Todos conocemos el Derecho de Autor. El derecho de autor es el conjunto de principios y normas jurídicas que afirman los derechos morales y patrimoniales que la ley le otorga al autor (Definición de Wikipedia). Soy un fiel creyente que el derecho de autor es una parte esencial del cine, pero también considero que el arte debe llevarse y hacerse accesible a todos. No es que no se paguen los derechos, pero muchas personas dueñas de obras literarias abusan de su poder sobre las piezas.

Por ejemplo: La esposa del escritor fallecido Bram Stocker, autor de la obra “Drácula” quiso cobrar una cantidad tan absurda por los derechos que llevó al director Alemán Friedrich W. Murnau a cambiar los detalles de la historia y rodarla con otro nombre. En vez de llamarse Drácula se llamó Nosferatu, en vez de ser en Transilvania fue en Londres. Lo que fue por muchos considerada la mejor puesta en escena del libro Drácula y una de las películas que definió la vanguardia Alemana, no pudo presentarse más de dos días en su tiempo.

O el derecho de autor para la canción “Happy birthday to you” o “Cumpleaños feliz”. La canción más cara para poder usar en el cine. Esto hacía que los directores se pensaran nuevas y originales formas de cantar cumpleaños feliz. Como por ejemplo: La secuencia que crean en la película de Jim Carrey “Liar Liar” donde el niño queda en éxtasis de felicidad mientras se canta la canción que no podemos escucharla, solo ver lo feliz que está.

Pero la solución más ingeniosa que he visto en el cine para salvar un problema de derecho de autor la tuvieron el director Jay Roach y actor Mike Myers para la película “Austin Powers, Goldmember”. Austin Powers es la sátira del agente secreto británico James Bond. Austin Powers es el hombre feo que enamora a todas la mujeres por su “Sexappeal”. En la escena de Tokio, Austin Powers incrusta su automóvil debajo de un enorme muñeco de Godzilla y comienza a moverlo por toda la ciudad haciendo a los Japonenses entrar en pánico al ver el icónico monstruo. En este momento dos actores paran de correr y dicen a la cámara: Japonés #1: “¡Es Godzilla!”   Japonés #2: “Según las leyes de derecho de autor, no es Godzilla.” Japonés #1: “¡Aun deberíamos correr como si fuese Godzilla!.” Japonés #2: “Aunque no lo sea.” Paran de mirar a la cámara, dan un grito unísono y vuelven a correr.

Nadie se da cuenta pero el productor y el director pararon la película y mandaron un mensaje claro y alto, “Este “No” es el monstruo Godzilla, no estamos intentando engañarlos”. De una forma simple y original se cubrieron las espaldas y siguieron con su comedia.

No considero que deberíamos saltarnos las leyes. Mucha gente vive del derecho de autor y es una parte ética y esencial de nuestra industria. Lo que sí se puede hacer es negociar un punto medio dependiendo de la obra de arte o la puesta en escena, siempre habrá una forma de llevar la situación. Pero si ustedes pueden ser tan ingeniosos de encontrar una vuelta tan espectacular alrededor de las leyes, háganlo, que el público siempre está esperando ser impresionado.