Cuenta la historia que la tía Lil le preguntó a su sobrino, ¿por qué solo escribes canciones de amor todo el tiempo? ¿No podrías escribir acerca de un caballo, una conferencia cumbre o algo interesante? Muchos podrían opinar que la señora era un poco entrometida.
Afortunadamente, su sobrino no lo pensó así. Detrás de la sugerencia de su auntie Lil, el compositor y músico descubrió una nueva trova. Le llevó a su compañero cantautor la idea de escribir una canción con la estructura de una epístola, como las de From me to you, P. S. I love you. Sin embargo, evitó componer otra tonta canción de amor o silly love song como las que traían algo aburrida a la figura maternal del joven huérfano de madre.
Acaso porque el escritor Allen Ginsburg era su amigo cercano en esos años, las letras de las canciones del músico a partir de ese momento se llenaron de observaciones que adoptaron la forma de narraciones breves. No solo la canción en cuestión fue un nuevo núm. 1 en los charts a nivel internacional, sino, además, la antesala para descubrir otros caminos de la escritura creativa, explorados por el artista en composiciones venideras.
Las tías y las madres suele ser buenas consejeras. A mí me tomaría más tiempo entenderlo.
Estaban mis hijos todavía chiquitos, cuando en una conversación sabatina de mecedora a mecedora, se me ocurrió comentarle a mi mamá que quería escribir un libro sobre derecho de la competencia. Para que fue eso. Amanda Pagán, mi madre, fue ama de casa, empleada pública y no cursó profesión universitaria. Sin embargo, era una ejecutora centrada en el objetivo y siempre estuvo al día en sus tareas, siendo la más destacada la de apoyar a sus parientes y allegados. El día que le tocó partir, tenía desde hace tiempo todos sus deberes vitales cumplidos.
No la heredo en esa virtud. Siempre ando corriendo contra el reloj que marca el fin de los plazos y para colmo, como me señaló hace poco mi amiga Elianna, hago público mis proyectos, con lo cual confundo a las audiencias ante mi exceso de entusiasmo respecto del momento en que van a ocurrir.
Esa debilidad de mi carácter desesperaba a mi organizada madre, una mujer con agudo sentido de la crítica. Me reclamó por años mi incapacidad de concluir el libro, mientras me veía ir y venir a dar clases en la universidad de esa asignatura sin el prometido libro de consulta. Lo que empezó cuando Simón, el más joven de mis hijos, siendo un parvulito de prescolar quien propuso varios dibujos a crayola como la portada para la obra, no pudo concluirse hasta seis años después de la partida de mi mamá.
Hasta su fallecimiento, ella ilustraba con el caso concreto del libro inconcluso de derecho de la competencia que nunca vio salir mi dispersión. Lo ponía de ejemplo para demostrar que yo era una desordenada. Ella ya no está, pero dejó al mejor representante para ayudarme a administrar mis anticipaciones, su nieto Simón, que afortunadamente salió organizado y centrado en la tarea como ella.
Libre y leal competencia en la República Dominicana (1994 – 2020) se encuentra a la venta en formato pasta blanda (paperback) en Amazon. Al igual que el personaje de la canción de Lennon & McCartney, Paperback writer, escrita por Paul McCartney luego de la sugerencia de su tía Lil, dirigí una carta a una editora, con la esperanza de que me publicaran el libro que me tomó años escribir. En mi caso, el preámbulo que inicia: Dear sir or madam, would your read book, it took me years to write, would you take a look?, fue una complicado procedimiento de publicación y venta enviado a Amazon.
El proceso de publicación fue un desafío en el que Simón me acompañó con su minuciosidad de diseñador gráfico y multimedia, para que el contenido quedara debidamente presentable para Amazon, y pudiera yo ofrecerle a esa editora otros trabajos más adelante, como promete el remitente en la letra de la famosa canción de los Beatles.
Hemos hecho un pedido en mayoreo para suplir a las librerías dominicanas y realizar una puesta en circulación en Santo Domingo, que anunciaremos cuando esté todo listo, siguiendo la sugerencia de Elianna. Gracias le doy a Guillermina Pereyra de Estrella (correctora de estilo), Pedro Ramírez Pequeño (curador), Eduardo Jorge Prats (prologuista), Jaime Ángeles Pimentel (asesor legal) y a todas las demás personas que me ayudaron en este proceso que hace realidad un sueño de mi mamá. Entre ellos y de último minuto desde Corea, a Federico Cuello. Nuestro amigo se convirtió en un asesor ad-hoc a distancia del proceso ante Amazon por ser más diestro que yo en ese menester.
Al día siguiente de la publicación Federico me dio a conocer las estadísticas de venta del libro en la plataforma. La obra que tanto mi mamá esperó, en menos de veinticuatro horas alcanzó el lugar núm. 1 de ventas en la lista de novedades de Derecho de la Competencia de la editora global.
He bailado el cumplimiento de una vieja promesa. (ver)