Pocos días antes del inicio del presente mes de diciembre un numeroso grupo de instituciones dirigió una solicitud pública al Ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul, solicitando mantener el horario restringido para la venta de bebidas alcohólicas durante la temporada navideña. Esta tradición ha ido perdiendo cada vez más su carácter religioso, sustituyéndola por rumbosos festejos durante los feriados de Navidad y Fin de Año hasta altas horas de la madrugada con un elevado consumo de alcohol.
Ninguna de las diferentes firmas que calza el documento están teñidas de partidarismo político. Lo encabezan numerosas sociedades médicas nacionales en Cardiología, Neumología, Diabetes, Neurología y Neurocirugía, Endocrinología y otras diversas especiales. Adicionalmente lo suscriben federaciones y sociedades también médicas regionales y Argentina, Bolivia, México Costa Rica y Uruguay.
Entre los restantes suscribientes de la petición aparecen entidades de servicio, federaciones y asociaciones de vecinos, colegios, Unidad Evangélica, Comunicadores Cristianos y diversas ONGS.
Por ningún lado, por consiguiente, hay asomo de parcialidad ni encubierto interés subyacente que no sea la legítima preocupación de contribuir a reducir la elevada incidencia de accidentes, sobre todo vehiculares, y el número crecido de víctimas fatales a consecuencia de los mismos que se registra en las festividades señaladas. Estas, por lo general, se deben a eventos asociados en gran medida al consumo excesivo de bebidas alcohólicas. El documento en este sentido es explícito y revelador, conteniendo datos precisos al respecto.
Así tenemos que cifras ofrecidas por un reciente estudio, establecen que nuestro país figura en sexto lugar en Latinoamérica en cuanto al consumo de bebidas alcohólicas con una media de 6.9 litros anuales por persona de alcohol puro, medio litro mas que el promedio mundial. Peor aún: donde se registra una ingesta mayor es en el rango de 14 a 29 años de edad, con un 40 por ciento por debajo de los 18 años, o sea, adolescentes y menores.
Otros datos estadísticos: el 14 por ciento de las mujeres y 18 por ciento de hombres atendidos por traumas en las emergencias mostraban señales de haber consumido bebidas alcohólicas. Más aún: en las mediciones probatorias que se han hecho de manera aleatoria para probar el uso del alcoholímetro, en al menos el cuarenta por ciento y aún más, de los conductores se detectó un contenido de alcohol en la sangre superior al límite permitido. Estas pruebas fueron realizadas en horario de día y en fechas normales, no festivas.
Según expresa el documento el consumo de alcohol aparece estrechamente vinculado a mas de doscientas enfermedades, algunas de carácter mortal como son varios tipos de cáncer, cirrosis hepáticas y otras. Adicionalmente está presente como causa principal en el 18 por ciento de los suicidios, la misma proporción en violencia interpersonal y un 27 por ciento de las lesiones de tránsito que constituyen la principal causa de muertes violentas en el país.
Las razones son más que sobradas para sustanciar la petición dirigida a Interior y Policía. En verdad resulta un contrasentido que mientras se mantiene un horario restringido para la venta de bebidas alcohólicas durante todo el resto del año se levante en esta época, donde siempre se registra una trágica y elevada cosecha de muertos y lesionados.
Lamentablemente hasta ahora, que se sepa, la solicitud en cuestión no ha merecido acogida, respuesta ni tan siquiera un simple comentario de la autoridad a la que ha sido dirigida.