Según el filósofo Andrés Avelino:

“Aunque después de Kant y Comte es imposible encontrar un solo filósofo absolutamente despojado de positivismo en algún grado, por leve que éste sea, sin embargo Henríquez Ureña se adelanta a la época filosófica del alba del primer cuarto de siglo y se opone al positivismo de Caso, armado de las mejores dialécticas antipositivistas del momento filosófico europeo.  (Ibídem; Ver Homenaje…)

Entiende nuestro filósofo que PHU:

“Abjura de ese positivismo que el mismo maestro de la juventud mexicana debía rechazar más tarde, aunque no lograse libertarse de él, en absoluto, pues permanece bajo su influencia en la forma sutil y ampliamente extendida hoy de la actitud científica de la mayoría de los filósofos actuales, que fingen poseer no solo una mesura, sino también una aspiración a la evidencia científica en el campo de la problemática filosófica.” (Loc. cit.)

Las precisiones que hace el filósofo, poeta y matemático sobre su práctica de crítico, antes que filósofo, orienta el punto cardinal que respalda el pensamiento de nuestro humanista:

“El crítico no pretendió nunca ser filósofo estricto, pues si tal cosa hubiera anhelado, tal hubiera sido; tenía sobrados talentos para ello.  Pedro Henríquez Ureña sabe que no se puede ser crítico sin filosofar, sin tener una sólida cultura filosófica y buscar su propia orientación en ella.” (Vid. p. 92)

En el contexto del Homenaje, Avelino reflexiona en torno a la dimensión de Henríquez Ureña como pensador y “crítico de amplia cultura filosófica”:

“La admiración del crítico a la obra platónica lo abroquela contra toda contaminación maleante (sic) del pensamiento contemporáneo.  De Pedro Henríquez Ureña no se puede decir que es un filósofo a secas.  Pero se puede decir algo más, que es un pensador, un crítico de amplia cultura filosófica, un escritor que reflexiona sus juicios en actitud objetiva, filosófica.  De ahí la profundidad y justeza de sus admirables ensayos críticos.” (p. 93)

Justo a partir del núcleo que quiere poner de relieve Avelino a propósito de la filosofía de PHU, se hace visible y legible en su ponderación la cardinal del homenaje-ensayo:

“La filosofía de Pedro Henríquez Ureña comienza en sus ensayos de crítica filosófica, pero sigue desparramado en los certeros juicios de sus admirables estudios de crítica literaria.” (Vid. p. 99)

A todo lo largo de su ensayo, Andrés Avelino destaca las vertientes literarias y las cardinales que asumió como trabajo PHU, tanto las artísticas, literarias y críticas, como las filosóficas, educativas y culturales.

El Homenaje póstumo llevado a cabo por la Universidad de Santo Domingo para tributar a PHU con motivo de su fallecimiento en 1946, constituyó un trazado genealógico, intelectual, moral y cultural de nuestro hombre de cultura y sus aportes a la República Dominicana y a toda la América continental.

En dicho Homenaje, hay que destacar los aportes de Flérida de Nolasco, su prima y seguidora quien reflexiona en su ensayo Pedro Henríquez Ureña: Filólogo y Folklorista (pp. 121-135), sobre sus líneas de trabajo y los aportes que hizo como filólogo y folklorista a la República Dominicana y a la América continental.

Señala Flérida de Nolasco que:

“Su trabajo titulado “Para la Historia de los indigenismos”, publicado en 1938 por el Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires, está destinado al Diccionario de indigenismos circulantes en el idioma español que prepara ese mismo instituto, y comprende en primer término la historia de dos palabras: Papa y batata o boniato.” (Op. cit. pp. 123-124)

En ese mismo sentido, destaca nuestra folklorista y musicóloga dominicana que:

“En 1938 publicó el Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires tres estudios de Pedro Henríquez Ureña: Datos sobre el habla popular de México, en el cual aprovecha muchas fuentes sumadas a observaciones personales y directas: “El hispano-Nahuatl”, trabajo en el que estudia el habla mixta que sobrevive en la América Central, habla más bien de superposición del azteca y el español, la cual ha alcanzado una literatura elemental; y “mutaciones articulatorias en el habla popular”; estudio que comprende a Méjico central, o sea: la vasta altiplanicie del centro de Méjico y los Estados Unidos de América en la Costa del Golfo, más la América Central.” (Véase pp. 124-125)

Flérida de Nolasco llama la atención sobre una precisión lingüístico-filológica importante:

“En 1938 publicó (PHU, s.n.) en la Revista Hispánica (sic), órgano del mismo Instituto de Filología y en el cual era miembro del cuerpo de redactores, dos trabajos: “Ello”, estudio que trata del comienzo de obsolescencia, de la crisis de ello, que ya suena arcaico y que va sustituyendo ello es que. Sin embargo, advierte que se conserva ello en el lenguaje de tipo académico en la Argentina, y que también se conserva en el extremo opuesto: en el habla popular de unas pocas regiones, especialmente en las Antillas, y sobre todo en Santo Domingo, “característicamente arcaico en su hablar.” (Ibídem.)

Sin embargo, para Flérida de Nolasco, “el estudio filológico de mayor extensión lo dedicó Pedro Henríquez Ureña exclusivamente a su país (siempre tenía los ojos y el corazón vueltos a su patria) y es “El español en Santo Domingo”, estudio de un caudal abundantísimo de palabras y de frases hechas, recogidas en parte directamente por el autor, sobre todo en el Cibao, y aprovechando asimismo los trabajos de autores nacionales que ofrecen oportunidad para recoger materiales de esta índole.” (Véase p. 126)

Según Flérida de Nolasco:

“La visión de Pedro Henríquez Ureña llega a abarcar, en síntesis armoniosa por bien elaborada y trabajada, toda la vida del idioma y sus distintos planos y sectores, e irá del detalle perdido u olvidado hasta el nobilísimo conjunto de la lengua.” (Ver, p. 128)

Cierra su ponderación y homenaje al maestro un llamado puntual a las presentes y a las futuras generaciones de dominicanos e hispanoamericanos:

“Estudiemos su vasta y generosa labor.  Comprenderlo, estimarlo y continuar sus ideales, es el tributo más digno de su memoria: un tributo superior a las lágrimas, a las alabanzas y a los monumentos.” (p.135)

Hemos visto a partir de cuatro aportes de reconocidos intelectuales dominicanos, cuáles fueron las incidencias y cardinales del Homenaje a Pedro Henríquez Ureña, celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Santo Domingo el 29 de junio de 1946.  El elemento genealógico, emblemático, académico y “arqueológico” del mismo, propició un movimiento de estudio de su obra que hasta hoy ha cobrado su valor, si observamos los diversos y enriquecedores aportes que se han publicado sobre sus contribuciones y alcances para entender mejor los dominios que asumía nuestro intelectual y autor como muestra de respeto a su labor.