Si hay un partido al que no le luce reprimir la palabra empeñada es el de la Liberación Dominicana (PLD), fundado en 1973 por el expresidente Juan Bosch, tras renunciar de un Partido Revolucionario Dominicano (1939) caotizado hasta gangrenarse por las pugnas internas. 

Su poderoso Comité Político (CP) parece, sin embargo, carente de tiempo para aquilatar el impacto de tal violación en el futuro inmediato de la organización y el sistema de partidos.

Dirigentes icónicos como Felucho Jiménez, presidente de la Refinería Dominicana de Petróleo; Ramón Ventura Camejo, ministro de Administración Pública, José Ramón Fadul, ministro de Interior y Policía, y Francisco Javier García, ministro de Turismo, le han restado importancia, por comisión u omisión. Actitud cuestionable, por el mensaje que envía a la sociedad.

El 19 de abril de 2015 el CP aprobó por 23 a 11 impulsar la habilitación y repostulación del presidente Danilo Medina, durante una puntillosa reunión en una villa de la zona turística del paraje Juan Dolio, provincia San Pedro de Macorís, al Este de la capital.

La decisión provocó una grave fricción, “subsanada” el 28 de mayo con la firma de un pacto de 15 puntos que incluyó el artículo 20 transitorio en la modificación de la Constitución (prohíbe de por vida la repostulación del presidente), la alternancia en la presidencia de la Cámara de Diputados, la repostulación de diputados y senadores, entre otros aspectos. Fernández, quien había retirado su candidatura presidencial, se sumó con su corriente a la campaña y –según palabras de agradecimiento del propio Medina–  representó una pieza vital para la victoria del PLD, por su entrega total a la causa. 

RULETA RUSA

A la vuelta de cuatro años, la cúpula danilista ejecuta un plan para repetir la riesgosa empresa de 2015.

Según sus voceros mediáticos, su postura se justifica en la alta valoración del gobierno y en la radicalización del presidente Medina por supuestos ataques del sector Fernández, precandidato presidencial habilitado.

Excusas pálidas porque ni la popularidad, ni los alegados ataques, son razones suficientes para, sin consenso, practicar una cirugía de emergencia que extirpe el transitorio de la Carta Magna para habilitar al presidente y lanzarlo al actual proceso.

Cierto que el PLD ha perdido mucho de su esencia bochista. Cierto que ha ganado gran trecho el pragmatismo sustentado en la frase cohete “en política se hace lo conviene” (a un grupito). Pero en esa organización quedan ramas fuertes de los valores originarios en que se basa el “Servir al partido para servir al pueblo”.

Bosch sembró allí semillas de trabajo, solidaridad, honradez, honestidad, coherencia, respeto a la palabra empeñada, compromiso con la sociedad. Y esas ideas aún vibran en el imaginario de mucha gente, incluyendo adversarios que consideran al PLD como “el partido más organizado del país”.    

La crisis actual resulta de una zapata arenosa construida distante de los principios fundantes. Los actores mediáticos que la agitan han sido tradicionales adversarios del bochismo, y juegan a “ganar-ganar”: ganar, si logran una imposición de la reforma (no la habilitación para 2024) y así mantener sus lujosos cargos y contratos. Ganar, si, en su defecto, logran la destrucción del partido para abrir cancha a otro donde navegarían sobre aguas también tranquilas, el Revolucionario Moderno (PRM).

Aunque el PRM ha negado su participación en el plan de la modificación constitucional, muchos influyentes como Guido Gómez Mazara, han denunciado acciones que contradicen ese discurso. En todo caso, si el partido opositor actuara en la dirección denunciada, daría su primer paso hacia la desaparición, comenzando por sus precandidatos Hipólito Mejía y Luis Abinader.   

http://hoy.com.do/guido-denuncia-sobornos-a-diputados-desde-el-gobierno-pero-no-los-identifica/.

La bola que reivindicaría la dignidad del peledeismo está ahora en la cancha del presidente Medina. La imposición a puro poder de una reforma para postularse ahora, a contracorriente de la realidad local e internacional, sería una jugada de altísimo riesgo social. Como sería de altísimo riesgo para él, como persona, cruzarse de brazos y permitir que el PLD y sus candidatos pierdan las elecciones del 20 de mayo de 2020.

Hasta ahora Danilo Medina no es ludópata, ni nada parecido, como para arriesgar su historial en “ruleta rusa” y Loto. No tiraría su palabra empeñada por el despeñadero.