En las facilitaciones de un curso básico de economía llevo a los participantes a cuestionarse el vínculo entre el valor de un bien, que en principio creen es su precio, con su costo de producción.  Que el valor de los recursos utilizados en producir algo tenga que ver con el precio es algo intuitivo que se percibe al estar en un supermercado.

En efecto, el champú no se da silvestre, hay que montar una fábrica, maquinarias, contratar trabajadores y dos o tres camiones para distribuir al por mayor. Así como cuesta fabricarlo ponerlo en góndola para poder hacer cómodas las compras es un servicio que también provoca gastos. La suma del costo de fabricación y márgenes de ganancias están ahí incorporados en el precio, de manera, que el champú y los productos similares con los que comparte el tramo deben tener un valor que es inherente a cada uno.

Ligado a este vínculo de precio y costo de producción está generalmente bien arraigado el concepto de la depreciación. Para el caso de los autos, por ejemplo, es un juego de niños estimar el de uno con tres años de uso partiendo de su valor nuevo menos la depreciación que es normal para cada marca: “Listo. Ese modelo se deprecia en un 12% por año, lo escuché del gurú Hugo Beras, así que te juntas con ése poniendo tanto.”

Esas ideas tienen oportunidad de aplicarla en dos ejercicios. El primero es que hagan una estimación del precio que tendrían armónicas con un año de uso, que nuevas se vendían a tres dólares, en una tienda de la ciudad de Wuhan en mayo del año pasado.  En modo automático se calcula que si nueva es tres después de un año de uso se deprecia un tercio del valor o la mitad. Pero siempre hay un grupo que vincula instrumento usado que se toca con la boca en la ciudad donde empezó la pandemia del Covid 19, no tiene posibilidad de encontrar compradores en su sano juicio.  ¿Pero y el costo de producción no impregna un valor a las cosas? ¿No hay países que le ponen a lo que sale de la fábrica, como si fueran reses, un valor de venta incorpora costo y ganancia?

La otra actividad es con los celulares BlackBerry. Solicito a los estudiantes que tengan activo uno para comunicaciones de naturaleza lícita que lo muestren en pantalla para ganarse puntos extras. Hasta ahora nadie ha cobrado. Con esto doy la introducción que sirve para orientarlos en la respuesta correcta de esta pregunta: ¿Cuál estima es el valor hoy de una fábrica dedicada a producir exclusivamente el modelo de celular BB que hizo famoso un presidente de EUA que, en el momento de la mayor popularidad hace diez años, se valoró en 105 billones de dólares. La fábrica ha sido bien cuidada y está en condiciones óptimas para volver a producir ese teléfono?

El grupo que tiene en mente la depreciación vuelve con lo mismo, pero castigan con porcentajes mayores porque es un celular que ya no se vende.  Estuvieron cerca, pero los laureles para los que, al igual que con la armónica usada en Wuhan, ven que si el consumidor no va a dar valor al celular que saldrá de esa fábrica, que es lo único para que se puede usar, entonces vale lo que se pueda dar como chatarra.

Estos dos ejercicios los pongo antes de hablar de la teoría de la imputación de valor “hacia atrás” de Carl Menger. Las cosas no tienen valor intrínseco por el costo de producción. El valor nace en la mente del individuo al evaluar los bienes económicos de consumo con respecto a una necesidad y esa valoración se transmite a los bienes de producción.  Pero evito darle de inmediato créditos por estar tan cerca de las ideas de ese revolucionario y sigo con otros ejemplos un poco mundanos.

Les muestro una actriz famosa y un punto a quien la identifique: Gwynet Paltrow. Pregunto entonces a uno de los varones del grupo: ¿Qué producto lanzó al mercado que resultó ser controversial? Generalmente ni idea. ¿Lo ayuda alguien? Entonces con cierta aprensión una estudiante revela el misterio de la vela y el poco convencional aroma en esa línea de productos.  La oportunidad de nuevo para la pregunta: ¿Cuál es el origen del valor de esa vela que se presentó a los consumidores a 75 dólares la unidad?  ¿El costo de producción? En otro orden, ¿Alofoke es popular porque invirtió dinero en un estudio, porque su costo es mayor que otros programas? Si a mayor costo mayores ingresos ¿cómo explican costos de producción sin mucha variabilidad el rango tan enorme de ingresos entre canales de YouTube o cuentas de OnlyFans?

Con estos ejercicios paso entonces a otros ejemplos sin mencionar que los verán en la próxima hora: ¿Qué pasaría con los diamantes, los recursos y las personas ligadas a esa actividad si de repente en cuestión de días todo el mundo adoptara los valores y tradiciones de los amish, cuya vida es sencilla, no tienen lujos y hasta las camisas las usan sin botones? La misma suerte que los BB usaba Obama.  Y los mejores catadores de cigarros y vinos que cobran tarifas astronómicas por sus servicios, ¿a quién se lo van a ofertar si los amish no vinculan esos productos con la satisfacción de una necesidad?  El cambio de preferencias simplemente los dejó sin valor.

Cumplida mi función de telonero o warm-up band, al regreso del receso les presento entonces al artista principal, Joe Salerno, hablando del genio con quien algunos de estos jovencitos empezaron a coincidir en discernimiento, Carl Menger, y su conferencia El Nacimiento de la Escuela Austríaca de Economía: Carl Menger.