Es por respeto a la verdad y la justicia como la categoría ética por la cual han luchado muchas generaciones de cubanos y de dominicanos que me veo obligado a responder al artículo publicado por el Dr.  Enrique Soldevilla Enríquez en la prestigiosa revista “Acento” el 17 de octubre de 2018.  Es en y por la búsqueda organizada de la verdad, que debe ser el único cometido de un científico de cualquier campo, y por el bien de Cuba como nación que debo responder puntualmente a lo afirmado en ese ensayo.  Lo hago no con el ánimo de contribuir a la perpetuación del conflicto entre cubanos, si no de encontrar fundamento en la verdad para superar los actuales momentos de tiranía y trauma nacional.

En primer lugar sobre lo de la existencia de un estado totalitario en Cuba.  El Dr. Soldevilla escribe “que ningún cientista social que se respete emplearía semejante lenguaje de propaganda política callejera…” Me imagino entonces, que entre otros, Orwell, Arendt, Kolakowski, Kundera, Linz, Hayek, Voegelin, Payne, Havel y hasta Shirer eran propagandistas políticos callejeros y no autoridades del mundo científico y literario reconocidos por lograr la válida del totalitarismo.  El estado unipartidista y su total control de la prensa, la sociedad civil y la economía por parte de este partido, organizado verticalmente de manera militar tal y como lo enseñó Lenín, el absoluto dominio de los servicios de espionaje sobre la población intimidada, son rasgos definitorios, consustanciales, del Régimen actualmente operante en Cuba evidente a cualquier mirada objetiva.  Lamento profundamente que aparentemente, dada la censura existente en Cuba, donde el Dr. Soldevilla se educó, no haya podido tener acceso a los grandes del pensamiento filosófico del siglo XX.  Lo invito a que desde la República Dominicana, territorio de libertad académica, acceda a estos gigantes del pensamiento y los revise. 

En segundo lugar, el Dr. Soldevilla, sin el más mínimo rigor profesional, basado en dos artículos publicados precisamente por la prensa controlada del régimen totalitario en Cuba al cual llevo toda una vida de oposición, me acusa de ser un “terrorista”.  Emplazo al Dr. Soldevilla que ante un tribunal competente, en un país libre, donde existe separación de poderes y el poder judicial no esté subordinado a un partido único, demuestre con pruebas fehacientes la participación mía en un solo acto de terrorismo a lo largo de mi vida.  De no hacerlo, le exhorto en base a la decencia y la ética universal a la que debe responder todo científico, de diseminar calumnias y difamaciones sobre mi persona basándose en fáciles navegaciones por las páginas de Internet controladas por un Régimen totalitario que lleva seis décadas con el poder absoluto sobre una población indefensa.  Legalmente, es responsabilidad del Dr. Soldevilla demostrar empíricamente que yo he participado de alguna manera en actos terroristas “que han sembrado el luto, en numerosas familias de la Isla”.  Esta es una peligrosa y maliciosa calumnia.  Debería el Dr. Soldevilla respetar a la publicación que lo auspicia.

Que señale el Dr. Soldevilla exactamente en que cine o casino habanero coloqué una bomba yo, tal y como hizo el Movimiento 26 de julio encabezado por Fidel y Raúl Castro en su esfuerzo por derribar del poder a Fulgencio Batista, que ubique específicamente el Dr. Soldevilla a cuantos aviones civiles he derribado yo, y que no continue ignorando los hechos de terrorismo real que fueron el secuestro del vuelo 495 de Cubana de Aviación, derribado en la Bahía de Nipe en Cuba en noviembre de 1958 por el mismo 26 de julio, muriendo 14 de sus pasajeros, o el derribo de dos aviones de pasajeros civiles 825 y 827 en la antigua Rodesia, ahora Zimbabwe, en 1978 y 1979, con la muerte de 110 pasajeros, por las guerrillas de ZIPRA, armadas, entrenadas y orientadas por el Régimen comunista de Cuba.  Importante notar que los pasajeros que no murieron con el impacto fueron asesinados en tierra, yaciendo quebrados e indefensos, por los “valientes” alumnos terroristas de la Tiranía Comunista de Cuba. 

Condeno como acto de terrorismo, sea quien sea el que lo haya llevado a cabo, el derribo del Avión de Cubana en Barbados en 1976.  Que el Dr. Soldevilla tenga el valor cívico de condenar la masacre de los cuatro tripulantes de dos avionetas civiles de Hermanos al Rescate derribadas cobardemente por la fuerza aérea cubana en espacio aéreo internacional el 24 de febrero de 1996.  Que demuestre el Dr. Soldevilla a cuantas cubanos he encarcelado yo por sus ideas, el Régimen que él defiende a miles, cuantos campos de concentración he fundado yo para internar homosexuales, seminaristas y artistas, tal y como hizo el Régimen Castrista cuya legitimidad el Dr. Soldevilla defiende, mediante las notorias Unidades Militares de Asistencia a la Producción (UMAP), que sea capaz el Dr. Soldevilla de listar objetivamente cuantos ataques de turba he organizado yo contra compatriotas que piensan diferente a mí, tal y como hizo el Régimen Comunista contra mi personas y la de otros colegas cívicos en abril del 2015, y donde sufrí graves lesiones físicas.  Si el Dr. Soldevilla no puede hacer nada de lo que anterior le pido, que cese de repetir un epíteto conjurado por un estado represivo para justificar agresiones contra mi persona.

Adicionalmente, es una falta de respeto a la soberana libertad del pueblo dominicano, conquistada tras años de luchas heroicas contra tiranos domésticos e intervenciones extranjeras, que el Dr. Soldevilla quiera imponerle la censura existente en Cuba a este pueblo, consolidado en su existencia política en las Antillas, diciéndole a quien debe entrevistar o no la prensa dominicana.  Queriendo imponer el aberrante principio totalitario de un desfigurado y no demostrado “derecho de mayorías” al principio sagrado de libertad de expresión que tengo como ser humano y como cubano, donde quiera que me encuentre.

Por último, reitero mi llamado al Sr. Díaz Canel, designado presidente en un proceso de votaciones donde existe un solo partido, y en el cual los únicos candidatos permitidos son de ese partido único a puestos públicos sin que puedan existir contrincantes, proceso donde no existe la libertad de partidos ni la libertad de prensa, donde existen cientos de cubanos presos por motivos políticos, donde según sus mismos dirigentes “el Partido está por encima de la Constitución”, a que legitime su mandato abriendo paso a la libertad y al estado de derecho, liberando a los presos políticos y dando inicio a una acelerada transición hacia la democracia.  Le digo con el mayor respeto al Dr. Soldevilla que intelectuales cubanos como él, a cualquier nivel, deben de proponer el camino hacia el cambio.  Ese camino comienza reconociendo, admitiendo, que existe oposición, que existe un exilio cubano que ha triunfado en todos los términos y que se mantiene luchando y atento a un mejor destino para Cuba.  Lidiar con esta oposición, lidiar con este insumergible exilio, y acordar con esta Resistencia el restablecimiento de las libertades públicas es la única manera de terminar con el penoso diferendo cubano.

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