El Magnetic Resonance Imaging, MRI, amable lector, es un examen médico que cuando un doctor judío polaco se lo explica menciona palabras y frases como radio waves, high-frecuency, tissues, atomic nuclei, strong magnetic field, en fin, produce imágenes de órganos internos. La vaina es que una tarde de octubre un camillero jamaiquino fue a buscar a mi Mamá a su habitación en el Lutheran Hospital para llevarla al segundo piso a hacerle uno.

El viaje de regreso del MRI lo dirigió un camillero dominicano, de San José de las Matas, que entabló una competencia con Mamá sobre quién hablara más duro, más rápido y sin coger aire. Ya en la habitación nos esperaban 5 doctores, y el Jefe de Cirujanos. Todos tenían el caco pelao, no sé si por requisito del Departamento de Cirugía o por solidaridad con algún enfermo de Cáncer, como en un episodio de Curb Your Enthusiasm, o simplemente porque pertenecían a una banda skin head. Tiene la palabra el Jefe.

"Hi Mrs. Ortiz, how’ve they been treating you?"

Un momento, déjenme reclamar un derecho. Ser el traductor entre una doña dominicana y un doctor judío polaco es una tarea digna de un Grammy Latino. O por lo menos de una nominación a Hijo del Año en el Diario Libre. O en los premios anuales de los Jaycees. O del Club de Rotarios de Santo Domingo.

Yo: Que hola qué cómo la han tratao.
Mamá: Ay que muy bien, que aquí me siento como en un hotel, aunque no me gustan los exámenes donde me sacan 4 tubos de sangre y me meten en esas máquinas donde no puedo respirar además que anoche no me dejaron dormir con el Intercom este sonando a cada rato y
Yo: Mamá, Mamá, aguántese un momento, Good, very good.
Doctor: Ok, well Mrs Ortiz, after reviewing your MRIs and the results of all the tests we have been doing, we all agree that the best option is to operate as soon as possible.
Mamá: ¿Qué dijo ahora?
Yo: Bueno, que depué de revisar los resultados de los exámenes todos están de acuerdo de que lo mejor es operarla lo más pronto posible.
Mamá: Ay ay ay ay, eso era lo que yo no quería, que me abrieran la espalda, yo esperaba una terapia, es que a mí me da mucho miedo la anestesia, uno se puede quedar ahí, ay ay ay ay; por cierto, dile al doctor que es igualito a Hipólito, tienen que ser familia, pregúntale si no tiene familiares en Gurabo, son pin pun.
Yo: Well Doctor, she is scared.

Cuando los doctores se van empiezo a convencer a Mamá de que la operación es la mejor vía. Que el cirujano tiene mucha experiencia, además, valiente madre, usted ha parido cinco veces con varias cesáreas en hospitales dominicanos donde los doctores operan con velas, ¿se va a meter a pendeja ahora?

La tenía casi convencida, pero empezaron a llamar las tías. Las tías son devotas del doctor Florimón, un doctor dominicano con una clínica en Queens experto en males de doñas dominicanas. Mis tías lo adoran porque es el único doctor capaz de descifrar sus neologismos y los síntomas que ellas explican:

"Mire doctor, a mí me empieza un desajilivio desde el brazo izquierdo y me pasa a la garganta y me hace tragar amargo, después me entra un calor y me pican los dedos meñiques, al mismo tiempo me da hipo…"
"Ya, claro, eso anda, tómese esta pastilla cada vez que cante un gallo".

Además, parece que las tías vieron un programa de esos ER, General Hospital, o tal vez alguna telenovela mexicana donde a algún enfermo terminal le aconsejaban buscar una segunda opinión.

Tía Sufrida: Pero, eso lo decidieron como demasiado pronto, tú deberías buscar una segunda opinión.
Tía Angustia: Pero, pero, ¿por qué tú no te buscas una segunda opinión?
Tía Fe: Pero, pero, pero, ¿y te van a dar bisturí de una vez? No, no, tienes que buscar una segunda opinión.

"Mamá", le digo perdiendo la paciencia, "¿usted no vio que fueron como 6 doctores y el Jefe de Cirujanos, el que se parecía a Hipólito? Esas son muchísimas opiniones, ¿de quién más se va a buscar una segunda opinión, del doctor Florimón?"

Por fin la convencí. Llegó el camillero dominicano de nuevo y se pusieron a hablar de lo bien que se vive en República Dominicana aunque los dos pueden regresar cuando lo decidan y sin embargo no se van de Nueva York ni aunque Obama envíe el Octavo Regimiento de los Marines con tanques y basukas para deportarlos. Aproveché que Mamá estaba entretenida y bajé a fumarme un cigarrillo. Cuando regresé el camillero dominicano se había ido, pero Mamá tenía la carita de preocupación, de duda otra vez.

"¿Y qué pasó?"
"Oh, que el camillero dominicano me dijo que sería mejor si buscaba una segunda opinión".
"Pero carajo, entonces usted le va hacer caso a cualquiera que no sea doctor, le voy a subir a la muchacha de los tamales, al árabe del carrito de falafel, a un taxista africano para que le den una segunda opinión".

Gracias a Dios, amable lector que ojalá no le toque nunca ir al Darío con un hueso roto, la operación en la espalda de Mamá fue un éxito. Ahora el problema está en que use el bastón recetado y entienda que alguien operao de la espalda no puede estar moviendo tarros de matas criptógamas a cada rato.