La pasada semana y una vez más, los dominicanos nos dimos cita con el ejercicio más directo de democracia al que tenemos acceso: las elecciones de cargos públicos.
Más de 24 mil postulantes para más de 4 mil pero menos de 5 mil, puestos electivos, o lo que es lo mismo, mucha gente para pocas posiciones, o lo que es lo mismo también, aspirantes de todas las clases.
De estos tantos aspirantes, lo cierto es que, quizás lo único 100 % real, es que había de todo, absolutamente de todo. Gente honorable, que honraría cualquier función pública que desempeñara, hasta personajes de mala calaña.
La República Dominicana, que en alguna publicidad turística internacional se hacía llamar Inagotable, parecería ser una suerte de botín de guerra a repartir entre los vencedores de una gran batalla, o como ganancia de pirata, a veces incluso corsario, a ser echada a la suerte entre los que han asaltado el barco.
Ese país, esa sociedad está por venir pero debemos acelerar el paso para conseguir ser mejores, más allá de unas elecciones, pero con ellas incluidas
Cabe preguntar, fuera de los candidatos mediáticos, ¿cuáles de estos postulantes lleva intenciones reales de ser un servidor ejemplar, con un plan de trabajo definido, realizable y de beneficio para la colectividad? ¿Quiénes son más que un discurso hueco y oportunista, más allá de una simple arenga de campaña? ¿Son más de lo mismo? ¿Cuántos de estos no son simplemente unos “quítate tú pa’ ponerme yo” como la canción popularizada por la Fania de Pacheco?
Muchos dominicanos, como en todos los procesos electorales, acudimos a votar con la esperanza menguada, con el cariño por nuestra patria intacto, pero con el deseo de ser parte del cambio un tanto disminuido. Muchos acudimos sabiendo que unos quizás eran mejores que otros, pero en sentido general eran casi, casi lo mismo, incluso otros peores y hasta más ineptos, con muy poco que ofrecer, en términos reales, con un discurso pobremente estructurado.
En cualquier caso, y aún lo anteriormente expuesto, las elecciones nos invitan a soñar con un mejor lugar llamado República Dominicana, el sitio donde nacer es un privilegio; la tierra que sin dudas está bendecida por la mano de Dios, porque como dicen, Dios trabaja en muchas partes, pero vive y duerme en nuestra media isla, desde el Parque Nacional Jaragua hasta el de los Haitises en Samaná, desde El Morro de Montecristi, pasando por San José de Las Matas, hasta Cabo Engaño en Higüey. Este País es una bendición…!!!
Ese sueño nos lleva a escenarios en los cuales el Poder Municipal trabaja de manera coordinada con el Poder Ejecutivo, en beneficios de los ciudadanos; también nos lleva a escenarios en los cuales los legisladores ayudan a establecer un marco legal que nos ayude a ser una mejor sociedad; también nos lleva a esperar que la población sea la constructora de su propio destino planteándose desafíos propios de quienes desean un mejor país.
En el fondo si creemos en ese sueño, esperamos que se cumpla, y nos preguntamos cada día por la mañana que hacemos en términos personales ( que hago yo en términos personales) para que mi sociedad sea mejor.
Ese país, esa sociedad está por venir pero debemos acelerar el paso para conseguir ser mejores, más allá de unas elecciones, pero con ellas incluidas.
Hasta la próxima y gracias por la licencia de permitirme este tema más amplio que la Arquitectura o la Energía.