Cuando producimos arte figurativo lo que hacemos es separar el objeto representado del entorno. Es como si participáramos en esa lucha perpetua entre la figuración y la abstracción.
En nuestros tiempos se ha llevado el asunto hasta la forma tridimensional en la réplica inerte del objeto que sin ser escultura nos presenta un simulacro de la realidad. Como los santos de palo de nuestros campesinos.
En otro ámbito podríamos hacer una reflexión sobre la aspiración que tiene todo artista que produce –arte efímero- de querer que sus obras se expongan en museos.
Todos sabemos que los museos son instituciones dadas a la petrificación de prácticas de colectividades que aspiran perpetuarse.
Sabemos que para esto se utilizan mecanismos artificiales que nada tienen que ver con el uso del arte.
Es una práctica conocida desde siglos o quizá milenios que artistas y deportistas o más modernamente, mujeres se sometan a la selección de un jurado para escoger lo mejor.
En el deporte no será posible imaginar el ejercicio sin una competencia entre grupos o individuos.
En lo que respecta a la mujer todo se circunscribe a un estereotipo preconcebido por quienes creen que deben establecer las reglas de lo que es agradable bueno o armónico en el campo de la apetencia sexual.
De lo contrario no tendría justificación este tipo de competencia.
Esto es así desde que en Europa parecieron las revistas de modas por el desarrollo de la fotografía especializada en estos asuntos.
Elementos que se integraron a la publicidad del comercio de productos industriales relacionados con la belleza femenina.
Todo esto si dejamos fuera la condición cerebral de la mujer y su capacidad de contribuir con el desarrollo de la sociedad.
Sabemos también que el artista por su parte siempre pudo integrarse a un ejercicio que le permitió desarrollar su capacidad y mostrarse a la sociedad, él y su obra.
Que el artista siempre logró canales para perpetuarlo . A él y su obra. Dejar para el tiempo lo que es bueno y dejar al polvo de la historia lo que no lo que no sirvió para contrapuntear.
Hemos visto como al espectáculo de un de concurso patrocinado por el estado se le ha negado cabida en los medios de comunicación para la suficiente difusión de algo que es fundamental en el proceso de desarrollo de la sociedad.
Los artistas lo que ganan con el espectáculo de la bienal es que los ganadores tengan alguna menuda publicidad y quizás hasta un limitado reconocimiento público durante corto tiempo. Después todo el artista desaparece en el anonimato.
En los cuestionamientos sobre la exposición de las obras de la más reciente edición del concurso bienal del Estado, hay una cuestión que es denominador común.
La relación del arte actual o de los artistas dominicanos con el resto de la sociedad. Aunque deberíamos presentar la cuestión a la inversa.
-Cómo se relaciona el gran público con el momento que vive el arte de la república Dominicana expresado en la Bienal-.
Sí se le pudiera preguntar a cualquier vendedor de frío-frio o decano de medicina o carpintero o Juez cuál es su reacción frente a un arte que supuestamente le representa como dominicano al día de hoy. La respuesta podría ser indeterminada o equivoca.
Hay un arte que está muy emparentado con el –grafiti- que fue recogido en su obra por el francés Dubuffet quien también se ocupó del arte de los locos, coleccionando obras de los manicomios y llamándole /el otro arte/.
Es posible que aquel discurso político que hoy aparece en la Bienal proyecte una expresión, o arte popular que nada tendrá que ver ni con la academia ni con el sector oficial ni con el poder de ningún tipo como sucedió hace algunas décadas en la ciudad de nueva york y que fue una expresión generada por la marginalidad negra de los barrios.
Esta forma de expresión fue recogida en su obra por el haitiano Jean Michel Basquiat.
El rompimiento con las convenciones inmóviles, lo vemos como una una búsqueda en un proceso de sanación en que los elementos fundamentales de la sistema social se han desplazado para iniciar el proceso de incorporación a la vida activa de grupos que tradicionalmente fueron desplazados por grupos hegemónicos durante todo el tiempo de la vida nacional
En esto están incluidos sectores poderosos políticos y principalmente religiosos, además de las tradicionales de clases privilegiadas.
Quizás sea el aliento mágico del quehacer en el arte lo que permita que las nuevas generaciones se conviertan en actores después de ser sectores desplazados por el poder en todas sus vertientes.
Si observamos las bienales que patrocina el estado, después de la creación del gran premio y el destino de los ganadores sucesivos debemos comprender que es lo mismo ser ganador del gran premio como no serlo.
Al poco tiempo de ganar, el artista va a sumirse en el anonimato o cuando más a ser conocido por algunos que recuerdan el premio.
En estas ceremonias y entretenimientos los palcos los llenan pequeñas élites equipadas desde el discernimiento de cuestiones de arte o bien desde la administración de política cultural.
El alejamiento de la abstracción se produjo en las décadas finales del siglo, la abstracción que se mezclo con aquel movimiento que fue llamado expresionismo se produjo justo en la en la mitad de los años cuarenta.
Cuando en nuestro país se fundaba la Escuela Nacional de Bellas Artes.