Hace algunas semanas se publico en esta columna un escrito nuestro titulado Niemeyer González y nosotros. Fue con motivo de la muerte de Oscar Niemeyer.
Hay un aspecto de la noticia que se destaca. El gobierno de Brasil le rindió a Niemeyer “honores de jefe de estado” en el Planalto, en la plaza de los tres poderes, que el mismo arquitecto había diseñado.
Recordaba al leer la noticia que fui uno de los muy pocos que al final de los años setenta asistió al velatorio y enterramiento del pintor Yoryi Morel.
El autor del “Cibaeño” es un artista que debe ser considerado por todos nosotros como es una gloria nacional.
A propósito de aquel escrito pude leer con interés y agrado el comentario que sobre el mismo hizo el Arquitecto Emilio Brea García.
Su nota que fue publicada el 15 de Diciembre pasado, dice textualmente.
“Perfecto razonamiento Profesor Peña. Mis respetos… Y a propósito, desde 1986 hacemos las bienales de arquitectura de Santo Domingo intentando homenajear a Francisco Guillermo González Sánchez (03-11-1900/10-11-1970) las que inauguramos siempre el día 3 de noviembre -por su nacimiento- y cuyos premios se anuncian el 13 -por su fallecimiento-. Nos regocija leer sus reflexiones sobre arquitectura. Éxitos y feliz Navidad y mejores años por venir…´
Pensando en la nota del Arquitecto Brea vuelve a darse la cuestión sobre el reconocimiento de nuestros artistas e intelectuales que han aportado con sus obras al desarrollo de nuestra sociedad.
Ignoramos las causas de porque los conocimientos especializados que no implican ningún grado de complejidad se quedan atrapados en las aulas y en las bibliotecas de nuestros centros de altos estudios.
Como es que en el estado nadie se preocupa porque la población que no fue a la escuela se entere de la presencia de sus grandes artistas, -además de los faranduleros-. Los que hacen con sus obras que nuestra sociedad se distinga de otras.
Sabemos de las funciones que se asignan los gremios de profesionales universitarios, los de artistas o de intelectuales en general. Preocupaciones que siempre están en los fundadores y en quienes dirigen gremios y asociaciones.
Así como los que redactan programas de nuestros centros de estudios, además del aporte de historiadores y cronistas de arte.
Con todo, no se logra que las grandes masas se enteren que existen esos artistas que aportan con sus obras a nuestra identidad.
Con el aporte que hace en su nota el arquitecto Brea al escrito, nos parece que la idea nuestra se queda corta dado que también habrá que incluir la difusión de las actividades de los gremios de profesionales y artistas.