos y ciudades, cuya comprobación no necesita de "anteojos".

Síntoma de ese malestar es que hemos pasado a ser indefectiblemente una sociedad que vive en pánico colectivo debido al  auge de la violencia y la criminalidad, imponiéndonos "toque de queda" diurnos y nocturnos, pues no sábenos la hora y el lugar en que podrías ser víctima de la ola de delincuencia que nos azota.

La situación es dramática, los narcotraficantes han infiltrado instancias que hace unos años eran inimaginables, llegando al extremo de violar toda norma de seguridad, hasta lograr fotografiarse en el mismo despacho del Presidente de la República.  Las autoridades responsables de enfrentar este mal no agarran aun "el toro por los cuernos", al permitir que hayamos llegado a los extremos en que nos encontramos, al convertirnos en un país que ha alcanzado corromper las esferas militares y policiales, los llamados a contrarrestar estos males, así como otros estamentos del Estado.

Las pugnas y los "tumbes de drogas "entre estos grupos han intuido  una figura que no era conocida en nuestra sociedad como es el asesinato por encargo, llegando a la categoría de la degradación humana, la vida vale unos pocos miles de pesos, así como la impunidad con que operan estos homicidas.

La actuación de las autoridades en la lucha contra las drogas y la criminalidad pareciera dar señales confusas, se percibe el despliegue de pocos esfuerzos en los poderes público, hasta el momento no se ha dado más detalles referente robo de un avión en el aeropuerto Joaquín Balaguer, así como el caso en que fue  asesinato del puertorriqueño Santos Seda Rodríguez, piloto y dueño del avión donde fueron  confiscados 58 paquetes de cocaína en el Aeropuerto Internacional de las Américas, y de igual forma el decomiso de 1077 kilos de cocaína en el aeropuerto de La Romana, en un avión supuestamente propiedad de una familia allegada al Gobierno, así mismo la incautación de 122 kilos en tres Villas en  Casa de Campo, La Romana.

Pareciera que la estrategia utilizada por los enemigos políticos del presidente Hipólito Mejía se ha revertido contra sus promotores en su intento de involucrarlo en el caso de Quirino Antonio Castillo, donde solo tuvo una participación administrativa, al solicitarle el ingreso a favor del ex capitán, realizada por una persona y/o estamento subalterno de la línea de mando quienes obviaron las depuraciones reglamentarias.

El narcotráfico, la violencia y la criminalidad deben ser combatidos por nuestras autoridades desde su raíz, caiga quien caiga.  Se hace un mal servicio al País cuando algunos funcionarios públicos y sectores de nuestra sociedad politizan estos flagelos al denunciar solamente algunos casos, y por vía de consecuencia creando el caldo de cultivo para enrumbar nuestra Nación  por el peor de los caminos.