DA MIEDO. Psicólogos sin principios, al servicio de un régimen maligno, utilizan técnicas sofisticadas para controlar la mente de una persona desde lejos.

El término "lavado de cerebro" nació en 1950. Es una palabra china ("xinao", literalmente “lavar el cerebro”). Originalmente sirvió para describir una técnica utilizada, según se afirmaba, por los genios chinos para manipular las mentes de los prisioneros estadounidenses en la Guerra de Corea. Cambiaron sus procesos mentales inconscientes y los convirtieron en agentes de fuerzas siniestras.

Muchos libros y películas pretendían mostrar cómo funciona esto. Por ejemplo, la famosa película El candidato de Manchuria muestra cómo los comunistas toman a un prisionero de guerra estadounidense en la guerra de Corea, un oficial, manipulan su mente y le dan una orden para matar al candidato presidencial de Estados Unidos. El oficial estadounidense ignora que ha sido convertido inconscientemente en un agente comunista. No recuerda la orden dada bajo hipnosis y no sabe que actúa en consecuencia.

LA TRAMA es ingenua, como la mayoría de las descripciones pseudocientíficas. En la práctica, es mucho más fácil manipular las mentes de personas, individuos y colectivos.

Por ejemplo, la "propaganda" nazi. La inventó el propio Adolfo Hitler. En su libro, Mein Kampf, describe cómo, siendo un soldado en el frente occidental en la Primera Guerra Mundial, fue testigo de la sumamente exitosa propaganda británica. Los británicos arrojaron panfletos sobre las trincheras alemanas y destrozaron la confianza de los soldados en su liderazgo.

Cuando Hitler llegó al poder en Alemania, confió a uno de sus fieles secuaces, Joseph Goebbels, la creación de un Ministerio de Propaganda. Goebbels convirtió la propaganda en una forma de arte. Entre otros medios, convirtió a todos los medios alemanes, los periódicos y la radio, en agencias gubernamentales. En alemán se llamaba "Gleichschaltung": conectar todos los componentes a una sola línea eléctrica. Gracias a esto, la Alemania nazi continuó luchando mucho después de que quedó claro que había perdido la Segunda Guerra Mundial.

Uno de los medios fue la desconexión del público alemán de cualquier otra fuente de información. La propaganda oficial se escuchaba desde todos los medios. Escuchar una transmisión en el extranjero era un delito grave, severamente castigado.

Por eso ocurrió que los alemanes todavía creían en su victoria final, “Endsieg”, incluso después de que los soviéticos en el este y los anglosajones en el oeste ya habían cruzado las fronteras de Alemania.

¿SE NECESITA un régimen dictatorial, ya sea nazi o comunista, para convertir los medios en una máquina de lavado de cerebro? El sentido común dice que esto es imposible en una democracia. Pero el sentido común está equivocado.

Se recordará que Hitler alcanzó el poder por medios democráticos. Incluso ahora, los nacionalistas fanáticos están ganando elecciones democráticas en muchos países. Todos sus líderes están ocupados destruyendo los tribunales, rellenando los parlamentos con idiotas útiles y, especialmente, convirtiendo los medios en instrumentos de lavado de cerebro. También en nuestro.

¿Cómo se hace esto? Realmente, es bastante simple: hay que suprimir todas las demás voces. Uno debe asegurarse de que el ciudadano escuche solo una voz. Una que repite ciertos mensajes una y otra vez, infinitamente. De esta manera, la mentira se convierte en verdad.

En tal situación, el ciudadano común se convence de que la línea oficial es realmente su propia opinión personal. Es un proceso inconsciente. Cuando uno le dice a un ciudadano que se lava el cerebro, se siente profundamente insultado.

Esto ha estado sucediendo en Israel en los últimos años. El ciudadano no es consciente de que está sucediendo. Él o ella absorbe diversos periódicos, programas de televisión y emisiones de radio, y ve que todos estos medios están discutiendo libremente entre ellos e incluso peleando entre sí. El ciudadano no es consciente del hecho de que en el único tema crítico de nuestra vida, la guerra y la paz, todos los medios están "conectados" a una línea singular de lavado de cerebro.

DURANTE LAS últimas semanas hemos estado viendo un ejemplo perfecto de este mecanismo. Los sucesos en la frontera de la Franja de Gaza han activado un mecanismo de lavado de cerebro que los regímenes dictatoriales en el mundo solo pueden envidiar.

Hagamos un examen de nosotros mismos: ¿qué hemos escuchado por la radio? ¿Qué hemos visto en la televisión? ¿Qué leímos en los periódicos?

En pocas semanas, más de cien seres humanos murieron por disparos y muchos miles resultaron heridos por fuego real. ¿Por qué?

"Nos vimos obligados a dispararles porque estaban asaltando la valla fronteriza". Y, de hecho, ¿los propios habitantes de Gaza no proclamaron su voluntad de "regresar a casa", es decir, de regresar al territorio israelí?

Pero el 14 de mayo, el "Lunes Negro", 63 manifestantes desarmados fueron muertos a tiros y más de 1,500 heridos por fuego real. Todo israelí sabe que esto fue necesario porque los manifestantes irrumpieron en la valla y estaban a punto de invadir Israel. Nadie prestó atención al simple hecho de que no había una sola foto que lo mostrara. Ni siquiera una. A pesar del hecho de que en ambos lados de la valla había cientos de fotógrafos, incluidos fotógrafos del ejército israelí, que filmaron cada detalle. Decenas de miles de personas irrumpieron, ¿y ni una sola foto?

Uno debe notar el uso de la palabra "terror". Se ha convertido en un adjetivo adjunto a todo. No solo hay túneles, todos son siempre "túneles del terror". Hay "terroristas". Existe "el régimen de terror de Hamas" y hay "bases terroristas". Ahora hay hasta "chichiguas terroristas".

Aviso: no solo "cometas incendiarias" o "cometas de destrucción", solo "cometas terroristas". Lo mismo todos los días, en todos los medios. Alguien tomó la decisión sobre la terminología. Por supuesto, todos lo que tiene la palabra "terror" adjunta a su nombre es "un hijo de la muerte", como se dice en el hebreo bíblico. Ese es otro término destacado del lavado de cerebro.

Los habitantes de la Franja de Gaza son "terroristas". (En hebreo, se ha inventado un término especial: "Mekhablim"). ¿Todos ellos? Por supuesto, no hay duda. Especialmente los miembros de Hamas. Pero Hamas es un partido político que ha ganado elecciones democráticas en toda Palestina. Un partido civil que tiene un ala militar. Pero en nuestros medios, todos los miembros del partido y sus seguidores son "terroristas", hijos de la muerte, Por supuesto.

El uso de estos términos, cientos de veces al día, constituye claramente un lavado de cerebro, sin que los ciudadanos lo noten. Se están acostumbrando al hecho de que todos los habitantes de Gaza son terroristas, mekhablim. Este es un proceso de deshumanización, la creación de Untermenschen, subhumanos, en el léxico nazi. Eliminarlos está permitido, incluso es deseable.

En tal atmósfera, hasta las expresiones abominables pasan desapercibidas. Por ejemplo, esta semana escuché en uno de los noticieros de televisión la frase siguiente de la boca de un corresponsal militar hablando de la próxima manifestación en Gaza: "Irán quiere manifestantes muertos, y parece que los conseguirán". Uno tiene que leer esta oración dos veces para darse cuenta de lo que dice: que los francotiradores israelíes sirven a los intereses iraníes.

O una idea que se repite una y otra vez, incluso por respetados comentaristas: "Irán quiere destruir el Estado de Israel". No sé qué quieren 80 millones de iraníes, ni el escritor. Pero la idea en sí es ridícula. Israel es una potencia nuclear. ¿Cómo se aniquila una potencia nuclear (con submarinos que pueden lanzar dispositivos nucleares en un momento de necesidad)? ¿Están listos los iraníes para convertir a su país, una de las cunas de la civilización humana, en un cementerio, en un desierto?

O un pronóstico "el viernes, tendrá lugar otra manifestación violenta". "¿Violenta"? ¿"Otra"? No hay discusión sobre el hecho de que todas las manifestaciones a lo largo de la cerca de Gaza fueron en su totalidad “no violentas”. Los manifestantes no dispararon ni un solo tiro, cuando miles de ellos resultaron heridos por fuego real y hubo más de un centenar de muertos. Sin embargo, la mentira pasa sin comentarios.

Ni uno solo de los cientos de presentadores de programas de noticias televisivas corrige las declaraciones de los corresponsales. Porque los directores, presentadores, comentaristas y corresponsales tienen lavado el cerebro completamente. El portavoz del ejército sabe la verdad, por supuesto, pero él es un engranaje central en la máquina de lavado de cerebro.

LOS ACONTECIMIENTOS alcanzaron un clímax con el asesinato de Razan Ashraf al-Najjar, la paramédica de 21 años, cuando intentaba salvar la vida de un manifestante herido. El francotirador que le disparó en el pecho vio que ella era una médica que trataba a una persona herida. Fue un claro crimen de guerra.

¿Hubo una alguna protesta pública? ¿Exigieron los medios una investigación? ¿Los medios informaron este evento en su página principal? ¿Observó la Knesset un minuto de silencio? Nada de eso. Fue una noticia menor en solo algunos periódicos (de ninguna manera en todos). Un excelente artículo de la admirable Amira Hass en Haaretz. Y eso fue todo.

Pasaron unos días y en el exterior hubo protestas. El equipo de fútbol argentino, con el admirado Messi, canceló un partido amistoso contra el equipo israelí en Jerusalén.

Los lavadores de cerebro se dieron cuenta de que era imposible no reaccionar. Entonces, el portavoz del ejército publicó una declaración diciendo que se había llevado a cabo una investigación. ¿Qué descubrió? Ah, bueno. Estaba claro que nadie había disparado contra Razan. Ella recibió una bala de rebote que había golpeado en el suelo, lejos de ella. Esa es una mentira descarada que incluso el mentiroso del ejército debería sentirse avergonzado de publicarla. Pero fue aceptada por el público con el cerebro lavado.

Una de las características del lavado de cerebro es un fenómeno que todos pueden notar: la ausencia total de una segunda opinión. Cuando un comentarista reproduce la línea oficial sobre un suceso, ¿expresa alguien una versión alternativa? ¿Hay un debate entre el portavoz oficial y un comentarista contrario? En los medios democráticos, eso sería un lugar común. Pero aquí es raro, muy raro.

¿QUÉ PUEDE hacerse para contrarrestar un lavado de cerebro de tal magnitud?

No mucho.

Ante todo, existe una necesidad vital de una segunda voz. El lavado de cerebro puede ser eficiente solo cuando la voz oficial disfruta de un monopolio total. Ese fue uno de los objetivos de Haolam Hazeh, el semanario que edité durante 40 años. Enfrentó todas las versiones falsas del gobierno con una versión contraria. Aunque nuestra voz era débil, en comparación con la poderosa máquina del gobierno (incluso en aquellos días), el solo hecho de que haya dos voces impide un lavado de cerebro total. El ciudadano escucha dos versiones y se pregunta "¿quién tiene la razón?"

Si todos los grupos por la paz y los derechos humanos en Israel establecen un centro conjunto de información que sea escuchado, tal vez se pueda romper el monopolio de la propaganda oficial. Quizás.

la verdad, incluso cuando esto se considera traición. Gideon Levy, Amira Hass y algunos otros. Debemos asegurarnos de que su voz se escuche. Hay que animarlos.

Todos los medios deben ser presionados para presentar una variación en los puntos de vista sobre asuntos de guerra y paz, para permitir que el "enemigo interno" sea escuchado, de modo que el ciudadano pueda formarse una opinión propia.

Los medios de comunicación extranjeros deben tener libre acceso a las fuentes de información, incluso cuando los medios extranjeros son críticos, "hostiles" y "antisemitas". Los amigos de la paz israelo-palestina en el extranjero deben ser alentados a presionar a los medios en sus países de origen para que publiquen la verdad sobre lo que está sucediendo aquí.

No me gusta la palabra "deben". Pero en este contexto, ningún otro serviría

EL PODER de la verdad contra una máquina de lavado de cerebro siempre es limitado. Pero al final, incluso si lleva tiempo, la verdad se impondrá. Se necesita valor.

La película El candidato de Manchuria tiene un final sorpresivo: en el minuto final, en lugar de matar al candidato presidencial, el hombre con el cerebro lavado le dispara al agente comunista que se suponía que tomaría su lugar.