A raíz de las declaraciones emitidas por el Presidente del Senado respecto a la postura asumida por la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) frente al Ministerio de Estado de Educación (MINERD), he decidido cambiar la esencia de este segundo artículo de la serie Una Visión de Desarrollo Insostenible.

Es difícil hablar de políticas de Estado y de visiones de desarrollo sostenibles cuando no somos capaces de poner en práctica los principios más elementales de cualquier democracia. Todo esto constituye razón suficiente para pensar que hemos logrado poco en materia de democracia, más allá de garantizar elecciones, calidad de las cuales aun es cuestionable.

Independientemente de quien tenga o no la razón en el proceso de negociación salarial, la crítica del Presidente del Senado nos dice varias cosas. Lo primero que nos dice es que el tema educación se maneja como un tema partidario y no como un tema ciudadano, un tema de derechos. Lo segundo que nos dice, quizás aun más preocupante, es el hecho de que ya vemos lo poco tolerante que es el Partido de la Liberación Dominicana ante cualquier tipo de reclamo ciudadano. En otras palabras, es intolerante ante cualquier indicio de democracia.

Los gremios constituyen un mecanismo de defensa de los derechos laborales, que actualmente están siendo violados por la incapacidad del Estado de proveer sueldos dignificantes. La crítica del Presidente del Senado debió haberse dirigido a la pérdida de clases por culpa de las huelgas. En lugar de promover un entendimiento entre dos partidas que deberían considerarse parte de un mismo equipo, el Presidente del Senado elimina toda posibilidad de llegar a un verdadero acuerdo de voluntades.

Enunciados como el que motivaron este artículo son la primera evidencia de la incapacidad que tiene nuestro sistema político de generar debates públicos. Constituyen una muestra de lo peligroso que es el poder desmedido. Los debates son un componente esencial de la democracia, pero ellos requieren de actores con una mínima de tolerancia y respeto hacia las diferencias. Ellos constatan que verdaderamente existe libertad de expresión.

Acudir a la amenaza como mecanismo de control y orden es imponer una política coercitiva. Acudir a la amenaza es hacer mucho más de lo mismo.