“De poco sirve la riqueza en los bolsillos, cuando hay pobreza en el corazón”. Papa Francisco
Nuestro país y el mundo atraviesan por uno de los momentos más difíciles y preocupantes del último siglo, luego de la “Gripe Española” del 1918: La aparición del Coronavirus-COVID 19, el cual se ha convertido en una pandemia global, causando cientos de miles de personas afectadas y fallecidas, sin que hasta la fecha se haya descubierto una vacuna para contrarrestar o curar el mismo.
Este virus se originó en China a finales del año 2019 y aunque ya este país se ha ido recuperando y volviendo a la normalidad, se ha expandido y propagado por casi todo el planeta (170 países).
De consecuencias hasta ahora imprevisibles, este virus está causando estragos no solo a la salud de la humanidad, sino, a la economía global, pues en estos momentos se ha generado una gran contracción y recesión económica, ya que las principales potencias económicas (China, Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, España), han cerrado sus fábricas, colocando en cuarentena a sus trabajadores. Esta situación ha provocado la caída de los precios del petróleo y de las bolsas de valores de las grandes empresas.
El señor Presidente de la República, licenciado Danilo Medina ha declarado el país en estado de emergencia y ha tomado fuertes y rigurosas medidas sanitarias, económicas, humanitarias y de seguridad nacional, que aunque muy dolorosas, han sido las correctas y atinadas para enfrentar esta pandemia universal, que sin duda alguna afectará todo el sistema productivo nacional, sobre todo al turismo. Se cerraron las fronteras aéreas, marítimas y terrestres y se suspendieron las labores comerciales.
Nuestro país en estos momentos requiere de una verdadera unidad nacional (clase empresarial, política, social y religiosa); de reflexión, recogimiento, sacrificios, solidaridad y desprendimiento. Demanda que coloquemos sus intereses por encima de los particulares, económicos y políticos.
A pesar de los grandes esfuerzos y sacrificios que viene realizando el señor Presidente de la Republica, los mismos no serán suficientes para poder enfrentar por si solo esta desgracia que nos ha tocado vivir; se requiere del aporte, del desprendimiento, del sacrificio y de la solidaridad del sector empresarial, pues si observamos lo que está sucediendo en España, Italia y en los Estados Unidos, países muy desarrollados, donde algunas áreas de su sistema de salubridad están al borde de colapsar. ¿Qué podemos esperar en el nuestro, con recursos y capacidades instaladas limitadas?
Este sector, a través del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD), la Asociación de Jóvenes Empresarios (ANJE), la Asociación Nacional de Hoteles y Restaurantes (ASONAHORES), la Asociación de Bancos Comerciales de la República (ABA), las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), las Administradoras de Riesgos de Salud, entre otras, pueden crear un fondo común con aportes económicos y en especies, administrado por dichas instituciones o por las iglesias, con el apoyo logístico del gobierno central (transporte, seguridad y personal de apoyo). Ya se tiene el precedente de la ayuda humanitaria del 2010 cuando la ocurrencia del terremoto en Haití.
Esta decisión debe tomarse antes que sea demasiado tarde, pues de continuar expandiéndose este virus y de mantenerse en cuarentena a una clase muy vulnerable, aquí no se sabe lo que podría ocurrir, pues este no toma en cuenta a etnias, razas, edad, sexo y clases sociales. Este es un momento de grandes sacrificios que debe ser afrontado por todos, pero más por los que tienen algo que perder. ¡Que Dios nos coja confesados!