Esta es una sociedad caracterizada por conflictos. Conflictos de todo género y en toda su dimensión. Una sociedad atomizada, fosilizada en su interior, que logra permear todo el cuerpo de la misma, sin excluir ningún estamento. Es como una sociedad esclerotizada, enferma, en un proceso de involución, degenerativo; en la que la parte buena, no logra salirse del círculo para expandirse en un mejor radar social colectivo.
Deviene, de esta sociedad esclerotizada, el caos, el desorden social institucionalizado, donde los protagonistas fundamentales, no son necesariamente, los modelos de referencia para salir del espasmo tan profundo en que hoy nos encontramos.
Esa degradación societal hace que nada nos sorprenda y que la noticia negativa de hoy sea superada por la de mañana. Mientras tanto nos preguntamos, ¿quién ganó: Licey, Águilas o Escogido; Boston o Nueva York?, como si quisiéramos obviar esta cotidianidad tan terrible y atroz en todas sus manifestaciones.
¿Qué explica que a más de 5 años de los senadores recibir un barrilito ilegítimo, inmoral y poco ético, todavía esté vigente? ¿Cómo se explica que los diputados, que no se le exige saber leer y escribir y que ganan por día más de lo que recibe un Profesor por un mes de trabajo y que reciben el cofrecito y además, recibieran extras casi un millón de pesos, esto es, entre todos alrededor de 166 millones en el 2011, en un país con tantas carencias sociales institucionales?
¿Cómo entender que un Senador de la República Dominicana y Secretario de Organización del Partido en el poder, del partido oficial, pueda decir esta “belleza” “Ojalá que me den Haití entero para reconstruirlo”?; es una muestra del descaro, del desparpajo, de la falta de escrúpulo y de la mayor soberbia y arrogancia, y el Senado como institución, este es el momento que no ha dicho nada a pesar de que se viola el artículo 77, numeral 3, que es muy taxativo al respecto, citamos “Los cargos de senador y diputado son incompatibles con otra función o empleo público, salvo la labor docente. La ley regula el régimen de otras incompatibilidades.”
Recuerdo como ahora, cuando en los años 1972, 1973 y 1974, don Juan Bosch criticaba las reuniones que hacía el Presidente Balaguer, con fines políticos partidarios en el Palacio Nacional para “convencer a los opositores”. En aquellos tiempos, el Profesor Bosch tenía razón. 40 años después, esas críticas siguen siendo válidas y acusan mayor rigor por el tiempo transcurrido y por lo que debe ser la evolución de la democracia en su construcción permanente. Entonces, cómo es posible que el Presidente actual realice reuniones en el Palacio para tratar asuntos particulares, partidarios, que no son asuntos de Estado y nadie dice nada.
¿Cómo asimilar esa enorme pandemia social con respecto a los feminicidios, donde en los últimos 11 años han muerto más de 2,168 mujeres y no produce una oleada de respuestas proactivas fuertes de parte de la sociedad en su conjunto; produciendo una violencia de género cual si fuera una verdadera guerra en detrimento de un solo lado?
¿Cómo comprender, sin espanto, que lejos de mejorar como sociedad con respecto a la violencia, a la corrupción, a la competitividad; donde los organismos internacionales nos evalúan más desfavorablemente, perdiendo negativamente más peldaños de tal manera que en el 2011, según Transparencia Internacional, perdimos 28 puntos, esto es, de 101 pasamos a 129; de 3 puntos, rampante corrupción, pasamos 2.6, esto sería ALOCADA CORRUPCION o como dice el Informe del Departamento de Estado, el auge del tráfico de drogas en República Dominicana, es una consecuencia de la CORRUPCION ENDEMICA, que prevalece en la sociedad dominicana?
Después de los caudillos, los académicos e intelectuales, en los análisis de tendencias, diagnosticaban que a la muerte de ellos, era claro que la sociedad dominicana se abocaría a un mayor fortalecimiento institucional, a fin de que los problemas cardinales de la misma no siguieran descansando en el personalismo, en el mesianismo, en la “grandeza” de un hombre, sino en el imperio de la ley, en la capacidad de regulación del Estado, en la Eficiencia y Efectividad del Estado y en el control de la corrupción. En una nueva forma de hacer política y de una mejor calidad de interactuación, de mediación de la clase política con la sociedad. 14, 11 y 10 años después de la desaparición física de los tres grandes caudillos, nos debatimos en una campaña electoral donde el bipartidismo discute entre campaña negativa y campaña sucia, en cuál de los dos es más corruptos, lo cual evidencia la calidad de la partidocracia de los dos partidos más competidos por el electorado nacional.
Este conjunto de preguntas, que en el epicentro de sus respuestas, de estas múltiples infecciones, plagas y pestes sociales, políticas y culturales, que generan un verdadero caos institucionalizado; no puede responderse en la flor de la epidermis de la hipocresía social en el que evolucionamos. Claro, todo lo que no desaparece o muere, tiene que caminar, evolucionar, aunque sea con la ceguera más obtusa y el síndrome de acuario más ostensible, como hoy.
No es el momento del análisis del acuclillamiento, como están haciendo un conjunto de profesionales. Estamos en presencia, merced al caos desbordado e institucionalizado, de una verdadera descomposición social, de una ANOMIA SOCIAL
Es sencillamente, una sociedad esclerotizada, que cambia algunos puntos vitales de su existencia, pero mantiene y amplifica, otros signos degenerativos del cuerpo social, que la eterniza en un anacrónico anclamiento, que le impide la modernidad a todos los actores de la misma.