¡Diana, cambia ese canal!

Así exclamé, azorada, un día cualquiera, al escuchar obscenidades-vulgaridades  chocantes y de muuuuy mal gusto en un canal de televisión del que mejor, no me acuerdo. Me dio tanta repulsión,  lo que desde lejos oía, que no pude menos que censurar a mi hija-adolescente, el estar frente a tal agresión  a los cánones universales de la estética, a los códigos elementales del arte del humorismo del que tenemos en el país exiguos exponentes.

Qué poco sentido del humor tienen en estos canales-banales que se rigen por el imperio de las leyes del mercado sin importarles el pueblo!
Demostrado está que al pueblo dominicano le gusta el humorismo, bien hecho. O es que al medio día usted llega a instituciones públicas y privadas, a negocios grandes y pequeños, o se monta en un carrito público y puede llevar el hilo de cada caso de La Tremenda Corte, programa cubano paradigmático de la década de los 50′ del siglo pasado y que los dominicanos nos lo hemos apropiado y lo gozamos cada vez como si fueran de estreno.

Sin embargo, hoy día a las Artes Escénicas dominicanas le falta el alma del hacer reír. Los buenos humoristas que los hay, son muy pocos y hacen reír a muy pocos que pueden pagarlos.

Debiéramos convertir en profesores/evaluadores a los buenos humoristas que tenemos y lo que no sea arte, no merece ser difundido.

Esta televisión regida por las leyes del mercado qué pena me da, qué pobre se queda. Baja sus programas al mínimo nivel educacional, para "hacerse la popular" entre los dominicanos de baja educación. ¡Qué poca visión!  ¡Qué limitada perspectiva! Les aseguraría que si hicieran programas de calidad, tuvieran más y mejores televidentes. Porque esta reina de las industrias culturales está llamada a ser educadora complementaria del gusto estético y artístico de la población.

Porque el pueblo dominicano de merecer: merece otro tipo de programa dizzzque humorístico. El pueblo dominicano  merece reír, pero reír bien. Ay! Este  pueblo nuestro tan agobiado por el alza de los precios: necesita reír, pero reír bien.

Vamos a incentivar el humorismo en los barrios y en las escuelas. Cuántos niños más felices tendríamos. Un día en el seno de la reunión familiar, incentivemos la risa, y a quiénes nacen con el Don de hacernos reír. ¿Por qué no se hacen competencias de chistes?

Vamos hacer un festival nacional del humor. Y que se inscriban todos los que quieran hacer reír, los que escriben el chiste y los que lo llevan a escena. A los premiados, seguro que tendrán contrato en canales televisivos que renovaron sus paradigmas estéticos.

¡Ahhh! ¡Qué no me crees?! ¡Pues ahora tú verás! Te voy  a llamar, en Miami, a Álvarez Guedes o a Alexis Valdez. Noooo, mejor preguntemos allá,  en Cuba, a  Robertico. ¡Pero…, chica!, no hay que ir tan lejos -dirían ellos- si ustedes tienen ahí mismo, en la hermosa Dominicana, a Carlos Sánchez, excelente comediante. Él te va demostrar que aquí sabemos hacer humor del bueno, “del que tú coges por la nuca y no chilla”. Él  mismo puede ser profesor de muchos que parafraseando al poeta: "pasarán, sin saber nadie que pasaron.