“La no verdad de la ciencia está relacionada
con el error o con la ignorancia.”
Mario Bunge
Para que la discusión que para bien o para mal se está dando alrededor de la Ley de Partidos ayude en algo al progreso político del país se hace necesario utilizar marcos interpretativos con horizontes mayores. Toda acción legal, política o social debe ser medida con la vara de la democracia, pensando en la democracia, en la democracia como promesa, que es lo que activa y congrega a políticos y políticas democráticas y no solo en sus déficit .
Excúsenme, pero escribir y que alguien se tome la molestia de leer lo que escribimos nos obliga a ser cuidadosos respecto de lo que damos por seguro para soportar y justificar las convicciones propias. Porque me tomo bien en serio esta cuestión de escribir, insisto en que la frivolidad y la ligereza no ayudan a la hora de hacer el diagnóstico del estado de la democracia dominicana y es más delicado aún si de lo que se trata es del intento por “cerrar” el debate sobre un asunto que forma parte intrínseco de él.
Es evidente que a pesar de todo las primarias terminaron ocupando un espacio que no debieron tener, pero ya que están habrá que asumirlas, y para quienes estuvimos desde hace rato opinando sobre ellas no nos pasa desapercibido que las instituciones académicas o las facultades de Ciencia Política no han parido ni una miserable página acerca de estos temas que, como decimos, han tomado importancia decisiva en el debate nacional.
La necesidad de democracia es una cuestión transversal, así que no puede olvidarse el 2017 con su Marcha Verde. Como el fin de la impunidad apunta al corazón del sistema político dominicano, aún faltan por ponerse en primer plano algunos elementos del contexto como por ejemplo que a lo mejor estamos asistiendo a una situación nueva producto de grandes desacomodos de viejos actores.
Las primarias provocan un quiebre en los partidos tradicionales (¡en todos!) pero también puede apreciarse que han puesto a hablar boberías quienes militan casi vocacionalmente del intento de sacar a los partidos y a la política de circulación y lo dicen sin disimulo: “para que lo tengamos claro, aparte de que eso lo hemos hablado mucho, ya la democracia no se construye sobre la base del ejercicio de la política…” Sorprende entonces ver que son los mismos que ahora, de repente, están preocupados de que se respeten los derechos de los militantes.
Otra joyita que se ha estado repitiendo estos días es que las primarias violan el secreto del voto. Por decirlo de alguna manera, estamos ante el nacimiento de una nueva teoría política a la que deberemos llamar endémica. Igualmente hay que exigirles mayores explicaciones cuando insisten en mencionar el tema de los costos ¡¡aquí!! y lo argumentan desde la imposibilidad de importar ideas y formas de convivencia política. Llama la atención que a la hora de hablar de las ideas económicas las consideren importables y les den una especie de fuero especial. A la democracia, sin embargo, no se cansan de presentarla como una proposición inalcanzable para un pueblo que suponen incapaz de construirla y de vivirla. No creo que exista forma más mezquina de impedirla que ese argumento ¿antropológico?.
No nos daremos por notificados de esos verdaderos asaltos hasta al sentido común que dicen que “los rabinos no deciden en la Iglesia católica” o “los socios del Club Naco no votan en el Country”.
Vamos por partes: a nadie se le ocurriría defender las primarias abiertas con el argumento de que una vez acordadas va a llegar la democracia. La falsedad del dilema se comprueba cuando se observa que quienes lo utilizan son aquellos que se oponen a las primarias abiertas. Ni las primarias, ni siquiera las elecciones, son condiciones suficientes para la democracia, pero son necesarias y mientras más condiciones necesarias sumemos más cerca estaremos de alcanzarla. En este “tira y jala” se podría olvidar que para que tuviéramos democracia tampoco ha sido suficiente la desaparición física del tirano pues, por cierto, resucita todos los días con el Padre de la Democracia primero y con los impotentes que le niegan al pueblo soberano sus derechos y su capacidad de ejercerlos.
La imposibilidad del futuro -consecuencia primera de las afirmaciones que discutimos- lleva a la forzosa conclusión de ser parte de la única facción “buena”. Así, el jueves 3 de mayo quedará como el día en que las facciones desaparecieron y en que se evidenció que todos son uno. Si es malo que una facción de un partido opositor coincida con una facción del partido oficial, supongo que cualquier analista avezado reparó en que la otra facción del partido oficial coincidió con la otra facción del partido opositor. Y para argumentar sin olvidar el contexto, hablamos de un partido tan democrático que en 45 años ha tenido solo dos presidentes y de otro que intenta sin lograrlo aparecer como nuevo mientras no concluye su XVIII Convención con un abanico de síntomas antiguos y mecánicos.
Entonces reaparece la idea repetida (y habrá que reconocer que exitosa) de que la cultura de la trampa y de la falta de institucionalidad impide el carácter democrático de acciones que debieran tenerlo. O sea, pretenden que creamos que la solución es impedir la democracia puesto que no son capaces de construirla. Así de fácil.
Siguiendo el curso de quienes así piensan no nos sorprendería que la propuesta siguiente fuera suspender las elecciones argumentando que la cultura de la trampa hará que sean fraudulentas y para lograr apoyo empresarial esa suspensión podría significar un notable ahorro al erario. Y todo por estar situado en una facción que no va para parte y sin tener un horizonte mayor que la repetición indefinida y periódica de todo lo que no ha resultado. Situarse en esa perspectiva es bueno porque permite ver la política desde el balcón “ciudadano”, sin ensuciarse. Lo triste es que tal actitud ni siquiera inquieta a los sórdidos que quisiera afectar. A estas alturas ya no le resulta ni le sirve a nadie.
No he visto defensas de las primarias que digan que son una panacea, simple y llanamente porque no lo son, cualquier persona, sin leer a Sartori, sabe que la democracia es una construcción compleja, que requiere generosidad, mucho esfuerzo y también recursos económicos que el Estado democrático debiera disponer. Se ha dicho muchas veces que lo más caro de la democracia es no tenerla y el hecho de que esa idea sea una creación de una tierra lejana en tiempos también lejanos no debiera impedir que la acogiéramos y la estudiáramos, que la comprendiéramos y nos apropiáramos de ella en estas tierras que tanto la necesita. Para quienes exigen pruebas más duras respecto de medidas políticas que han resultado en otras culturas, sería esperable que también midieran los éxitos de las AFPs, las ARS, los Consejos Económicos y Sociales, los Consejos de la Seguridad Social, el gasto tributario, etc. Hacer ese ejercicio puede servirles para que asuman que no solo se oponen a construir una democracia representativa sino que lo hacen a la vez que promueven una forma de hacer negocios y una democracia corporativa donde los poderes fácticos bendicen o condenan sin ningún tipo de respaldo institucional.
Un camino para disminuir el gasto público es el fin de la corrupción y el fin de la impunidad, pero eso no puede ocurrir sino en el marco de una democracia sólida construida con el compromiso militante de la ciudadanía, de toda la ciudadanía, de quienes militan en los partidos y de quienes no lo hacen.
Finalmente, escribo estos últimos párrafos bajo los efectos de la sorpresa que me produjo escuchar que las primarias violan el secreto del voto. Es absolutamente admirable querer a los amigos pero no es bueno hacerles mucho caso cuando opinan de asuntos que desconocen.
En esta historia de terror hay un asunto que no debiera pasar desapercibido y es el temor a represalias por razones de preferencia política. Este tipo de situaciones en honor a los funcionarios del ayuntamiento y de su alcalde son asuntos que pudieran ser objeto de ley y de sanciones, pues si se mantiene su ocurrencia el déficit democrático es demasiado grande. Claro que eso no solo afecta a las primarias, sean estas abiertas o cerradas, pues en las llamadas convenciones la asistencia de funcionarios es pública y no parece conveniente proponer que asistan disfrazados para no ser reconocidos.
La ley de Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) en Argentina indica en su Artículo 19: “Todas las agrupaciones políticas procederán en forma obligatoria a seleccionar sus candidatos a cargos públicos electivos nacionales y de parlamentarios del Mercosur mediante elecciones primarias, en forma simultánea, en todo el territorio nacional, en un solo acto electivo, con voto secreto y obligatorio, aun en aquellos casos en que se presentare una sola lista.” Entonces en este tipo de primarias que es el más cercano a lo que ha aprobado el senado dominicano, el voto es secreto y ese carácter se asegura con el procedimiento para votar de la manera siguiente:
El elector ubica su mesa y presenta el documento de identidad que lo habilita para votar al presidente, quien verifica la identidad del elector y le entrega un sobre vacío.
Se dirige a la cámara secreta y elige la opción electoral de su preferencia entre las boletas disponibles al interior de la cámara y la introduce en el sobre otorgado por el presidente del colegio.
Deposita el sobre cerrado en la urna, luego de que el presidente compruebe que es el mismo sobre que recibió a su llegada.
El elector firma el padrón de la mesa y retira la constancia de haber votado, documento necesario dado el carácter obligatorio del proceso en que está participando.
Como puede verse, en las PASO argentinas, el secreto del voto se respeta y se protege plenamente. No hay peligro. En el caso de las primarias chilenas la ley en su Artículo 26 dice: “El sufragio será personal, igualitario, secreto, informado y voluntario.”
Esta modalidad de primarias que son voluntarias para los partidos y para los electores, tiene una serie de particularidades justamente por su carácter de voluntaria para los partidos que me parece siempre lo más apropiado. Establecer las primarias como voluntarias serviría para destrabar esa especie de empate nada positivo en el proceso legislativo actual, pues puede hacer que se caiga la ley o que se intenten procesos de infeliz memoria. En todo caso, tampoco la violación del secreto del voto está entre las consecuencias de esta modalidad.
Así, cuando parece que hay tanto militante de la participación ciudadana que ha elegido el camino de buscarle la quinta pata al gato para que la ciudadanía no pueda participar, resulta un desafío de primer orden empezar a trabajar para resolver las dificultades y mejorar cuanto sea posible la ley en trámite.
Seguimos siendo militantes de la democracia y partidarios de las primarias abiertas, simultáneas y voluntarias, organizadas por la Junta Central Electoral y con el padrón que los partidos decidan utilizar, pues al final la diferencia entre las primarias –abiertas o cerradas- se reduce al padrón que se emplee.