En  esta  crisis civilizatoria, el elemento  nodal, cardinal,  es la  ausencia, el vacío y la  crisis  de liderazgo político,  que aglutine  y  al mismo  tiempo  exprese y  canalice las energías  de hoy  con el fuego incandescente  del mañana. La  gente  expresa   una necesidad y  es deber  del líder  proveer una  respuesta  proporcional  a  esa necesidad, trascendiéndola en un  abanico  de compromiso  de futuro  a  través  de una visión, que genere  una constelación  de  estrellas  que  inspira, motiva y  envuelve  a  toda  una colectividad, en el alba  de la  esperanza  de un mejor futuro.

Las necesidades  se convierten   en el combustible ineluctable para el cambio. Esas necesidades, cuando no son satisfechas,  se  fraguan  y configuran  en la  génesis perfecta de la intensidad  desesperadas  de los  grupos  humanos. Los indignados   es la  respuesta, es la emergencia  heterogénea y  difusa  de un arquetipo y  una arquitectura societal todavía sin prologar; pero  que empuja  esta prolongada  oscuridad política  que  existe hoy  en el mundo  y  de manera  especial, en nuestro país. Los indignados  son el preludio   de que un día el Sol brillará  de manera más brillante para  guiarnos  con  su  resplandor  a la creación   de un nuevo  orden social, económico y  político.

Los  indignados  en todo el mundo, robustecerán con sus acciones el germen  del nuevo perfil   de liderazgo que ameritamos hoy. Un líder  que en medio  de  este torbellino y tormenta  de  exclusión y marginación,  sea  capaz  de  mover el carro  de la historia. Un  carro con un vagón  que lleva consigo la  impostergable  e ineludible  necesidad  de rupturar  el stablishment; que acelera  con sus  decisiones  el  carro  y su vagón, con una profunda  Misión y Visión, donde el ser   humano  es el  centro  rector.

Hoy,  este  vacío, ausencia y  crisis  de liderazgo es como un  mar sin orillas. El liderazgo actual mundial y  sobre todo  en nuestra sociedad, son  generadores  de desconciertos,  de mantos  y  presagios negativos; creadores  de monstruos y  serpientes  que luego no pueden  domesticar ni mucho  menos domeñar.

Se  requiere   de un liderazgo   que no  se  adapte  al status quo, sino que  en medio  de  la alta marea,  de los  esfuerzos titánicos y ciclópeos,  de  sangre, sudor  y lágrimas; nos conduzca  de manera firme  a un nuevo oasis  de paz,  de bienestar y  de mejor  calidad  de vida. Urge, pues,  un liderazgo que no  socialice  las pérdidas y privatice las riquezas. Un liderazgo que se  entristece  cada  vez que  se pierde una vida  producto de la marginalidad,  de la exclusión,  de la inequidad,  de la violencia y   de la codicia.

En  lo más sublime   de cada alma, de  cada  ser  humano,  se encuentra  de manera inextricable el  desafío  de evolucionar, de progresar. Es rol  del líder  cristalizar y diseñar  el  espejo en que  se encuentra el salto  entre la evolución  y el progreso en cada contexto histórico.

¿Qué  busca  hoy la  humanidad  frente  a  esta enormidad  de  vacío,  ausencia y crisis  de liderazgo? Buscamos  seguridad, logro,  realización, participación, inclusión, transparencia,  rendición  de cuentas, menos corrupción, menos  privilegios para unos pocos, que nos  dañan  a todos. Buscamos que  los líderes  entiendan el  sentido  de la vida, que cobra   cuerpo  en la plenitud   de la  existencia  de cada cual. Frente  a  esta crisis civilizatoria, se precisa   de líderes:  Transformadores, creativos, motivadores, innovadores; que   nutran  con  su  visión y  misión  el peldaño  de la historia  que queremos conquistar  más allá  de los presagios negativos que podamos encontrar  en el camino, que finalmente, abrazamos  con la nueva orquesta que pincela  y dibuja el escenario   de un nuevo orden  societal.

El liderazgo  que emergerá  de  esta  crisis civilizatoria  o  transición  societaria,  es  aquel  que  tendrá   la  capacidad  de  guiar  hacia una mejor  escalera la evolución, progreso y bienestar  de las personas. Aquel   que  asumirá el nuevo paradigma en ciernes,  en la  trascendencia  de los  factores  exógenos  del liderazgo:  Dinero,  Poder, Status, Prestigio, Reconocimiento, Victoria; sino  aquel que sonríe  de  manera  tierna  y sublime  en cómo satisfizo   las  exigencias  de su sociedad.

Esta  anormalidad,  fruto   de la crisis civilizatoria, sólo  encontrará  cauces normales, cuando  comiencen  a  eclosionar  líderes  caudalosos  que  expandan  con sus acciones nuevos hitos   de confianza,  de  estabilidad y esperanza; que como  muy bien  apunta Zygmunt  Bauman, en su libro  Mundo Consumo "…En la  actual  constelación de condiciones  globales  necesarias para una vida digna  y  agradable (constelación  en la que  incluyen, como  es lógico,  las posibilidades de vivir  una vida  así), la  estrella  de la paridad brilla con creciente  fulgor  allí  donde  antes  refulgía  la  de la igualdad".

La  sociedad   de la  red,  creada  por los protagonistas  de la hoy  sociedad en transición, trae  consigo  en su  seno, como  antesala  sepulturera  de sus  creadores; nuevas reconfiguraciones  de  renegociación permanente. La conexión   y  desconexión entre  los  actores  en la  interrelación es un cuerpo  de  horizontalidad, donde la jerarquía vertical  se diluye, para  dar paso  a una mayor  flexibilidad  que  se  expresa en la  verdadera  integración  y hacia  una  más plena  cohesión social.

¡Es  la apuesta  de un liderazgo  emergente, que  se vislumbra  en el horizonte, como  fuente  de nuevas necesidades, que  requieren  formas  distintas  de acusar y acuñar  nuevas  respuestas, aglutinadoras y  verdaderas!

¡La   humanidad  no tolera  más perplejidad y  asombro  de  este mundo desbocado,  deshumanizante  y  excluyente. Asume   desde  ya y en el cuerpo  de los indignados, la necesidad de más participación y mayor  comprensión    del  espacio vital  de los  seres  humanos!