Si confirmamos las estadísticas, la llamada Casa de Teatro, mas bien sería la Casa de la Música, aunque su progenitor reniegue, lo dejó saber con su queja de que al teatro le hace falta más apoyo.

¿Qué le gustará más a Dios, la música o el teatro? A mi entender Dios no tiene gusto, por lo que le es igual; ¿quien critica más lo real y le llega a menos público?, el teatro, ese es el lado oscuro de Freddy Ginebra y su Casa de Teatro a cuestas y en el bolsillo. Su dragar en el desierto en busca de las lágrimas y las risas sobre todo para que nos devuelvan una sociedad donde impere la justicia, las buenas conductas, el amor a todo lo que nos rodea, incluyendo los mosquitos y los animalitos políticos, religiosos, profesionales médicos y abogados, militares, mafiosos, etc… que hacen del diario vivir el infierno de este llamado a ser el Planeta Paraíso.

Freddy Ginebra después de alguien que conozco muy bien poco, es una de las personas más correctas sobre este planeta, a él primero, lo suyo, al resto todo.

Con su Festival Internacional de Jazz, Santo Domingo, a destiempo y fuera de todo contexto se convierte en una fiesta de la música total entre paredes, no es el 21 de junio ni el 22 de noviembre, cada jueves de julio, ya ven, es la fiesta del aniversario de Casa de Teatro, (no es con obras dramáticas que se celebra), la música universal, la que se hace todos los días, con o sin Luis, la que hace reir, llorar, vivir, estremece la ciudad desde el perimetral exágono en práctica geometría del absurdo, principal recinto de una aguda y paciente audiencia que rellena y repleta como en cualquier retreta la disponibilidad de espacio.

Esta vez con más delicadeza, esperemos que con más blues, por el patrocinio que lleva el nombre de tantas de mis tías en este caso Stella Artois, la bruseloise que me cuida, me trae y me lleva… Podría ser la mejor de las fiestas de la música de los músicos. El Jazzxx…