- Lista de galardonados con el Premio Nacional de Literatura.
Vamos a tener imágenes de los varones que aparecen en primer y último lugar y las dos féminas ganadoras.
En total se han otorgado 32 galardones anuales, salvo el 1991 que no hubo, pero el 1990 tuvo dos: Juan Bosch y Joaquín Balaguer. De esos, más de la mitad estamos vivos. He aquí la lista de los que ya no están sobre la tierra: 1990 – Juan Bosch (1909-2001); 1990- Joaquín Balaguer (1906-2002); 1992 – Manuel del Cabral (1907-1999); 1993 – Pedro Mir (1913-2000); 1994 – Manuel Rueda (1921-1999); 1995 – Antonio Fernández Spencer (1922-1995); 1997 – Virgilio Díaz Grullón (1924-2001); 1998 – Lupo Hernández Rueda (1930-2017):1999 – Mariano Lebrón Saviñón (1922-2004); 2000 – Víctor Villegas (1924-2011); 2001 – Carlos Esteban Deive (1935-2019); 2002 – Hilma Contreras (1913-2006); 2005 – Diógenes Valdez (1941-2014); 2008 – María Ugarte (1914-2011); 2012 – Armando Almánzar (1935-2017) y 2018 – Manuel Salvador Gautier (1930-2021).
Lo mismo respecto a los que todavía respiramos: 1996 – Marcio Veloz Maggiolo (1936); 2003 –Franklin Domínguez (1931); 2004 – Andrés L. Mateo (1946)): 2006 – Bruno Rosario Candelier (1941); 2007 – Diógenes Céspedes (1941): 2010 – Mateo Morrison (1946); 2011 – Jeannette Miller (1944); 2013- José Mármol (1960); 2014 – Tony Raful (1951); 2015 – Roberto Marcallé Abreu (1948); 2016 – Ángela Hernández (1954); 2017- Federico Henríquez Gratereaux (1937); 2019 – Manuel Matos Moquete (1944); 2020 – León David (1945 y 2021 – Manuel Mora Serrano (1933).
Como vemos, hay solo 4 mujeres: Hilma Contreras y María Ugarte, en la primera lista y Jeannette Miller y María Ugarte, en la segunda. No nacidos en el país son Carlos Esteban Deive y María Ugarte, en España, y León David, en Cuba. Curiosamente, no hay ningún escritor de la diáspora, ya que los tres no natos residieron más en este país que en sus sitios de nacencia y aquí hicieron la obra por la que se les premió y a León David le correspondía la nacionalidad por ser hijo de dominicano.
Dicho esto, entremos en materia.
- La gran pregunta: ¿Toda relación con la Fundación Corripio Inc., y los Miembros del Jurado, concluye con la entrega de los premios y los agradecimientos?
Lo que cuestionamos es que el país se está perdiendo muchas cosas útiles. Lo primero que pensamos es que los galardonados, supuestamente personas cultas, que podrían utilizarse, sobre todo si se organizaran. No solo porque la unión hace la fuerza sino porque es un desperdicio, que tanto talento no sea consultado jamás ni se le tenga en cuenta por las instituciones culturales.
En España, antes, no sé ahora, a sus intelectuales se les invitaba a dar conferencias, lecturas de sus obras en distintas comunidades y se les pagaba bien, tanto para su transporte y estadía como los emolumentos. Pero aquí ese mar de tinta no se usa jamás ni para echar barquitos de papel.
Creemos que si existiera una especie de asociación de ganadores, su opinión sería de mucho peso, no importa las diferencias personales, cuando hay objetivos concretos, los que deseen aportar siempre podrían hablar a nombre de un grupo y su voz tendría un peso, sobre todo para insinuar al jurado algunos nombres y especificar por qué los sugieren; así como para ser consultados por los ministerios y hasta por la Presidencia; en fin, ser, existir, ser tomados en cuenta.
Pero nada, ese paquetón de viejos y de gentes en edad adulta, aunque han merecido el más alto galardón literario, es como si los arrumbaran en el olvido, como si los jurados se hubieran equivocado y no merecían tal distinción.
Decimos estas cosas porque realmente los escritores somos poco utilizados y el país es cada más inculto sobre todo los políticos militantes de los partidos tradicionales. Agregando, que no solo los premiados deben ser utilizados, aquí hay gentes, como Juan Alberto Peña Lebrón (1931), que llega a los noventa, siendo además de un poeta de un movimiento tan reconocido como la Generación del 48 y tan modesto y decente, tan honesto y pulcro, con unos poemas que bien merecen la antología, muchos más que muchos otros que aparecen por ahí con galardones, y ni siquiera ha sido honrado el gobierno que sea para condecorarlos con la mayor presea del honor y la vergüenza, amén del talento y el ejercicio profesional honesto y digno de ejemplo. Parece válido todavía aquello del poeta Federico Henríquez y Carvajal “¡Oh, América infeliz, que sólo sabe de tus grandes hombres cuando son tus grandes muertos!