Esta serie sobre el pensamiento del P. José Luís Alemán corresponde a una conferencia que brindé en la PUCMM el 29 de septiembre del año pasado. Nuestra universidad está sistematizando toda su obra publicada en la prensa nacional y en el futuro abordaré otras cuestiones de tan recordado jesuita y economista. La intelectualidad dominicana peca usualmente de olvidar los aportes de nuestros antecesores y dedica su atención a la obra de intelectuales de otras latitudes, lo cual en sí mismo no es negativo, pero si no trabajamos nuestras raíces terminaremos operando en el aire. Esta actitud se está superando recientemente con tesis doctorales y textos sobre el legado dominicano al pensamiento de Occidente y específicamente al latinoamericano.

La invitación que me hizo el Dr. Fernando Ferrán para analizar el pensamiento humanístico del P. José Luís Alemán S.J. (1928-2007) me metió en aprietos por todo el trabajo que tenía en esos días, pero la amistad que me unen a Alemán (más allá de su muerte), y a Ferrán, me llevó a valerme de una sinécdoque, indudablemente arriesgada, para explicar algo significativo y valioso sobre sus ideas. Tomé únicamente 2 artículos de él del 1984 sobre un tema muy relevante en su reflexión para extraer unas cuantas ideas que le eran significativas. No es por tanto, ni de cerca, una sistematización de su visión filosófica y católica, únicamente selecciono piezas sobre un tema de gran importancia que sirva para futuros esfuerzos de ordenar las ideas de mi extrañado amigo.

El periodo entre 1979 y 1980 fue escenario en nuestro continente del surgimiento de dos revoluciones que portaban propuestas políticas antagónicas y que formularon dos discursos muy diferentes en la relación entre religión y política. En Estados Unidos Ronald Reagan, quien ocupó la Casa Blanca del 20 de enero del 1981 al 20 de enero del 1989, derrotó al bautista liberal James Carter, que había impregnado la política exterior de los Estados Unidos de criterios éticos y de un respeto explícito a los Derechos Humanos, especialmente hacia América Latina. Recordemos que dos aportes de Carter en América Latina fue la devolución del Canal de Panamá a sus legítimos dueños y el respaldo a la voluntad popular del pueblo dominicano en las elecciones del 1978 que le permitió al PRD ganar por segunda vez la presidencia de la República. Instaurando en el poder Reagan impulsó una llamada revolución conservadora que favorecía a las minorías más ricas de su país y el mundo. Detrás de Reagan había un grupo de intelectuales que le dieron sustento a sus políticas a través de los llamados Documentos de Santa Fe. El primero de los Documentos de Santa Fe apareció en 1980 bajo la autoría de L. Francis Bouchey, Roger W. Fontainte, David C. Jordan, Gordon Summer, Lewis Tambs y Ronald F. Docsai. En la propuesta No. 3 señalan: “La política exterior de Estados Unidos debe empezar a contrarrestar (no a reaccionar en contra) la Teología de la Liberación, tal como es utilizada en América Latina por el clero a ella vinculado (…) infiltrando la comunidad religiosa con ideas que son menos cristianas que comunistas”. Además dichos intelectuales conservadores, redactores de esos documentos, fueron impulsores de lo que luego se llamaría el Consenso de Washington.

Por otra parte en Nicaragua triunfó el Frente Sandinista de Liberación Nacional (1979) que buscaba la construcción de un modelo de Liberación Nacional, incluyendo la participación del Empresariado y la Democracia, como camino hacia el Socialismo. Detrás de ese proyecto revolucionario muchos intelectuales marxista y no-marxistas aportaron sus ideas para la construcción de dicho modelo. La Liberación Nacional tiene como propósito construir la soberanía política y económica de un pueblo, además de intervenir la economía nacional para generar mayores grados de equidad. En el caso dominicano uno de los autores que más escribió sobre ese modelo fue Juan Bosch.

Dos movimientos teológicos aportaron a ambos modelos sus planteamientos. Del lado de Reagan el llamado Cristianismo Neoconservador, que tuvo teólogos destacados como Michael Novak, especialmente su obra El espíritu del capitalismo democrático (1983). Del lado de los sandinistas muchos laicos y sacerdotes vinculados a la Teología de la Liberación le brindaron sus ideas y militancia a la revolución, además de que varios sacerdotes ocuparon puestos destacados de dicho gobierno: mención especial al que fuera Canciller, el P. Miguel D’Escoto, y el poeta y sacerdote Ernesto Cardenal, quien fue Ministro de Cultura. En 1984 D’Escoto recibió una "suspensión a divinis", por el Papa Juan Pablo II, por formar parte del Gobierno nicaragüense. Cardenal es recordado por la recriminación en público del mismo Juan Pablo II a su llegada al aeropuerto de Managua en 1983 y también recibió una “suspensión a divinis”. El 4 de agosto del 2014 el papa Francisco derogó dicho decreto, que aparte de  D’Escoto y Cardenal, incluía al P. Fernando Cardenal (hermano de Ernesto) y al P. Edgard Parrales. En 30 años cambiaron muchas cosas y era otro el Papa, más cercano a la realidad latinoamericana.

El tema que nos ocupa por lo tanto es la relación entre política y religión. José María Mardones analiza esa relación en el cristianismo en su obra Fe y política. El compromiso político de los cristianos en tiempos de desencanto. (1993). Él afirma: “El cristianismo no es una religión del corazón ni una oferta de salvación puramente interior; fue un movimiento mesiánico  que llevaba consigo la esperanza y el impulso de la reestructuración de la nueva sociedad tantas veces anunciada por los profetas. (…) De ahí que todos los intentos de reducir el cristianismo a una vivencia, un culto o un movimiento puramente religioso hayan acabado mostrando su unilateralidad. (…) La fe cristiana está atravesada por el clamor de la justicia y la libertad”. (1993: 11) Por tanto es esencial el tema político en la experiencia cristiana, a pesar de las muchas formas que han existido para alejarla del tema de la justicia terrenal. “En suma, sabemos que el cristianismo apunta a la profundización constante de la experiencia de Dios y, con ella, a la extensión de la justicia, la libertad y la solidaridad, pero nos fallan los medios para canalizar este impulso”. (Mardones, 1993: 13) Esos medios son las estructuras políticas que garanticen aproximaciones humanas al Reino de Dios. Teológicamente hablando ningún modelo político, social o económico cumple con la plenitud del Reino de Dios anunciado por Jesús, pero a la vez estamos obligados a construir dichos modelos como aproximaciones a dicho Reino que sería cumplido plenamente al final de los tiempos.

Analizando al Cristianismo Neoconservador Mardones, en Capitalismo y religión. La religión política neconservadora (1991), propone tres criterios desde la Fe cristiana que han de cumplir todo modelo que aspire a aproximarse al Reino, y que desligitiman la teología política Neoconservadora centrada en la prosperidad personal y el desarrollo del capitalismo. 1) “El criterio de los pobres. La mediación estructural o “sistema” ha de estar orientada a eliminar la pobreza y liberar a los pobres de este mundo de las condiciones inhumanas de vida.” (Mardones, 1991: 285) Y es precisamente la opción por los pobres una de las notas distintivas de la Teología de la Liberación. 2) “El criterio de la humanización. No basta con eliminar la miseria material para ser liberador desde el punto de vista cristiano, aunque éste sea para muchos hombres el primer objetivo a alcanzar” (Mardones, 1991: 286). 3) Y por último: “El criterio de la subordinación al Reino. La mediación debe subordinarse al Reino de Dios. Es decir, debe abrir al hombre hacia lo que en él le trasciende, y tiene que relativizarse como realización adecuada del Reino de Dios”.  (Mardones, 1991: 286) Son estos tres criterios los que comparto para entender la relación entre Fe y política, entre la experiencia de Dios y las formas concretas de organizar las sociedades en la búsqueda de la justicia. Consagrar un modelo determinado es una forma de idolatría que milita en contra de la búsqueda del Reino de Dios. Es la nota cristiana específica en el tema que nos ocupa.

En las siguientes entregas abordaré el contexto de los artículos de Alemán y sus argumentos.